Opinión
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Cosas menores
N

o hay proyecto sin falla. Por su diseño un proyecto es perfecto, pero conforme se ejecuta surgen sus debilidades. Algo así sucede con el despliegue de tropas militares/navales/policiales. Habiéndose iniciado el proyecto con una decisión cupular de carácter político, es lógico que, al tratar de definir sus normas y procedimientos operativos se enfrente con problemas de organización y funcionalidad. La política dio así respuesta al grave aprieto de la ascendente criminalidad aplazando cualquier escrúpulo. Cosas menores.

Ahora pueden coincidir en un mismo espacio geográfico, sea municipio, estado o región, fuerzas de las anémicas policías locales, la policía federal, la marina y el ejército, fiscalías con sus ministerios públicos y sus policías, fiscalías de derechos humanos y voluntarios de la sociedad (periódico Reforma, 02/02/19) Imaginemos, si fuera posible, cómo operan, si es que operan, las coordinaciones de Ecatepec, Reynosa, Tijuana o Tixtla. Cosas menores.

Nada se sabe sobre el papel que jugarán las coordinaciones en la gran estrategia nacional de pacificación. Con qué estructura, organización, funciones o apoyos logísticos operarán ante tan complejo asunto, donde no todo es criminal. Y algo fundamental, quién les provee la inteligencia criminal en que basan sus operaciones, recordando que parte importante de esa inteligencia se produce en el ámbito federal y que está vinculada a la colaboración internacional. Todas estas acciones por ser conjuntas, demandan de una compleja fijación de detalles de coordinación. Nada se sabe. Puede anticiparse que habrá largas justificaciones retóricas, porque no hay más que explicar. Cosas menores.

La verdad es que no se sabe con qué criterio o expectativas fueron perfiladas las regiones ya que enfrentan problemas de naturaleza distinta. No se sabe si disponen de un flujo sustancioso de inteligencia o de un elemental manual de procedimientos como guía operativa, o como cooperar con sus coordinaciones vecinas.

Para ser más ilustrativo el enredo, podría imaginarse un mapa nacional y ante él reflexionar en algo de la mayor importancia y no comentado: En el terreno de los hechos hay ya operaciones sin diferenciación de límites o zonas geográficas ni misiones ni distinción del origen de fuerzas y nada se sabe de los resultados ni de la opinión de gobernadores o presidentes municipales y los efectos de sus legítimas reacciones. Nada se ha dicho de que existan órganos de vigilancia, control e información pública.

No se advierte cómo se están atendiendo funciones que son de escala nacional como la inteligencia criminal acerca del delito interestatal o trasnacional. Ella daría luz sobre aquellas operaciones de los cárteles que tuvieran impacto en el terreno a cargo de las coordinaciones. Se puede asegurar que no es posible la intercomunicación entre las fuerzas, ya que sus equipos de radiocomunicación son de características técnicas distintas. Entonces, cómo se coordinarán los operativos.

Ya se habla en el congreso nacional de la necesidad de expedir a continuación de la reforma constitucional la legislación secundaria que sería la ley orgánica de la Guardia Nacional (GN). De lo que no se habla es que dicho proyecto debe darse al unísono con los ajustes necesarios a las leyes orgánicas del Ejército y Fuerza Aérea Mexicana, la de la Armada de México y la de la Policía Federal y quizá hasta de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal.

Todas tiene concurrencias imprecisas en materia de Seguridad Nacional-Seguridad Interior-Seguridad Pública, ya que su origen fue distinto al momento actual. Es indispensable que el marco jurídico sea sólido, como se desea que la GN sea un cuerpo eficiente, permanente y respetable. Cosas menores.

Es previsible que el debate para ello sea delicado. Así de complejo es sólo desde el punto de vista de técnica jurídica, la que vendrá después de la difícil armonización política de las funciones de la GN con las otras fuerzas y puede anticiparse que en la búsqueda de acuerdos habrá de salir humo.

Es muy propio afirmar que en el proceso de maduración y por encima de las debilidades que surjan al proyecto, éste tiene el enorme merito de ser imaginativo, creativo, diferente ante los modelos del pasado que fueron lastimosamente frustráneos. Vale la pena esperar, pero en estado de alerta.

Criticar a la ligera es fácil, y no es el espíritu de este escrito. Lo que se desea es ampliar horizontes de la discusión pública, en un intento por anticipar o alertar sobre serios problemas que de no resolverse pueden llevar a un bajo rendimiento del proyecto.

La supuesta disfunción que aquí se comenta y la formación de recursos humanos cuyos planteamientos aún están ausentes, puede ser determinante para tan importante compromiso del presidente Andrés Manuel López Obrador como es su Plan Nacional de Paz y Seguridad. Cosas menores.