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Una escultura en la calle casi nunca es arte urbano; es complejo
 
Periódico La Jornada
Viernes 4 de enero de 2019, p. 2

El Comité de Monumentos y Obras Artísticas en Espacios Públicos de Ciudad de México (Comaep) es el órgano asesor en materia de arte público que decide qué se instala y qué se retira del espacio público.

Creado el 14 de marzo de 2013, tiene entre sus atribuciones emitir dictámenes técnicos sobre la instalación, reubicación o remoción de monumentos históricos o artísticos, murales, esculturas y cualquier obra en los bienes de dominio público que sean de uso común, como plazas, calles, avenidas, paseos, jardines y parques públicos.

Si una persona o institución quiere colocar una obra de arte en el espacio público debe ingresar una petición por medio de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda.

De los casos se arman los expedientes, que son analizados desde muchos ángulos. Ahora sus reglas de operación serán actualizadas para respetar expresiones como los monumentos que ha colocado la ciudadanía para recordar tragedias sociales.

La historiadora Gabriela Eugenia López Torres, ex coordinadora de Patrimonio Histórico, Artístico y Cultural de la Secretaría de Cultura de CDMX, reconoció en entrevista con La Jornada que el tema del arte público es complejo.

Hay una diferencia abismal entre arte urbano, arte público y arte en la calle. Una escultura en la vía de tránsito no necesariamente es arte urbano, más bien casi nunca. Éste es, por ejemplo, La gran espiga, de Fernando González Gortázar, concebida para la glorieta que une Taxqueña y Calzada de Tlalpan, en un contexto particular.

Sobre las ocurrencias que de pronto aparecen, recordó que durante su gestión se llegó a pedir a las autoridades delegaciones que acudieran al Comaep, cosa que ignoraban. Incluso se pararon proyectos o se obligó a quitar cosas que no hubieran pasado por el comité porque eran verdaderas aberraciones.

Para el arquitecto y artista González Gortázar, la imagen de la ciudad no debería estar sujeta a caprichos políticos, ni a presiones de grupo, ni a iniciativas de particulares que pueden ser bien intencionadas, pero basadas en un gran desconocimiento de lo que es el valor de la estética urbana, concluyó.