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Insuficientes efectivos para medio millón de personas

Xochimilco, entre la paradoja por autoprotegerse y la indefensión
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▲ Colonias y barrios de lo que era un pueblo dentro de la ciudad han asumido una actitud de autoprotección y desconfianza ante el incremento de delitos, como se aprecia en la lona de advertencia en el centro de Xochimilco.Foto Cristina Rodríguez
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▲ Un agente comunitario señala el lugar donde fue linchado un hombre señalado de haber abusado sexualmente de una niña, en San Francisco Tlalnepantla.Foto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Domingo 7 de abril de 2019, p. 26

Xochimilco es la tercera alcaldía más grande de la capital y para otorgar seguridad a casi medio millón de personas y cubrir las necesidades de procuración de justicia, sólo hay un policía por cada 772 habitantes y dos agencias del Ministerio Público.

El incremento de la inseguridad, la ausencia de aplicación de la ley, falta de servicios como agua, drenaje, transporte y educación ha generado descontento social en algunas comunidades rurales que llevan a sus habitantes a linchar a sospechosos de violar la ley.

De acuerdo con cifras de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), hay 599 policías en esa zona que atienden a los 462 mil 380 habitantes y que están distribuidos en los sectores La Noria y Tepepan para los 14 pueblos y 17 barrios que conforman la demarcación, aunque hace unas semanas se enviaron 60 elementos extra por los casos de linchamiento ocurridos en la segunda mitad de febrero.

En 2018, Xochimilco registró el porcentaje más alto de delitos de alto impacto en la capital, con 20.1 por ciento, entre los que se encuentra el homicidio doloso, incluso por arriba de Iztapalapa, según datos de la Procuraduría General de Justicia capitalina.

Del grandioso pasado no queda nada

Pero la era moderna alcanzó a esta emblemática demarcación: es difícil confiar en las personas y menos en la autoridad; de hecho, ya no hay nadie en quien creer, afirmó la señora Tomasa, de 70 años, que vende rebanadas de fruta de temporada con el rico chilito piquín en el mercado Xóchitl.

Al ser entrevistada en el local que atiende desde que tenía 10 años, aseguró que prácticamente a cualquier día y hora se registran asaltos; con un poco de decepción confesó que los policías no combaten a la delincuencia.

Agregó que en el recuerdo quedó el pueblo bonito, tranquilo, con el canal limpio y de agua cristalina, donde la gente confiaba, se ayudaba; eso ya no lo hay. La policía está coludida con el ladrón. A lo mejor lo agarran y lo suben a la patrulla, pero sólo le dan unas vueltas y lo bajan más adelante.

Para el obispo de la diócesis de Xochimilco, Salvador González, quien oficia misa en el ex convento de San Bernardino de Siena, la forma de reaccionar de nuestros pueblos tiene mucho que ver con la ausencia de la autoridad que ha dejado solas a nuestras comunidades por diferentes circunstancias, ya sea para evitar confrontaciones o por intereses políticos.

Explicó que cuando algunos habitantes sorprenden a un supuesto delincuente intentan ajusticiarlo e incluso “es prácticamente imposible detener a la gente cuando dicen ‘vamos a tocar las campanas’. Aunque uno diga que no, ellos lo hacen y pasan por encima de uno”.

Comunitarios, un paliativo

Ante la desconfianza en los agentes de la SSC, los vecinos aceptan que en las zonas rurales operen policías comunitarios, quienes tienen permiso de la demarcación para hacer tareas de vigilancia, pero su sueldo es pagado por los residentes con una cooperación voluntaria.

Para un policía comunitario del grupo Tauro, de San Francisco Tlalnepantla, lugar en el que un joven fue linchado por una multitud que lo acusó de abusar sexualmente de una menor sin que hubiera una denuncia, es el hartazgo y cansancio de la comunidad la que genera esa conducta.

Aquí no importa si eres hombre o mujer, no importa si eres inocente: primero te acusan, golpean y linchan y después se averigua o ni eso. No nada más pasa aquí, hay mantas de advertencia en todos lados para los ladrones, dijo el agente.

Además de los avisos para los ladrones, el rechazo a los policías también se expresa en pintas. Justo en una barda ubicada frente a lo que hasta hace unos meses fue la coordinación de la SSC, ahora acondicionado como comedor controlado por la comunidad, se lee: Amor por el cerro, odio a la policía. Mientras a nueve kilómetros, en el barrio Tlacoapa, la alerta es para el ladrón: “Vecinos unidos contra la delincuencia... Advertencia, rata: ¡Si te agarramos, te linchamos!

El triángulo de la muerte

Hablar de inseguridad es ya cotidiano en Xochimilco, aseguró el obispo, quien alertó sobre las descomposición del tejido social, y coincidió con doña Tomasa en que el robo a transeúnte ocurre a cualquier hora del día en el mercado ya al comercio, mientras aumenta la venta de droga y la prostitución.

Afirmó que en la colonia Xicalhuacan nunca he visto un policía, nunca, y la disfuncionalidad familiar es una constante, porque aunque parezca mentira en plena Ciudad de México hay muchos niños de esta colonia que no acuden a la escuela.

A decir del prelado, tres pueblos representan las zonas más complicadas de esta alcaldía y que incluso son identificadas por un sacerdote como el triángulo de la muerte o el triángulo rojo: son San Francisco Tlalnepantla, San Mateo Xalpa y San Andrés Ahuayucan.

La autoridad es la comunidad y la ausencia de la policía es la característica; afirmó que en estos tres pueblos hay problemas para poder trabajar porque los líderes de la comunidad se erigen como los dueños de los templos y los sacerdotes son los empleados.

Por la inseguridad y el control de los líderes comunitarios, la iglesia del pueblo de San Mateo Xalpa se mantiene cerrada con cadenas y candados, sólo abre los domingos y en las festividades, porque es común también que se roben la limosna. En el templo de San Lucas Xochimanca las autoridades eclesiásticas instalaron cámaras de vigilancia dentro y fuera.

Para Ricardo Trujillo, especialista de la Facultad de Sicología de la UNAM, la multitud crea cierto poderío por encima de la individualidad. Nos sentimos más poderosos, situación que podría explicar el comportamiento de las personas que se involucran en los casos de linchamiento.

Una multitud es un grupo social que empieza a compartir una emocionalidad conjunta, sólo así se explica que cuando estamos en un grupo social, cuando nos contagiamos de esa multitud, entonces empezamos a hacer eventos que no haríamos de manera normal y natural.

Para el académico y doctor, las condiciones sociohistóricas y sociales de desigualdad tienen como resultado casos de linchamiento que por supuesto es lo que tendremos que pagar en una sociedad inequitativa, como ocurre en los pueblos de Xochimilco.