Opinión
Ver día anteriorLunes 26 de noviembre de 2018Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Engorroso proceso electoral de EU
C

oncluyó el proceso electoral en Estados Unidos mediante el que se eligieron 435 representantes, 34 senadores (falta uno por decidir), 36 gobernadores, decenas de alcaldes, de asambleas estatales, municipales y locales.Además, se votaron decenas de propuestas para regular o cambiar legislaciones en los diferentes niveles de gobierno y autorizar obras públicas.

Las votaciones en el país vecino son complejas y en ocasiones engorrosas a raíz de que la Constitución de EU establece que cada estado de la Unión será responsable de organizar y supervisar las elecciones.

En términos generales, la ruta del sufragio se regula por la legislación federal, pero al trasladar la obligación de organizar el sistema a cada estado, municipio y localidad, esas instancias incorporan normas particulares derivadas de sus características y experiencias particulares. Hay casos en los que, en un mismo estado, varios condados tienen normas diferentes, y esas peculiaridades complican los tiempos y resultados finales de la elección.

Ejemplo de ello fue que en Florida, una vez más, fue necesaria la presencia de abogados para dirimir entre las interpretaciones de las normas que rigen el proceso en dos condados de ese estado. En el año 2000, por un problema similar miles de boletas, cuyo diseño hacía difícil saber por quién se votó, dio lugar a un litigio que llegó a la Suprema Corte que, en última instancia, otorgó la presidencia a George W. Bush. En esta ocasión, además de Florida, en los estados de Georgia y Misisipi las distintas lecturas sobre los requisitos para votar fueron la causa para que se suprimiera ese derecho cívico a miles de ciudadanos, casualmente la mayoría de ellos afroestadunidenses y latinos.

El profesor Edward Foley, director del programa de legislación electoral en la Universidad de Ohio y autor de un tratado sobre la historia de las disputas electorales en EU, comentó en una entrevista reciente la necesidad de establecer una ley y una autoridad no partidista que regule todo el proceso electoral, en especial por los problemas que pudieran surgir en las elecciones de 2020. En Florida, menos de 10 mil sufragios inclinaron la balanza y aunque no había evidencias de fraude, la retórica de los partidarios y representantes de los candidatos (empezando por las del presidente) pusieron en entredicho los resultados de la elección.

En esas condiciones es difícil que los votantes consideren que el sistema electoral es justo y no está amañado; el discurso cada vez más violenta en torno a los resultados puede conducir a desenlaces difíciles de pronosticar.

Por esas razones es necesaria una autoridad (árbitro) imparcial que no apueste por alguno de los contendientes, concluye Foley. Es obvio que las observaciones del especialista tienen sentido en el contexto de las elecciones que se avecinan. Más aún debido a que estará en juego la relección de un presidente que parece solazarse con la división cada vez más profunda de la sociedad y porque la tensión ocasionada por esa actitud no augura nada bueno, de no corregirse las anomalías en el sistema electoral. En la historia del sufragio en EU, las luchas por el derecho a ejercerlo han sido una constante entre ellas: el derecho al voto de la población afroestadunidense, del sufragio a la mujer y a los jóvenes de 18 años.

No parece haber cambios en el proceso mediante el que los ciudadanos deciden quién los gobierna, pero sería un error histórico fuera de contexto pretender que otros sistemas electorales son mejores o peores que el estadunidense. Por ello son tan importantes observaciones como del profesor Foley. De no atender la organización y calificación en la próxima elección pudieran dar lugar a un serio retroceso en la democracia y un pésimo antecedente para los países que han optado por imitarla.