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Arte y tiempo

Los Baños

C

on una actitud burocrática y poco amable hacia la prensa, que había sido invitada especialmente por algunos empleados de la Coordinación de Teatro del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), comenzó la breve temporada de Los Baños, de Paul Walker, con la cual la Compañía Por piedad Teatro celebra sus primeros 20 años de existencia.

Antes de entrar a Ladies and Gents, nombre original, y a su puesta en escena, es importante destacar la evidentemente estupenda relación entre esta compañía y las nuevas autoridades culturales, porque nada fácil es que a una empresa privada se le conceda algún recinto de Bellas Artes y menos aún, el propio Palacio de Bellas Artes, y dentro de él, a los baños. Es loable esta apertura de las autoridades y sólo es de desear que permanezca y sea para todos. El tiempo nos lo dirá.

En cuanto a la obra y su montaje, se trata de un interesante thriller situado en los años 50 del siglo pasado; sus dos actos se desarrollan en unos más o menos sórdidos baños públicos y nos dan cuenta de un crimen y sus consecuencias.

La forma de presentarlo es por demás interesante, ya que cada acto se desenvuelve en un baño distinto, y en los que no se admite a más de 40 personas por función, las cuales permanecerán paradas todo el tiempo y estarán en permanente contacto con los actores y las acciones; aquí no hay aquí ninguna pared.

Estrenada por esta misma compañía en 2007, la actual puesta vuelve a su director Enrique Singer y a algunos de los actores, como Arturo Ríos y Ana Graham, quien estuvo encargada también de la traducción.

Una noticia periodística da cuenta del suicidio de un prominente empresario y político (en el sistema capitalista el poder político y el económico van de la mano) de lo que nos enteramos mediante una voz en off y de ahí, sin aparente conexión, nos situamos en la primera escena dentro de un baño público en el que un proxeneta se reúne con un cliente.

En el segundo acto conocemos el desenlace que nos esclarecerá las conexiones entre el suicidio y el final de la obra.

Trama de novela negra bien escrita, en el ínterin pone, una vez más al descubierto la doble moral en lo que se ha dado en llamar virtudes públicas, pecados privados.

Enrique Singer repite su atinada dirección de hace 11 años, pero haciéndole las adaptaciones necesarias al nuevo espacio escénico y nuevos actores. El atractivo para el público empieza desde la entrada misma al recinto de Bellas Artes, donde es recibido por tres amables edecanes que dan una serie de instrucciones, entre las que se encuentra la de que para algunos puede resultar insufrible, desprenderse y dejar en una casilla bajo llave, su celular.

A partir de ahí se divide a los asistentes en dos grupos que intercambiarán baños del primero al segundo actos. Otra de las inapelables instrucciones es que en el intermedio no se puede conversar con nadie del otro grupo.

Al igual que Singer, Arturo Ríos ratifica su calidad de siempre e igualmente buen trabajo desarrolla Ana Graham. Al elenco se aúnan Hernán Mendoza, Antonio Vega (quien estuvo también en el estreno de 2007), Romanni Villicaña y las tres entrañables edecanes Maricarmen Núñez, Tania Ruiz ( que también vuelven a actuar en la obra) y Belén Aguilar.

La breve temporada de Los Baños, que se prolongará hasta el 27 de enero, se representará los sábados a las 12, 13:30, 18 y 19:30 horas, los domingos a las 12:30 y 14 horas en el Palacio de Bellas Artes.