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Desde el otro lado

Gesto innecesario

L

a zacapela ocurrida en Tijuana, Baja California, cuando un grupo de ciudadanos hondureños y salvadoreños intentaron cruzar la frontera con Estados Unidos, era una situación esperada. Lo que no se esperaba es que quienes se atrevieron a dar ese paso fueran recibidos con gases lacrimógenos y balas de goma por la Patrulla Fronteriza estadunidense, sin importar la presencia de mujeres y niños, cuya angustia se aprecia en las evidencias gráficas que aparecieron en los diarios del mundo entero. El despectivo calificativo de criminales que Donald Trump asestó a los centroamericanos que huyen de la violencia y miseria en sus países contrastó con la deferencia con que se refirió a la horda neonazi que agredió a una multitud que condenaba la creciente ola fascista en Estados Unidos.

Ignorar esa característica de Trump, y de su círculo más allegado, es un dudoso pragmatismo político que más pareciera estar guiado por intereses personales y no los de un Estado soberano. Ese es el contexto en que debe entenderse la condecoración del presidente mexicano al señor Jared Kushner, yerno de Trump y tal vez su más cercano asesor. No está del todo claro cuál fue la participación real de Kushner en la negociación del nuevo acuerdo. Lo que sí se sabe, porque lo publicó la prensa estadunidense, es que las presiones de la industria automovilística, la agroindustrial y la poderosa Cámara de Comercio fueron claves en el refrendo del tratado. A ello se sumó la inteligente y discreta intervención de Ildefonso Guajardo, responsable de la negociación por parte de México, que contrastó con las ostentosas declaraciones del entonces canciller Luis Videgaray. La defensa que éste hizo para justificar la pertinencia de la condecoración otorgada a Kushner es consecuente con su invitación al entonces candidato Donald Trump, quien sistemáticamente se ha referido a los mexicanos como violadores y criminales. El clamor para que el hoy ex canciller saliera de la Secretaría de Hacienda, un puesto clave en el gabinete y en la sucesión presidencial, fue la respuesta a su, por lo visto, no tan extraviado error. En todo caso, si el ex presidente Peña Nieto y Videgaray querían seguir congratulándose de sus buenas relaciones con la familia Trump, podrían haberlo hecho de manera más discreta y no, una vez más, poniendo en entredicho la dignidad de todos los mexicanos.

Un abrazo solidario a la familia del entrañable Lalo ­Pascual.