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Llegó la 4T

Pretende que México sea antesala de solicitantes de asilo

El régimen de Trump prepara la primera crisis bilateral en el gobierno de AMLO

Se pronostica un camino difícil y hasta explosivo entre los presidentes

Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 30 de noviembre de 2018, p. 15

Nueva York. Poco antes de que asuma el gobierno, inversionistas, analistas y políticos de Estados Unidos buscan definir quién y cómo será el presidente Andrés Manuel López Obrador, y por ahora, no hay consenso: sigue siendo un enigma.

Sin embargo, lo más preocupante para muchos en torno a la relación bilateral no es tanto qué hará el nuevo gobierno mexicano, sino la errática y provocativa política del régimen de Donald Trump, el cual ya preparó la primera crisis bilateral para dar la bienvenida a López Obrador.

Los medios aquí reportan que López Obrador está asustando a inversionistas (The Wall Street Journal); otros, que está por ofrecer un momento positivo para inversionistas, ya que algunos estiman exagerados los temores (Bloomberg), mientras algunos más están alarmados porque está por llegar un posible enemigo de la democracia (Financial Times), junto con lo de siempre, de que es impredecible, temperamental y no se sabe cuál versión de él gobernará (The New York Times). Otros siguen usando la palabra del momento, el término cada vez más ambiguo de populista (un titular buscó fusionar todo y llamarlo populista pragmático).

Expertos y ex diplomáticos (incluyendo ex embajadores en México) pronostican un camino difícil y posiblemente hasta explosivo entre los dos líderes, en parte por sus personalidades y otros por sus políticas divergentes. Ofrecen listas de recomendaciones de lo que debería hacer el nuevo gobierno, desde política económica, energética y de seguridad con la cooperación antinarcóticos, con Estados Unidos al centro.

La primera crisis

Casi todos indican que la primera crisis bilateral del nuevo presidente ya está más que anunciada: los buscadores de asilo en la frontera. De hecho, sólo 24 horas después de que López Obrador asuma el gobierno, su canciller Marcelo Ebrard viajará a Washington para verse con los secretarios de Estado, Mike Pompeo, y de Seguridad Interna, Kirstjen Nielsen para continuar abordando el asunto.

Ebrard ya había iniciado negociaciones discretas con Pompeo en Houston hace unos días. Versiones periodísticas informaron que se logró un acuerdo, pero eso fue desmentido, y Ebrard insistió en que lo único que existe por ahora es una conversación sobre cómo tratar la situación.

Pero la posición de Trump no deja mucho margen: mientras avanzaban las pláticas entre los estadunidenses y el gobierno electo la semana pasada, tuiteó que a los solicitantes de asilo no se les permitiría el ingreso a Estados Unidos hasta que un tribunal apruebe sus peticiones y que todos permanecerán en México. Si por alguna razón se hace necesario, cerraremos nuestra frontera sur.

Lo que está en juego es, en parte, fijar algunos principios de la relación entre el nuevo gobierno mexicano y el régimen de Trump. La posición de este último es que México sea antesala en el proceso de evaluación de peticiones de asilo, algo que puede durar meses y hasta años.

Según José Pertierra, abogado experto en migración y asilo en Washington, lo que pide Trump no es nada menos que México sea cómplice en la violación del derecho internacional sobre los refugiados y de las propias leyes de asilo en Estados Unidos, que señalan que cualquiera tiene el derecho de ingresar a territorio estadunidense para solicitarlo.

Lo que está haciendo Trump es desmantelar todo el sistema de asilo al limitar cada vez más el ingreso al país y, con su ex procurador Jeff Sessions, reducir hasta que sean casi inexistentes las razones para otorgar esa protección, por ejemplo anulando la violencia doméstica, de género o criminal como motivos para solicitarla, explicó en entrevista con La Jornada.

Pero para que esto funcione, necesita que México acepte y albergue a toda esa gente en su territorio, donde los solicitantes no conocen a nadie ni tienen acceso a la infraestructura de apoyo del lado estadunidense. Muchos vienen porque conocen a alguien aquí, explicó. Por ello, reiteró Pertierra, México corre el peligro de subordinarse a la estrategia antimigrante de Trump.

En los próximos días brotarán aquí las primeras impresiones y reacciones sobre el nuevo presidente en la nación latinoamericana, incluyendo los mexicanos y latinoamericanos radicados aquí que esperan una respuesta a la persecución que padecen por este régimen y sus aliados.