Opinión
Ver día anteriorSábado 13 de abril de 2019Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Infancia y Sociedad

Discutibles fantasmas*

E

s muy difícil contar a casi 100 mil niños, especialmente si son fantasmas. De hecho, es casi imposible contar fantasmas. Pero de que existen, sí, existen. Mas para los humanos no todo lo que existe es perceptible, sobre todo si falta interés en captarlo. De ahí el famoso refrán no hay más ciego que el que no quiere ver.

En su exquisito libro –del que hoy hemos tomado prestado el título*– Hugo Hiriart aclara que El fantasma por definición no se ve, se ven los signos que indican su presencia.

Hay fantasmas que nos persiguen siempre, ello hace innegable su existencia. Esotéricos, religiosos y hasta científicos han tratado de explicar de qué están hechos los fantasmas desde el punto de vista energético, sicológico o parasicológico.

Lo que es un hecho es que la infancia mexicana tiene una existencia fantasmal, pues casi ningún gobernante puede verla. Los últimos que tuvieron plena conciencia de su existencia y su importancia como recurso estratégico fueron Lázaro Cárdenas y Adolfo López Mateos, el último gracias a su culta esposa doña Eva Sámano, primera dama de México de 1958 a 1964. Originaria de la Tierra Caliente en Guerrero, fue conocida como Gran Protectora de la Infancia y La Maestra de México; recibió doctorados honoris causa por la Universidad Femenina de Filipinas y la Universidad de Florida. Ella fundó el Instituto Nacional de Protección a la Infancia, que fue reduciendo sus anhelos a las tareas asistenciales en los gobiernos siguientes hasta degenerar en otro gran fantasma: el DIF. Por eso causa decepción y suspicacia que la 4T a través de su Secretaría de Bienestar diga haber encontrado casi 100 mil niños fantasmas y decida, en vez de mejorar los programas existentes, dar dinero a los padres: 800 pesos mensuales que no alcanzan ni para pañales. Si ya hay un padrón nacional de adultos mayores ( fifís incluidos) ¿por qué no elaborar un padrón nacional de nuestros niños que dé cuenta de su existencia real y condiciones de vida? ¿Acaso no importan porque no votan? Es realmente un hecho trágico que la ignorancia y ceguera de gobernantes sobre el valor estratégico de los niños los condene a una vida fantasmal. Winston Churchill lo formuló así: El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones.