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El 68 a medio siglo

Jornadas contra genocidio e impunidad

La represión de 1968, genocidio: Comité 68

Hernández Gamundi y Martín del Campo piden que se juzgue a Luis Echeverría por delitos de Estado

 
Periódico La Jornada
Sábado 20 de octubre de 2018, p. 15

La represión orquestada en diversos momentos por el gobierno mexicano en contra de los jóvenes y los estudiantes en 1968 –y no sólo en la masacre del 2 de octubre de ese año en Tlatelolco—debe ser considerada como un genocidio, pues cumple con diversos elementos propios de este crimen de lesa humanidad.

Así lo afirmaron Félix Hernández Gamundi y Jesús Martín del Campo, integrantes del Comité 68, quienes señalaron que es posible y necesario reactivar los procesos judiciales en contra del ex presidente Luis Echeverría Álvarez y otros funcionarios por los delitos de Estado que cometieron en las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado.

Al participar este viernes en la inauguración de las Primeras Jornadas contra el Genocidio y la Impunidad, ambos ex dirigentes del movimiento estudiantil enfatizaron que mucha gente todavía piensa que el genocidio únicamente se comete cuando existen montañas de cadáveres o las agresiones se dirigen contra ciertos grupos étnicos, lo cual no es correcto.

Entre los elementos que comprueban la presencia de una estrategia genocida, subrayó Hernández Gamundi, está el hecho de que los agentes del Estado mexicano reprimieron específicamente a un grupo nacional: los jóvenes y los estudiantes, o quienes a su juicio parecieran estudiantes, lo cual era suficiente para que las víctimas fueran encarceladas o asesinadas.

Otro factor que acredita la existencia de un genocidio es que las autoridades planificaron con detalle la masacre de Tlatelolco, como lo comprueba el hecho de que usaron departamentos de esa zona de la ciudad como centros de detención y tortura, y vaciaron las cárceles y hospitales con días de anticipación, sabiendo que habría muchos heridos. Asimismo, hay evidencias hemerográficas sobre cómo los altos mandos del Ejército acuartelaron a cientos de soldados para adoctrinarlos con la idea de que ellos eran los guardianes de la patria, cuya labor era defender a México de los sectores privilegiados (los estudiantes) que no valoraban lo que tenían y tomaban héroes prestados, en referencia al Che Guevara, Fidel Castro y Ho Chi Minh.

Otros elementos probatorios de genocidio, indicó, son las detenciones masivas, arbitrarias e ilegales previas y posteriores a Tlatelolco, y el hecho de que los militares hayan abierto fuego el 2 de octubre de forma indiscriminada y sin previo aviso.

De igual forma, el llamado halconazo del 10 de junio de 1971 fue la continuación de esa misma política de exterminio, como lo comprueban su alto grado de planeación y el entrenamiento de los agresores, externó Martín del Campo.