16 de marzo de 2019     Número 138

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Contaminación y silencio
en el lago de Chapala


La contaminación del lago, un tema vetado en el espacio público. Arturo Campos Cedillo

Patricia Ávila IIES-UNAM  Josefina Vivar IIES-UNAM

El lago de Chapala tiene una extensión cercana a las 115,000 hectáreas y una profundidad promedio que oscila entre cuatro y seis metros. Desde el año 2009 fue declarado sitio RAMSAR, por ser un humedal con una diversidad de especies endémicas y en peligro de extinción (como el charal y pescado blanco), además de refugio de aves migratorias. Se ubica en la parte baja de la cuenca del río Lerma, que es su principal afluente.

El río Lerma sigue una trayectoria de casi 800 kilómetros a través de los estados de México, Querétaro, Guanajuato, Michoacán y Jalisco, que vierten con nulo o mínimo tratamiento sus desechos industriales (casi la tercera parte de la industria nacional) y urbanos (más de 11 millones de habitantes) a su cauce natural y corrientes tributarias (ríos Laja, Turbio y Duero, entre otros). De igual manera, recibe las descargas de distritos y unidades de riego, así como de granjas avícolas y porcícolas y agroindustrias (procesamiento de carne y embutidos). Una vez que termina su recorrido, desemboca en el lago de Chapala, dispersando sus desechos tóxicos en el embalse. Cabe señalar que una parte del volumen de agua del lago se extrae para abastecer a la zona metropolitana de Guadalajara, y otra parte fluye para dar nacimiento al río Santiago, que desemboca hasta el océano Pacífico.

Algunas investigaciones realizadas en el lago de Chapala muestran los elevados niveles de contaminación de sus aguas, sobre todo por metales pesados y compuestos organoclorados (provenientes de la actividad industrial y uso de pesticidas en la agricultura). También señalan las altas concentraciones de: mercurio en peces (carpas), sobre todo en las cercanías de la descarga del río Lerma; y plaguicidas en muestras de sangre de habitantes de la zona lacustre, que rebasan los máximos permisibles en las normas nacionales e internacionales.

En la actualidad, las comunidades de Mezcala de Asunción y San Pedro Itzicán presentan serios problemas de salud relacionados con enfermedades renales, daños cerebrales, cáncer y malformaciones, que afectan sobre todo a infantes y jóvenes. Incluso han habido varios casos de fallecimiento por estos motivos. Tal situación puede estar asociada a que consumen directamente agua del lago o de pozos cercanos, así como de fuentes de agua termal que no reciben tratamiento especial. Sin embargo, puede haber más factores en juego como la presencia de sustancias tóxicas en el aire y suelo, el consumo de alimentos contaminados, y las condiciones de pobreza e insalubridad de la población.

Frente a esta situación, la población afectada se ha organizado para hacer visible el problema y lograr acciones concretas del Estado para que lo resuelva desde sus aspectos causales (tratamiento y reducción de las descargas urbanas e industriales, control del uso de plaguicidas en la agricultura, cancelación de pozos contaminados); hasta que asuma el compromiso en materia de salud pública (brindar tratamiento y apoyo a las familias afectadas). Sobre todo, se han organizado las localidades de Jalisco que tienen documentadas las afectaciones, y han buscado alianzas con sus vecinos de Michoacán y otros actores del lago como los pescadores, que es un sector seriamente afectado por la contaminación del agua y que son los herederos de una cultura lacustre forjada desde la época prehispánica.

Sin embargo, entre los pescadores las desavenencias han emergido, cuando alguno señala el problema de la contaminación del agua frente a otros actores (como la prensa e instituciones de gobierno). Incluso han sido amenazados de ser excluidos de las redes locales de mercado: “ya no te vamos a dejar vender tu pescado por andar diciendo esas cosas”. Los pescadores se ven en la disyuntiva de minimizar el problema, pues reconocer el riesgo sanitario implicaría un duro golpe a sus ingresos y la eliminación de este producto de su dieta diaria. Argumentan que la contaminación se da por zonas y por temporadas, y que los peces tienen la capacidad natural de buscar aguas limpias para cumplir sus ciclos de vida.

La contaminación del lago de Chapala es un tema controvertido, que no logra ser reconocido por el Estado como un problema de interés general, donde está en riesgo la salud humana y del ecosistema, así como la existencia de prácticas ancestrales como la pesca tradicional, que es una fuente importante de alimento. Esta posición se explica, porque tal reconocimiento lo llevaría asumir los costos sociales, políticos y económicos del problema: mostraría su incapacidad para regular y controlar la calidad del agua en los ríos y cuerpos de agua del país; demandaría su atención inmediata para asumir los efectos en la  salud y mortalidad de la población lacustre; implicaría replantear el trasvase de agua y evaluar las afectaciones en la salud en la zona metropolitana de Guadalajara; y lo responsabilizaría del desastre ecológico del lago más grande de México, que además es un sitio RAMSAR.

Frente al cierre de espacios de acceso a la justicia socioambiental, el caso de la contaminación del agua del lago de Chapala se presentó por las poblaciones afectadas en la audiencia del Tribunal Latinoamericano del Agua en 2018. En el veredicto se reconoció el problema como un asunto de emergencia nacional donde se demanda la atención del Estado para que atienda sus soluciones y garantice a la población el derecho humano al agua, a la alimentación y a un medio ambiente sano. •

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