Opinión
Ver día anteriorLunes 3 de diciembre de 2018Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Aprender a morir

Duelo por un sexenio

A

nte la pérdida de un ser querido, persona o animal, expectativas frustradas, empleo, fracaso de un proyecto o terminación de un régimen corrupto, iniciar el duelo es la manera de enfrentar con decisiones y expectativas, el sobresalto de esa pérdida. Para acompañar la impotencia que agobia y apuntalar la propia vida en un aquí y ahora menos pasivo, más desafiante.

Además de dolor y consternación, duelo es combate entre dos: la ausencia de quien se ha ido, así como los sentimientos, muchas veces encontrados, de quien se queda. Es reflexionar sobre esa pérdida, expresar los sentimientos que provoca, compartir éstos, revisar las propias acciones además de las reacciones y adoptar actitudes que ayuden a aceptar y a superar, ya que no es responsable ni ético morirnos con nuestros muertos ni enfermarnos con nuestros enfermos. Deudo es también deuda emocional a cubrir con responsabilidad, ayudándonos con una actitud aceptante y madura, para superar el trance y rencauzar esfuerzos al tiempo que se aprende del cambio con entereza, más que con lamentaciones.

El gobierno que concluyó deja en los mexicanos sentimientos de pérdida tan diversos como le haya ido durante los seis años, desde ser socio en alguno de los negocios del lamentable gabinete, hasta ser víctima o deudo de algún asesinado o desaparecido, única versión de la muerte que fomentó el prianesco sistema que ensayamos: hacer como que cambiamos, pero nos oponemos para que las cosas sigan igual, pasando por esa amplia población sufridora pero comodina, fastidiada pero conservadora, harta pero temerosa de que las cosas se salgan de control, como si no se hubieran salido.

Indignación, depresión, incertidumbre o de plano la infantiloide paranoia de volvernos otra Venezuela, así no tengamos más patrimonio que nuestra capacidad de resistir, son otros aspectos del duelo. Pero de compartir responsabilidades y hacernos propósitos de enmienda tras la sonora pifia peñanietista, nada, sino que instalados en el victimismo lamentamos que las cosas hayan sido así y no de otro modo, como si nuestra actitud y pronunciamiento de ciudadanos no pudiese cambiar las cosas. Renovar la confianza en que estando unidos y alertas podemos modificar vicios además de las resistencias, es otra manera de procesar los duelos por tanto cinismo acumulado.