Opinión
Ver día anteriorDomingo 17 de febrero de 2019Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Barrio Alameda
E

l concepto de barrio en México data de la época prehispánica. México-Tenochtitlan, la gran ciudad que deslumbró a los españoles estaba constituida por cuatro cuadrantes: Cuepopan, Moyotlán, Atzacoalco y Zoquipan o Teopan. En cada una de ellas había pequeños barrios.

En la ciudad española eso se conservó y hasta la fecha en las áreas más antiguas se conservan barrios. En La Merced hay varios ya con el nombre castellano: La Palma, Manzanares, Roldán y San Lucas.

De los más tradicionales recordamos a Tepito y La Lagunilla, en el Centro Histórico; La Conchita y Niño Jesús, en Coyoacán; San Juan Tlilhuacan y Tomatlán, en Azcapotzalco, por mencionar algunos, ya que son decenas por toda la ciudad.

En los alrededores de la Alameda, el añejo parque que mandó a construir en 1592 el virrey Luis de Velasco donde estuvo el convento de San Diego, en los años 20 del siglo pasado se construyó un edificio estilo art decó, de moda en esa época.

Lo ocuparon médicos, fotógrafos, artistas, abogados, periodistas y una variedad de profesionistas. Hace cerca de un lustro cuatro jóvenes creativos, entre los que se encuentra una arquitecta, emprendieron la ambiciosa tarea de renovarlo y conservar su arquitectura original.

Lo llamaron Barrio Alameda, con la idea de promover un sentido de comunidad entre los vecinos, trabajadores y familias de la zona. Asimismo, buscaban ser un laboratorio de ideas para compartir. Creo que lo lograron.

El edificio tiene un amplio patio en planta baja y tres pisos. Todos con anchos pasillos y balcones jardinados que dan al luminoso patio, cubierto por bloques de vidrio translúcido. Lucen de forma maravillosa las formas y materiales de la arquitectura art decó: pisos de mosaico en diseño ajedrezado blanco y gris, escaleras y lambrines de granito.

La herrería es un primor, de hierro negro y formas geométricas. También destaca la madera fina en puertas y barandales. Esto sólo es un deleite, pero vienen los contenidos: los antiguos despachos y consultorios ahora son coloridos locales que ofrecen una diversidad de mercancías y servicios, la mayoría de gran originalidad.

Prevalece la oferta de artículos que ahora llaman vintage, que es la revalorización de modas del pasado. Los guajolotones recordarán cuando escuchábamos música en grandes discos de 33 revoluciones, porque había de 45, que eran pequeños con una sola canción de cada lado. Ahora les llaman vinilos y algunos cuestan un dineral.

Hay locales que venden ropa reciclada; si guarda prendas novedosas de los años 60 y 70 en buen estado aquí seguro se las compran. En otro establecimiento realizan tatuajes. El arte y la arquitectura lo encuentra en Mexa, Capital Arquitectura, La Máquina del Tiempo, Domi Arte Contemporáneo, Galería Breve y The Neon Rex Project.

Por supuesto hay una vasta oferta gastronómica que va desde helados, chocolates, cafetines, mezcalería hasta restaurantes. Uno muy especial es el que se encuentra en la azotea y tiene una vista espectacular de la Alameda y sus entornos. En el último piso se encuentra el Hotel Chaya Bed & Breakfast Boutique.

La belleza y el cuidado personal también tienen sus lugares: hay dos barberías, el Loredana Barachiel Sensation Hair y hasta el yoga tiene su espacio. Muchos sitios más valen la pena visitarlos, si tiene menos de 30 es imprescindible.

Es increíble advertir cómo la recuperación integral de un solo inmueble puede modificar el entorno urbano. La pequeña calle de Doctor Mora, donde se ubica en el número 9, era un inhóspito paso entre las avenidas Juárez e Hidalgo. Ahora está llena de vida y parece que van a continuar con la rehabilitación de otros edificios aledaños, esperamos que respeten su arquitectura original, como se hizo en este caso.

Hoy se nos apeteció compartir una pizza a la leña con una copa de vino, así que optamos por Cancino. Está en la planta baja de Barrio Alameda y tiene mesitas en la calle para ver pasar la vida y de fondo el arbolado del añejo parque.