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Gente de Colombia en París, indignada por disco estilo narco
 
Periódico La Jornada
Jueves 10 de enero de 2019, p. 7

París. Meseras ataviadas con chalecos antibalas, el rostro de Pablo Escobar pintado en los muros y la banda sonora de la serie Narcos como música de fondo, es el ambiente de Medellín, exclusiva discoteca en el corazón de París, que ha causado la indignación de colombianos.

Aquí se bebe, se come, se baila y se mata, rezaba la invitación a la fiesta de inauguración de este club nocturno que abrió en noviembre en uno de los barrios más prestigiosos de la capital francesa y que se ha convertido en uno de los lugares de encuentro preferidos de la juventud pudiente parisina.

En la fachada no hay ningún letrero de identificación. Siguiendo la tendencia de los bares escondidos, el Medellín está oculto detrás de una taquería, Chez Pablo, en la que se puede degustar un Pacho Herrera, taco vegetariano bautizado en honor del tercer cabecilla al mando del Cartel de Cali, o un Hijo de puto, un taco de caviar por unos 105 dólares.

Plata o plomo

Sin embargo, “¡Cuidado! Entrar en el cártel más célebre de todos los tiempos no es fácil. Hay que someterse a la ceremonia ‘plata o plomo’ con Popeye, el patrón de la taquería” y lugarteniente de Escobar, advertía la convocatoria a la velada de apertura que circuló en las redes sociales.

En la entrada, recubierta con espejos desde el techo hasta el piso, se escucha en bucle el tema Tuyo, de Rodrigo Amarante, canción introductoria de la exitosa serie Narcos, de Netflix, que explora la historia del gran capo colombiano de la cocaína.

En la sala principal, hay varias referencias al narcoterrorismo. Medellín es una ciudad muy bonita, pero construida sobre un cementerio, esto está lleno de muertos, fue una orgía de sangre, se lee en un muro.

En un pasillo los fiesteros pueden descubrir el organigrama del cártel de Medellín, que lideraba Escobar, mientras beben un cóctel a base de tequila llamado María Victoria, en honor a la viuda del barón de las drogas.

Todas estas referencias a la narcocultura no parecen incomodar a los juerguistas que bailotean al ritmo de Juan Luis Guerra, Héctor Lavoe o Willie Colón.