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Islas Kuriles, el gran obstáculo

Rusia y Japón seguirán negociando la firma de un tratado de paz

Sin novedad, concluye reunión Putin-Abe en Moscú

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▲ Saludo entre el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, y el presidente de Rusia, Vladimir Putin, ayer tras la rueda de prensa en el Kremlin.Foto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 23 de enero de 2019, p. 24

Moscú. El presidente ruso, Vladimir Putin, y el primer ministro japonés, Shinzo Abe, quienes reiteraron su posición antagónica este martes durante tres horas en un salón del Kremlin, no pudieron resolver el círculo vicioso que impide la firma de un tratado de paz entre Rusia y Japón.

Estos vecinos, en el Lejano Oriente de Asia, hace mucho que pusieron fin a las hostilidades: al concluir la Segunda Guerra Mundial establecieron relaciones diplomáticas y no ponen ninguna barrera a sus ascendentes intercambios económicos y comerciales, pero tienen como asignatura pendiente suscribir dicho documento.

Después de que la crucial entrevista, también en Moscú, del canciller Serguei Lavrov con su homólogo japonés, Taro Kono, fracasó la semana pasada, era previsible que la conversación de sus jefes, cara a cara, terminaría de igual forma, a menos que uno de ellos estuviera dispuesto a hacer concesiones en la disputa territorial que los enfrenta.

Parecía improbable, dado que hasta ahora cualquier cambio en la posición de partida para negociar el espinoso tema –para Rusia, el archipiélago de las Kuriles es parte inalienable de su territorio; para Japón, se trata de islas ocupadas y reclama le sean devueltas–, sería interpretado, en sus respectivos países, como poco menos que traición a la patria.

Ni Putin ni Abe quisieron pagar precio tan alto y la reunión en el Kremlin –mientras la policía arremetió contra los participantes en un mitin de protesta frente a la embajada de Japón en Moscú– terminó sin anuncios espectaculares, más allá de que están de acuerdo en seguir negociando.

No es claro si el contexto político en Rusia y Japón hará posible, en el corto y mediano plazos, concretar alguna de las fórmulas de compromiso que desde hace meses están considerando las cancillerías de ambos países para solucionar la controversia territorial.

Hoy por hoy, el presidente ruso y el primer ministro nipón quieren anotarse el éxito de haber firmado el documento –lo que sus predecesores no pudieron hacer en más de siete décadas de infructuosas negociaciones, si bien es un gesto meramente simbólico que no entorpece la relación bilateral–, pero no están de acuerdo en la secuencia de los pasos que hay que dar para desbloquear la firma del tratado de paz.

Putin insiste en que antes de devolver nada (y en todo caso, nunca aceptará entregar la totalidad de las 56 islas e islotes), Japón tiene que reconocer los resultados de la Segunda Guerra Mundial, en otras palabras, que las Kuriles, como trofeo de guerra, pertenecen a Rusia, heredero oficial de la Unión Soviética.

Abe, por su parte, se mantiene invariable respecto de que Rusia, como gesto de buena voluntad, debe devolver a Japón al menos dos de las cuatro islas que reclama, Shikotan y las Habomai, quedando irresuelto el futuro de Kunashiri y Etorofu, y sólo después se podría proceder a la firma del documento.

Los cancilleres Lavrov y Kono tendrán una segunda ronda de negociaciones en febrero, esta vez en suelo alemán, coincidiendo con la Conferencia Internacional de Seguridad de Múnich, mientras Putin y Abe volverán a reunirse en junio de este año.