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El negocio de la seguridad fronteriza
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l norte de la ciudad de Tijuana, lejos y con el propósito de invisibilizar un fenómeno social, se encuentra el albergue para migrantes El Barretal. Los desplazados, los llegados con las caravanas venidas del sur, los protagonistas de un éxodo que pone en evidencia la crisis del modelo de control fronterizo establecido en el mundo con la militarización de las fronteras, sobrellevan su condición de refugiados y esperan lo imposible, llegar al norte y la quimera del dólar. Son víctimas de una expresión más de las guerras del siglo XXI, extendidas por el mundo, donde lo que se busca es la ganancia, patrocinadas por los fabricantes de armas y las empresas contratistas de seguridad.

Tras del discurso del posfacismo, de la derecha que culpa a los migrantes de la crisis económica, de los absurdos de un sistema-mundo que toca fondo, están los beneficiarios del negocio de las armas y la construcción de muros. El 15 de junio de 20015, cuando el lanzamiento de su campaña Donald Trump reveló su plan de instaurar un muro en la frontera de México con Estados Unidos. El discurso antinmigrante sigue siendo uno de los ejes que articulan un proyecto económico y político que favorece al complejo industrial militar, uno de los principales basamentos de la economía de EU después de la Segunda Guerra Mundial.

María José Rodríguez Reja, profesora e investigadora de la Universidad Autónoma de Ciudad de México, expone lo que significa en nuestros días el capitalismo de guerra en las páginas del libro La norteamericanización de la seguridad en América Latina (Ed. Akal, 2017): El capitalismo de guerra neoliberal adquiere en la concepción y estrategia estadunidense una dimensión profundamente violenta y osada en la que se expresa la visión del mundo que impone a otros, y sobre la que trata de legitimar sus acciones; a partir de ésta construye la concepción del enemigo y se definen las amenazas a enfrentar desde una estrategia de guerra que es consustancial a sus intereses.

Y el enemigo son los inmigrantes. Hace algún tiempo la Border Patrol promovía recorridos por la frontera del desierto de Sonora y Arizona, con el ánimo de disuadir a quienes intentaran ir al norte a no intentarlo. Mientras recorríamos una de las tantas rutas transitadas por los migrantes, alguno de los oficiales encargados de aquel tour me dijo orgulloso tenemos todo bajo control. La principal atracción era la tecnología desplegada en los senderos del desierto. La militarización de la frontera, además del creciente despliegue de efectivos de vigilancia, incluye un tramado tecnológico que se extiende por puntos estratégicos en los más de tres mil kilómetros que dividen no sólo a México y Estados Unidos, sino al norte y al sur de este mundo de inequidad y capitalismo salvaje.

El negocio de la seguridad fronteriza está en auge y ha tenido un impresionante crecimiento después del 11 de septiembre de 2011. Algunas de las empresas beneficiadas por este negocio son Lockheed Martin, poderosa referencia en el campo aerospacial, uno de sus productos es el Lockheed Martin 74 K Aerostat, enorme dron con forma de zepelín. En aquel viaje de demostración de los recursos tecnológicos de que dispone la Patrulla Fronteriza, hubo un momento estelar para que un grupo de periodistas venidos de distintas regiones de América se impresionara con las imágenes captadas por este gigantesco dron. El presupuesto de la seguridad fronteriza ha ido en aumento dentro del Presupuesto de Defensa de Estados Unidos. En las páginas del libro Border Patrol Nation: dispatches from the Front Lines of Homeland Security (City Lights Open Media, 2014) el periodista Tod Miller afirma: “La seguridad tecnología lleva 25 años en expansión (…) esto es sólo el principio, la proyección es que esto irá en aumento tras la llegada de Donald Trump”.

El negocio de la guerra reporta enormes ganancias para los fabricantes de armas y en muchas ocasiones también de los sofisticados instrumentos para el control de las fronteras. La influencia política de estos consorcios es determinante.

Según datos del Instituto Internacional para la Paz de Estocolmo, el mercado de las armas a escala mundial es de 100 mil millones de dólares. Las empresas estadunidenses con su determinante influencia política son líderes en ese negocio. Los consorcios productores de armas para la guerra y de tecnología para la seguridad y el control fronterizo concentran 34 por ciento de ese jugoso mercado mundial.

Desde la década de los ochenta, cuando se inició el proceso de militarización de la frontera con la Operación Guardián, en la frontera Tijuana-San Diego, la tecnología de guerra es usada en la seguridad fronteriza. Los drones Lockheed Martin 74K Aerostat, vigilantes de los cielos fronterizos, son una adaptación de los drones usados por la OTAN en la guerra de Irak.

Una de las muchas guerras de hoy se libra en las fronteras con su militarización y control. Una guerra que para algunos representa un buen negocio.

*Periodista y escritor.