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En plena guerra mundial, los Harlem Hellfighters contagiaron de jazz a Europa
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▲ Una imagen del Museo Smithsoniano de Historia y Cultura Afroestadunidenses destaca un casco utilizado por los Harlem Hellfighters.Foto Afp
 
Periódico La Jornada
Martes 6 de noviembre de 2018, p. 8

París. Los europeos nunca habían escuchado nada igual. El jazz fue una de las grandes novedades que acompañaron la entrada de los estadunidenses a la Primera Guerra Mundial... y la más pegajosa.

Generalmente se asocia la introducción de esta música sincopada, entonces conocida como ragtime, a la llegada a Francia, en diciembre de 1917, del 369 regimiento de infantería, al que pertenecían los Harlem Hellfighters, orquesta militar formada por músicos negros que dirigía el teniente James Reese.

Este acontecimiento causó gran impacto. En cada estación donde paraban tocaban algo que la mayoría de los franceses no había escuchado, destaca el compositor y musicólogo Laurent Cugny.

Otro aspecto nuevo era que quienes tocaban eran negros. Más allá del racismo, era una rareza de peso para la época, añade.

Los Harlem Hellfighters dieron el primer concierto oficial de jazz en Europa el 12 de febrero de 1918 en la ciudad francesa de Nantes, pero hay que remontarse a principios de siglo para encontrar en el viejo continente las primeras muestras de lo que más tarde se llamará jazz.

En 1912-1913 empieza a llegar un conjunto de músicas en forma de partituras procedentes de Londres, gracias a un acuerdo entre editores británicos y franceses, recuerda Bertrand Dicale, especialista en sonidos populares.

Inevitablemente, esta nueva corriente alcanza también a los compositores de música culta, como Erik Satie, Igor Stravinski, Maurice Ravel y Darius Milhaud. Satie, por ejemplo, integra un número de ragtime en su ballet Parade (1917).

Lo que les gusta del jazz es su ritmo, su vigor, aunque al final pierdan rápidamente el interés, explica Cugny. Las estrellas del naciente music hall se contagian del virus. Es el caso de Maurice Chevalier, quien descubre el ragtime en partituras en 1914, cuando está destacado en un regimiento de infantería.

El tema titulado Les Jazz Bands, incluido en una de sus primeras grabaciones en 1920, fue la primera canción francesa que menciona ese género.

Black Montmartre

Durante esa época, las bandas estadunidenses improvisan con músicos parisinos de orquestas y de restaurantes. La influencia del jazz aumenta, aunque existe un intercambio, destaca Bertrand Dicale.

La canción Mon homme, creada en 1920 por Maurice Yvain, compositor de Chevalier, reapareció más tarde como My Man en Estados Unidos, interpretada por Ella Fitzgerald y después por Billie Holiday.

En París se vuelven locos con las bandas de jazz. Tocan en los cabarets de lo que entonces se conoce como el Montmartre negro.

La Revue Nègre, con Josephine Baker, causa furor en el teatro de los Campos Elíseos en 1925. Llegan los primeros discos de Duke Ellington.

La percepción de los negros ya no es la misma, resume Laurent Cugny. Jazz es una palabra que hace soñar. Está asociada con la idea de divertirse, de vida, de dinamismo. Está vinculada al modernismo de la época.

Más importante todavía, según Cugny, Europa está recuperándose de la Primera Guerra Mundial. Después de cuatro años de carnicería, la gente quiere abrir las ventanas, disfrutar.

La fiebre del jazz se extiende también al resto de Europa, continente que las orquestas militares estadunidenses optan por explorar antes de regresar a su país. Van a los países del Este, a Escandinavia y a Rusia, donde el saxofonista Sydney Bechet actúa en 1926.

El jazz también se popularizó en la Alemania de posguerra, donde Charles Trenet, quien pasará a la posteridad como el padre de la canción francesa, descubrió el género a los 15 años, cuando vivía en Berlín con su madre artista, según Dicale.

Era el inicio del cine sonoro y los estudios empezaban a integrar a estos músicos. Trenet los ve trabajar.