Opinión
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El control del gran hijo
T

res noticias seguidas una de otra y un hallazgo. La primera me la dio mi hermano Reynaldo. Su libro Inteligencia artificial total ya salió y está disponible en Amazon, la opulenta firma comercial por Internet. La segunda noticia fue el video de una tienda automatizada en Dubai, cortesía de una prima. Y la tercera me la envió un amigo: se trata de una tienda inteligente, precisamente de Amazon, donde el público entra, escoge los artículos que requiere, los pone en una bolsa y sale sin tener que hacer filas ni tener que pagarle a ningún cajero. El importe de la compra, uno puede suponer, se lo pasarán a una cuenta domiciliada en algún banco. Las tres noticias las recibí, claro, en mi celular. El hallazgo fue un aparato para masaje corporal con fines terapéuticos que me permite prescindir del masajista.

De acuerdo con los autores que cita mi hermano, para el año 2039 –en 20 años– la sociedad, en todas sus relaciones y procesos, y los individuos, de la cuna a la tumba, quedarán sujetos, dentro de una inconmensurable red, al fenómeno transversal de la inteligencia artificial total. Estamos en los prolegómenos de ese cambio radical.

Ya está probado que una inteligencia artificial puede derrotar a los campeones de ajedrez y hasta del juego denominado Go. En el encuentro de una inteligencia artificial con el campeón indiscutible de Go, la máquina lo derrotó en tres ocasiones consecutivas.

La inteligencia artificial, sin ser total, está presente, de manera sigilosa, en todos los aspectos básicos de nuestra vida. La máquina capta, identifica, aprende, calcula y decide. Ahora sólo sobre ciertos movimientos e información específicos. En el futuro será sobre los comportamientos de individuos, organizaciones sociales, estados y países en todas sus dimensiones. Acaso por total (y quizá totalitaria), una vez adquirida la información necesaria y disponibles las llamadas aplicaciones requeridas podrá imponerse ineluctablemente a la voluntad y las acciones humanas. Según el astrofísico británico Sthephen Hawking, citado por el autor, el desarrollo de la inteligencia artificial total significará el fin de la raza humana.

Al mercado detrás de la inteligencia artificial sólo le importa ganar con este instrumento, aunque Bill Gates, previendo el futuro del desempleo, ha adelantado la propuesta de cobrar un impuesto a los robots. Hasta ahora, a los gobiernos les importa desarrollarlo. Como a ciertas empresas, su objetivo es ampliar su capacidad de competencia y poder.

Así lo ha hecho el gobierno chino de Xi Jinping, mediante su 13º Plan Quinquenal, que prevé invertir fuertes sumas en investigaciones y en apoyo a grandes empresas (Alibaba, Tencent, Baidu) para elevar el nivel de uso y posibilidades de la inteligencia artificial. Lo mismo hace Francia en el gobierno de Emmanuel Macron: tiene planeado invertir mil 500 millones de euros hasta 2022 en apoyos a investigación y proyectos, así como 10 mil millones de euros del Fondo para la Innovación y la Industria. En Estados Unidos, Barak Obama declaró, al fin de su mandato, que su sucesor gobernará un país que estará siendo transformado por la inteligencia artificial. Sin embargo, el gobierno de Trump ha preferido inhibirse. Con los gigantes informáticos (Google, Apple, Microsoft, Facebook, IBM, Amazon) que han crecido en su territorio y bajo sus normas, deja que las empresas privadas sean quienes se ocupen fundamentalmente del tema. Pero hay que decir que el empleo político de la inteligencia artificial (supuestos datos confidenciales de los usuarios de Facebook) ya fue probado en apoyo a la candidatura de Trump.

Los beneficios que ha conseguido la cibernética aplicada en campos básicos de la vida económica y social, le han conferido la legitimidad suficiente para continuar ampliando su avance incontenible.

El autor señala esos beneficios, incluidos los de la salvación de numerosas vidas humanas, y las etapas en que, una vez alcanzado el rango total, la inteligencia artificial irá dejando sentir sus efectos: primero ofrecerá satisfacciones y comodidades, luego un riesgo creciente, y al final un peligro difícil de eludir. Jim Yong Kim, entonces presidente del Banco Mundial ha adelantado un dato pavoroso: la inteligencia artificial total dejará sin empleo a 50 y hasta 65 por ciento de la población económicamente activa en los países donde menos se ha desarrollado, vale decir, los de África y América Latina. Más profundo será el dominio de potencias y empresas trasnacionales sobre todos los ámbitos de sus sociedades.

En el libro hay una serie de puntos que pueden favorecer el desarrollo de la inteligencia artificial, principal motor en nuestros días del desarrollo económico, político y social. Bien harían los gobiernos de los países que sufrirán su previsible evolución invirtiendo, paralelamente, en un plan social de contrainteligencia artificial total.

Con la máquina, criatura humana, ocurre lo que una abuela me decía:

Ay, señor, nosotros somos la última generación que obedecimos a nuestros padres y la primera en obedecer a nuestros hijos.