Opinión
Ver día anteriorJueves 25 de octubre de 2018Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Por la vida real
L

a Red Hemisférica por la Primera Infancia, con la participación de parlamentarios de 15 países, celebró su Encuentro Internacional de Educación Inicial y Prescolar número 18, en Monterrey. En la ciudad opera, a iniciativa de la dirección del Partido del Trabajo (PT), una institución que se ha convertido en referencia nacional e internacional por la calidad e innovaciones educativas de los niños de la primera edad: los Centros de Desarrollo Infantil (Cendis).

Por la opinión de algunas madres he sabido de la confianza que ellas tienen en el cuidado que proporciona el personal de los Cendis a sus pequeños. Su gran demanda justifica esa opinión.

La reunión de parlamentarios y ex parlamentarios tuvo por anfitriones al dirigente nacional del PT y presidente de la Red Hemisférica, Alberto Anaya, y a la maestra Guadalupe Rodríguez, directora general de los Cendis. Y su tema fue la Atención Integral, Intersectorial e Inversión en Políticas Públicas para la Primera Infancia. Anaya señaló la necesidad de invertir en la educación temprana como instrumento primordial para combatir la pobreza, la desnutrición, la anemia y la obesidad, así como para propiciar la paternidad responsable y la violencia familiar y de otra índole que daña a los niños.

La síntesis resolutiva del significativo encuentro fue la de impulsar como obligatoria y gratuita la educación temprana. El planteamiento le fue hecho a Andrés Manuel López Obrador por la maestra Rodríguez, quien ahora es diputada local. El presidente electo dijo que el trabajo de los Cendis sería regularizado (en el pasado inmediato, la institución fue objeto de hostilidad, actos persecutorios y retención arbitraria de sus recursos). Prometió contemplar la demanda, aunque no su instrumentación inmediata. Denos tiempo, respondió.

Creo que la educación inicial es tan importante como la del nivel superior. Esperemos, pues, que el próximo gobierno la pueda considerar y hacer practicable como parte de la reforma educativa.

Invitado por la dirección de los Cendis, en alguna ocasión pude reflexionar, micrófono en mano, sobre lo que para una sociedad puede representar la educación inicial. Su punto de partida no puede ser otro que el de la educación prenatal. Al feto (palabra técnica de las que no me gustan) se lo tiene que alimentar suficiente y adecuadamente, y en seguida mantener a la madre en condiciones de indudable salud orgánica y tranquilidad anímica. Pero esto no basta. La madre y el padre requieren de una guía polidisplinaria para saber qué y cómo hacer para que su hijo o hija reciba los cuidados clínicos necesarios y todos los estímulos y señales afectivos, lingüísticos y artísticos (musicales, por lo pronto), que serán los primeros datos de su aprendizaje en la construcción del criterio que guiará su vida.

Los medios no dieron mayor espacio al encuentro. Ya se entiende por qué. Se lo darían, y en espacios privilegiados, a la manifestación política, de corte fundamentalista, en contra del aborto y otros males igualmente mitad desfigurados, mitad inventados.

En su nutrida manifestación, los participantes cuestionaron algo por lo que nadie se ha pronunciado: el aborto. La postura estuvo dirigida, sobre todo, al gobierno que presidirá López Obrador. Exigencia de muchos colectivos de mujeres ha sido la de hacer efectivo su derecho a decidir sobre qué hacer en torno a un embarazo adverso por muy diversos motivos: violación, riesgos para su salud, necesidad laboral, pobreza y otros, y que al recurrir a un legrado tal operación no sea criminalizada.

Nadie tampoco ha dicho que las mujeres pueden abortar en cualquier circunstancia. Pero no es la situación de las mujeres que desean someterse a un legrado necesario lo que parece interesar a ciertos grupos. Para ellos el aborto es, sin más, un pecado y un crimen; de aquí su postura cerrada a todo lo que no sea promover el alumbramiento obligado de las mujeres en estado de preñez.

Ahora hablan en defensa de dos vidas. Así, el cigoto (huevecillo similar al de la mayoría de los vertebrados), el blastocito, la mórula y otros conjuntos celulares prefetales son una vida equivalente a la de la madre, con una trayectoria vital y un determinado bagaje de experiencias. Se empeñan en que la vida humana debe considerarse tal desde la concepción. A esta amalgama se la agita con tremulante demagogia.

Alfonso Reyes es conocido, por lo menos como nombre de calle, en el Monterrey metropolitano. Al caudaloso escritor regiomontano debemos, entre muchos otros, un pensamiento que debía estar presente en todas las organizaciones sociales e instituciones educativas: La impreparación política, junto con la impreparación sexual, será, en la historia, el mayor escollo con que haya tropezado la humanidad contemporánea. Por lo que se ve, un sector de sus paisanos de ahora se sigue tropezando en ambos peñascos.

Esos tropiezos permiten valorar mejor el impulso dado a la educación inicial por el PT que es, en suma, una opción por la vida real.