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Nosotros ya no somos los mismos

Mi vieja taibofilia y algunos peros inevitables

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▲ Aspecto de la librería Eraclio Zepeda, del Fondo de Cultura Económica, cuando fue inaugurada el 30 de agosto pasado en la sede de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, en Ciudad de México.Foto Cristina Rodríguez
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onocí al Taibo de las tempestades, mucho después que a sus padres, quienes con su presencia, contribuían a que algunas reuniones que organizaba en mi casa, resultaran excepcionales. Los Taibitos crecieron y, para bien colectivo, repitieron los talentos y virtudes de Mari Carmen y Paco Ignacio.

Dirigía yo la empresa estatal de producción cinematográfica, Conacite, cuando uno de mis cercanos colaboradores me preguntó si me atrevería a incursionar en géneros no muy socorridos en esa época, como el cine negro o el policiaco. Ante mi abierto entusiasmo, puso en mis manos dos pequeños libros: Cosa fácil y Días de combate, ambos de la autoría de Paco Ignacio Taibo II. Los leí en un santiamén, es decir, rapidísimo: es decir, en dos comidas solo, y una visita también solo, por supuesto, al cuartito, como con gran recato se le llamaba al escusado en mi colegio lasallista. Me entusiasmé todavía más y comencé a imaginar escenarios, locaciones, situaciones, actores. Tomé la decisión: si Taibo se ajustaba a nuestros presupuestos, le pondría monitos a uno de sus libros. La discusión se arregló con un sabio acuerdo: él aceptaba mi presupuesto y yo, en vez de uno, le compraba los derechos de los dos. La participación de Jorge Patiño, para mí uno de los mejores argumentistas y adaptadores, recién morido, y la dirección de Alfredo Gurrola, consiguieron resultados muy decorosos y aplaudibles. Lo cuento porque no quiero ocultar mi vieja taibofilia que pienso me permite decir, además de los comentarios favorables a su nombramiento, algunos peros inevitables, por ejemplo: si uno es un ciudadano de a pie, totalmente autónomo y sin compromisos, explícitos o sobrentendidos, si no tiene relaciones, compromisos, con instituciones, empresas, mafias, cofradías, partidos, clubes, sectas, evidentemente puede actuar con plena libertad, claro, dentro de lo que las normas jurídicas: leyes, reglamentos, edictos, no prohíban. En México, ¿quiere entrar a cualquier lugar público sin corbata, saco o con huaraches? ¡Claro que puede hacerlo! Igual que si es prietito, gay o machín. Pero si usted acepta ser boy scout, las borlas sosteniendo sus calcetas, si pertenece al Rotary Club, al de Leones o Sembradores de la Amistad (¿todavía existirán?), los chistosos sombreritos, los brazaletes y otras insignias serán de uso obligatorio. Ni para qué mencionar a quienes forman parte de las fuerzas armadas, los bomberos o los miembros del Servicio Secreto (pese a ser éstos más identificables que una señora al borde del parto). Las Hijas de María se comprometen a conservar intacta su virginidad hasta el tálamo nupcial bendecido por el sacerdote y la castidad, la templanza y el decoro de por vida. (Así debieran de ser la hijas de María-na, Mari-bel, Mari-sol y también las de Zoraida, Diamantina y Xtabay.)

Si PIT quiere tener la maravillosa oportunidad de servir a su patria, México, con toda la inteligencia, imaginación, talento y entrega que siempre ha demostrado, tiene la imperiosa obligación de domeñar su carácter y atemperar su temperamento. El primero es un tipo de comportamiento que manifiesta el individuo. El segundo, es la base biológica del primero y está determinado por los procesos fisiológicos y factores genéticos que inciden en las manifestaciones conductuales. PIT tiene que dejar de vestir como hippy de los años 60, con pantalones y camisetas de Mercado Libre o Segunda Mano, tres tallas menores a las ahora necesarias y con leyendas tan desfasadas como: Tierra, tierra. Rodrigo de Triana.

Su analista, en una sesión, le diría lo que significa ese tono retador, levantisco y siempre engallado y retador que le envidiaría don José Zorrilla y Moral, para los parlamentos de don Juan. Pero resulta que PIT no tiene motivos personales para el profundo rencor social que le gusta mostrar a diestra y siniestra. Es un exitosísimo escritor a escala internacional, las regalías que percibe le garantizan una absoluta capacidad económica, o sea la mejor de las garantías para el ejercicio de una... ¡Agotaste tu espacio!, me grita mi anciana laptop, y sólo me queda obedecer e intentar filtrar un último versito/renglón: Si yo fuera senador, mi voto sería por Taibo para director.

@ortiztejeda