Opinión
Ver día anteriorLunes 24 de diciembre de 2018Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Afirmaciones, negaciones y oposiciones en los programas políticos
O

pino que muy pocos, entre los 30 millones de mexicanos que votaron por Andrés Manuel López Obrador el primero de julio, pensaron que la Cuarta Transformación ofrecida por el candidato, sería muy fácil de lograr, entrando a un nuevo periodo de la historia del país. La terca realidad le ha dado la razón a la mayo-ría de los escépticos, que sin embargo votaron por el candidato tabasqueño, ya que resultaba intolerable el más de lo mismo que ofrecía el resto de los candidatos.

Es indudable que en las transformaciones sociales y políticas el camino elegido, cualquiera que sea, resulta muy complicado. En el caso de López Obrador hay muchas razones que dificultan la meta: una oposición que se reconstruye, una derecha que comienza a creer en la fidelidad de AMLO a su programa transformador, la congestión de las cuestiones a transformar y, entonces, el inevitable atropello de unas sobre otras y, tal vez, el descuido sobre algunas más, como el ·involuntario recorte a los presupuestos universitarios y otras fallas menores o de importancia que el mandatario se ha precipitado a corregir.

Resulta impresionante para nuestra política, y para la de cualquier lugar, el espectáculo de este rosario de iniciativas con que ha iniciado AMLO su sexenio, naturalmente con el apoyo de millones de votos ciudadanos, pero también con la oposición de las mayorías de las cúpulas del poder político y económico. Este tal vez sea un escenario previsible para buena parte del sexenio. Mencionaremos todavía una ley para recortar los salarios más elevados del gobierno y aumentar los más bajos, además de que se incrementarán los programas sociales en beneficio de los marginados, que resulta su princi-pal prioridad. López Obrador tomó medidas enérgicas para cancelar la construcción de un aeropuerto lujoso y parcialmente construido.

Además, en una estrategia repleta de simbolismos, el día de su toma de posesión convirtió a Los Pinos, la residencia oficial del Presidente, en un complejo cultural abierto al públi-co, que generó imágenes de personas comunes y corrientes, a quienes antes se les había prohibido el acceso al sitio con un perímetro de seguridad impe-netrable, paseando libremente en sus terrenos con expresiones de asombro y alegría.

En su campaña electoral López Obrador prometió una revolución. Se comprometió a que, en caso de resultar electo, le pondría un alto a la corrupción, terminaría con la impunidad, fortalecería la economía, traería la paz al país, eliminaría la desigualdad y devolvería sus derechos a las minorías que han sido privadas de los mismos.

Este conjunto de puntos programá-ticos resultó enormemente popular entre los electores que le otorgaron una victoria aplastante el primero de julio, proporcionándole mayoría en ambas cámaras. 

En su discurso de toma de posesión el primero de diciembre declaró: A partir de ahora se llevará a cabo una transformación pacífica y ordenada, pero al mismo tiempo, profunda y radical, porque se acabará con la corrupción y con la impunidad que impiden el renacimiento de México. Podrían mencionarse todavía un conjunto de medidas que confirmarían la clara inclinación de AMLO hacia la austeridad: vive aún en su casa tradicional, circula por la ciudad en un modesto automóvil, finalizó con el boato que suponen las guardias presidenciales (que además han sido ya torturadores del estudian-tado y del pueblo, participando en el primer plano de la matanza del 2 de octubre de 1968, según testimonio de Julio Scherer y Carlos Monsiváis). Esto último ayuda a explicar la decisión del mandatario de desaparecer las guardias presidenciales y de crear una Guardia Nacional que combinaría mandos militares con civiles, y que ha sido grandemente discutida en el Congreso y en los medios de comunicación.

Vale la pena subrayar que AMLO, en este corto tiempo, dio vida también a una Comisión de la Verdad para investigar a fondo la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, que ha sido ocultada o disimulada por los altos mandos del gobierno anterior, tanto civiles como militares, y desde luego por las autoridades del gobierno de Guerrero.

Como parte imprescindible del programa político de AMLO debemos mencionar su eslogan: Los pobres primero. Y, desde luego, su voluntad de conseguir el desarrollo de los estados del sur del país. Además de buscar el crecimiento económico y tecnológico de América Central, en un acuerdo aparentemente ya logrado con Estados Unidos y Canadá para efectuar inversiones en esa parte del continente como una manera de frenar las caravanas de migrantes que, pasando por México, pretenderían llegar a nuestro vecino del norte. 

Puede verse, incluso en este breve resumen, la concentración tumultuosa y compleja de asuntos cruciales no sólo para el sexenio de AMLO, sino para el futuro de la nación entera. Sumémonos a las voluntades que se proponen llevarlo a buen fin y cooperemos con una visión tan amplia del país.