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“Al llegar al tehuacanazo reponía fuerzas después de otras torturas”
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▲ Leonel Manzano es uno de los 16 presos políticos liberados en diciembre.Foto Pablo Ramos
 
Periódico La Jornada
Domingo 13 de enero de 2019, p. 11

La cárcel templa, te hace más fuerte, dice Leonel Manzano Sosa, integrante del Frente Amplio de Comunidades Marginadas del Estado de Oaxaca (Facmeo) recluido 67 meses en el penal de Puente Grande, Jalisco, acusado de secuestro. Él es uno de los 16 presos políticos liberados en diciembre, tras el desistimiento de la acción penal promovida por la Procuraduría General de la República (PGR).

La supuesta prueba en su contra (llamadas de extorsión a la familia de dos niños plagiados, sobrinos del entonces presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Gerardo Gutiérrez Candiani) resultó en un disco vacío, presentado al juez dos años después de los hechos.

La detención, en mayo de 2013, fue perpetrada de manera arbitraria y con uso excesivo de la fuerza, por parte de policías federales, contra Leonel y otras 11 personas, según la recomendación 5/2018 de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

La liberación se dio en el contexto del análisis a cargo de la Secretaría de Gobernación respecto de la situación de más de 300 expedientes de presos políticos.

Leonel nació en Santa María Zoquitlán, Oaxaca, en la Sierra Sur.

En 2006, después de participar activamente en la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) trabajó en la formación del Facmeo, cercano a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).

El vínculo con el magisterio fue también en el ámbito familiar, porque su cuñado, Rafael Vicente Rodríguez Enríquez, asesinado en 2011, era secretario de Organización de la sección 22.

La fuerza de estas organizaciones ganó terreno en el ámbito electoral.

El 17 de mayo de 2013, al término de una reunión para lanzar la campaña de una de sus compañeras a la alcaldía de Jalapa del Marqués, Leonel fue detenido por policías federales vestidos de civil, quienes lo mantuvieron en un lugar desconocido por dos días. Fue torturado.

“Primero era puro golpe, el avioncito (oídos), en la entreceja, en el pecho, en la pierna... Luego empieza la más fea, La Palestina. Te amarran las manos por detrás, alcanzándote los codos y te cuelgan. En medio minuto sientes que te están arrancando los brazos, como si la carne se te estuviera desgajando. Y ya cuando te estás desmayando, bramas, te bañas de sudor. Y ya por último, el tehuacanazo. Cómo estarán las otras torturas que cuando estaba en esa parte reponía fuerzas.

Decían que yo era uno de los tres jefes secuestradores de los sobri-nos de Gutiérrez Candiani, el que quería ser candidato del PRI a gobernador, recuerda.

Además del disco vacío, en otras supuestas pruebas, señala Leonel, el mismo perito de la PGR dijo que no era mi voz, que no eran nuestras voces.

Permaneció sin sentencia cinco años.

Puente Grande, relata, es un lugar en donde tienes que navegar. Éramos cuatro o cinco en un mar de 2 mil, casi todos acusados de narcotráfico.

“Ahí estaban Los Amezcua, los que dicen que mataron al cardenal Posadas, los Zetas, cárteles, sus contras, todos...”

Relata que soportó ese lustro refugiado en ejercicio, la lectura y la escritura. Desde la cárcel escribió dos libros: Libertad es osadía y Coplas del encierro.

Ahora, afirma, me voy a actualizar. La pobreza y la desigualdad siguen; entonces, mi lucha recién comienza.