Opinión
Ver día anteriorLunes 26 de noviembre de 2018Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Toros
Poesía sin límites corporales
E

l poeta es el ser que carece de límites corporales. Su silencio repentino y largo tiene algwo de silencio de río y el alta hora, oscuro como un río ancho se le siente fluir, pasándose por su cuerpo y su alma sangres, remembranza, dolor, latido de otros corazones y otros seres que son el mismo en aquel instante, como el río es todas las aguas que le dan cuerpo, pero no límite. Descripción exacta del asombroso poder asimilativo del poeta que decía el gran poeta Alexandre o sea sus pies se hundían en el tiempo, en los siglos, en la raíz remotísima de la tierra hispanítica.

Esa poesía que no surgió de los toreros pese a que los toros de José María Huerta, joya de la ganadería mexicana, especialmente el primero y el seguro literalmente planeaban, y la vida se intensificaba vestida de tiernos matices.

En especial el segundo de la tarde Bien Querido, que resultó un toro excepcional. Los cabales nos imaginamos toreando al caramelo que hacía geometrías en el ruedo. Un toro que tenía el encanto de embestidas enamoradas, pastueñas, juguetonas y que aterrizaban como avión al meter la cabeza en el ruedo.

Desde el mirador de la barrera me asombraba su encastada nobleza turbadora del silencio de la ganadería brava mexicana y el sol invernal de Ciudad de México, azul como ninguno. Lo dejó ir Arturo Macías pese a un inicio de faena muy torero.

De la misma manera el primero del rejoneador Andy Cartagena que embestía sin tirar ni una cornada y a medida que pasaba y pasaba en la persecución del caballo quedó a una mayor ponderación de goces previstos.

El rejoneador Cartagena resulta ser maestro en dar espectáculo en su segundo enemigo; se divirtió caminando a dos patas a sus caballos jugando al toro. Disfrutaba con lo divertido del caballo que jugaba con el toro al meter la cabeza y le dieron una oreja.

Mención aparte merece el debutante Leo Valadez, que con todo en contra le encontró el son a un toro de Arturo Gilio. Calentó la plaza con una serie de zapopinas que prendieron el coso. La gente regresó a sus asientos. El joven torero realizó una meritoria faena rematada con una estocada en la que se entregó, en todo lo alto. ¿Habrá manera de darle más corridas a este joven valor de la torería mexicana?