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Fiesta de arte y color
E

n las reciente semana se festejó en todo el país el Día de Muertos, tradición con fuertes raíces prehispánicas que se conserva totalmente viva. Al paso de los años, de manera particular en las zonas urbanas, se ha transformado para convertirse en un festejo lúdico con diversas manifestaciones artísticas.

Guarda tantos valores culturales que ha sido declarada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.

Desde hace cinco años se efectúa el Desfile de catrinas, que recorre Paseo de la Reforma, previo al inicio de la festividad. El personaje ahora llamado Catrina fue una creación del genial grabador José Guadalupe Posada como una crítica social a los indígenas que se enriquecían y menospreciaban sus orígenes. Él la bautizó como La India Garbancera, que en su día de descanso se vestía como las señoritas ricas a quienes nombraban catrinas.

Fue Diego Rivera quien la inmortalizó y le dio fama en su mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, donde aparece la Catrina del brazo de su creador. Esta imponente obra de arte que originalmente estuvo en el hotel Del Prado, que se encontraba en la avenida Juárez, tuvo que ser removida de ese sitio a raíz del terremoto de 1985 que dañó severamente la construcción.

Se le edificó su propio museo, que se encuentra en el costado poniente de la Alameda; vale la pena visitarlo, ya que es la obra más personal de Rivera en la que se pintó de niño y algunos de sus seres más queridos, como sus hijas y Frida Khalo.

Actualmente la Catrina es la estrella principal del desfile que integran carros alegóricos, comparsas, calaveras gigantes, marionetas y música que organiza el gobierno de la ciudad. Una semana antes hay otro en el que participan cientos de entusiastas ciudadanos que se maquillan y disfrazan y buena parte de ellos vuelven a participar en el oficial.

Los festejos del Día de Muertos no quedan ahí: como todos los años el Paseo de la Reforma luce miles de exuberantes flores de cempasúchil con su vivo color de sol que alegra el corazón. A eso hay que sumarle, en el tramo de la Fuente de Petróleos a la Estela de Luz, la exposición de magníficas fotografías que penden de las rejas de Chapultepec.

Y la fiesta sigue: a partir de ese punto hasta la glorieta del Ángel puede deleitarse con la muestra de 200 alebrijes monumentales. Son animales fantásticos que se crearon en la década de los años treinta del siglo pasado en el barrio de La Merced, autoría del artista plástico José Gómez Rosas, conocido como El Hotentote, y del maestro artesano Pedro Linares, quien hacía Judas de cartonería.

Originalmente el artista los diseñaba como máscaras para los disfraces con los que concursaba en los bailes de máscaras de la Academia de San Carlos, en donde era maestro.

Esto seres coloridos, de formas caprichosas que llegan a medir hasta 3.60 metros de altura, son el fruto del concurso que realiza anualmente el Museo de Arte Popular (MAP). Hoy domingo es el ultimo día para verlos, así que apúrese y dese una vuelta.

Y el agazajo continua: en el siguiente tramo del Paseo de la Reforma lucen su belleza y originalidad 50 enormes cráneos de calavera. Miden 1.40 metros de alto por 1.10 de ancho y están hechos con vidrio y resina. Cada uno de ellos fue decorado por un artista que trabajó con total libertad. Algunos de los genios plásticos que participaron son: Marijo Alonso, Cocolvú, Alejandro Filio, Magda Torres y Diego Rodríguez. Estos permanecerán en ese lugar hasta el 15 de noviembre.

Ahora sí, vámonos a comer. Justo frente al Ángel de la Independencia, en el número 342 de Reforma, se encuentra la cantina La No. 20. Presumen con orgullo que son de la tierra del agave, hijos del pulque, mezcal, tequila, sotol y bacanora. No dejan fuera su herencia de la tierra del maíz donde la gastronomía mexicana con sus aromas, sabores, texturas, historias y costumbres es protagonista. Ofrecen su versión contemporánea de la tlayuda oaxaqueña con chapulines y salmón.