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Buscando la luz

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▲ Carlos Payán Velver, director fundador de La Jornada, recibió el 19 de diciembre la Medalla Belisario Domínguez en una sesión solemne del Senado.Foto Cristina Rodríguez
T

engo la extraordinaria suerte de trabajar en un milagro. Un milagro colectivo, que depende de todos los que participamos cada día para existir, que depende de nuestros aciertos y errores (y cómo los superamos), nuestros acuerdos y desacuerdos, de una solidaridad constante, y de evitar caer en nuestras propias trampas.

Los directores fundadores y actuales de este milagro, Carlos Payán y Carmen Lira, representan la esencia de lo que hacemos porque son ejemplos que comprueban lo que decía el gran periodista Ryszard Kapuscinski: los cínicos no sirven para este oficio.

El maestro polaco explicó en una entrevista en 1999: “creo que para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una buena mujer: buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona, se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias… Mediante la empatía, se puede comprender el carácter del propio interlocutor y compartir de forma natural y sincera el destino y los problemas de los demás. En este sentido, el único modo correcto de hacer nuestro trabajo es desaparecer, olvidarnos de nuestra existencia. Existimos solamente como individuos que existen para los demás, que comparten con ellos sus problemas e intentar resolverlos, o al menos describirlos”.

Y recordó que “todo reportaje –aunque esté firmado sólo por quien lo ha escrito– en realidad es el fruto del trabajo de muchos. El periodista es el redactor final, pero el material ha sido proporcionando por muchísimos… Todo buen reportaje es un trabajo colectivo, y sin un espíritu de colectividad, de cooperación, de buena voluntad, de comprensión recíproca, escribir es imposible”.

Subrayo que el verdadero periodismo es intencional: a saber, aquel que se fija un objetivo y que intenta provocar algún cambio.

Pensé en todo esto al ver la condecoración concedida a Payán con la Medalla Belisario Domínguez y al leer su extraordinario discurso. Me hizo recordar de lo que se trata este milagro, siempre y cuando logremos cumplir con las ilusiones y entender la magia con que nacimos.

No por nada Payán es conocido por algunos (espero no divulgar secretos) como El Mago. Se lo ganó por sus talentos de ilusión y transformación que provocan asombro y sonrisas entre algunos inocentes. Pero el apodo también es preciso para lo que él y sus colegas crearon de la nada, con la sola insistencia de que necesitaba existir no para ellos, sino para todos. Nuestro periódico es, en sus mejores momentos, un acto de magia, de hacer aparecer lo que estaba invisible, de revelar y con ello generar los elementos que requiere toda transformación en favor de la justicia y la libertad.

En lo que me corresponde en coordinación con todo el equipo editorial del periódico, eso de buscar cómo explicar la historia cotidiana de Estados Unidos y sus implicaciones para México, fueron estos directores que, aplicando la misma óptica periodística con que nace La Jornada, decidieron que la cobertura no podía limitarse a las cúpulas, sino al demos del norte también. Con ello, intentamos no sólo reportar la versión oficial, sino romper los estereotipos al tratar de dar voz y visibilidad a lo que podemos llamar el otro gringo.

Con ello, las rebeliones y resistencia de mujeres, jóvenes, maestros, mineros, granjeros, estudiantes, inmigrantes, artistas, músicos, indígenas y periodistas, entre otros, son igual de importantes que el más reciente comunicado del gobierno, de un político, de los intelectuales oficiales o el tuit más reciente enviado desde el manicomio.

Así, nuestro trabajo es no sólo documentar la oscuridad, sus promotores, sus causas y sus propósitos, sino también buscar la luz. De hecho, reportando desde este lado, la única razón por la cual es tolerable el caos, la crueldad, la brutalidad y la imbecilidad de los que ahora ocupan el poder en este país, es informando sobre, y dando voz a, las rebeliones contra la oscuridad. ¿No es eso lo que se festeja cada Navidad?

Ah, y los milagros también.