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México SA

Herencia petrolera devastadora // Gasolina importada: 1.5 billones

L

a herencia petrolera de seis gobiernos neoliberales es devastadora, porque a lo largo de los pasados 36 años se dedicaron a saquear y desmantelar a Pemex, la primera empresa del país, con fines meramente privatizadores (no sin llevarse su gruesa tajada), lo que al final de cuentas lograron.

El resultado está a la vista y resulta espeluznante: crisis financiera, productiva, de abasto, refinación, reservas, por huachicoleo y lo que se acumule. El objetivo de esos seis jinetes del Apocalipsis neoliberal (de Miguel de la Madrid a Enrique Peña Nieto) fue privatizar la industria petrolera nacional, y entre las patas se llevaron a la otrora paraestatal. Es cuestión de revisar el balance del sexenio peñanietista y de los cinco predecesores. Ya se van, pero dejan un tiradero espantoso que costará mucho tiempo levantarlo.

La propia estadística oficial revela que, por ejemplo, en el transcurso del actual gobierno la capacidad instalada de refinación a duras penas llega a 40 por ciento, cuando en 2012 era de 71 por ciento, y 23 años atrás se aproximaba a 85 por ciento.

Algo similar sucedió con la petroquímica, cuya capacidad instalada pasó de 90 por ciento en 1995 a 60 por ciento en 2018. Obviamente el diferencial marca el creciente ritmo de importaciones de lo que hace no mucho producía Pemex.

Cuando menos gobiernos neoliberales (los panistas de Fox y Calderón) prometieron no sólo autosuficiencia en gas natural (y para ello entregaron enormes zonas del país a trasnacionales como Repsol), sino una creciente capacidad exportadora de este energético. En los hechos sucedió lo contrario, y hoy México es importador neto de dicho carburante. En 1995 se adquiría en el extranjero 12 por ciento; para 2018 esa proporción había crecido a 68 por ciento, más del doble de cuando Peña Nieto se instaló en Los Pinos.

De igual forma, se duplicó la compra de gas licuado de petróleo (LP, el de mayor consumo en el país) en el mercado internacional. De hecho, en los pasados 23 años las importaciones totales de Pemex se multiplicaron por cuatro, cuando antes producía de todo. Para no ir más lejos, de 2000 a la fecha la importación de gasolinas se incrementó 585 por ciento y las de diésel 734 por ciento.

Sólo en el sexenio que está por concluir, México importó (hasta junio de 2018) alrededor de 80 mil millones de dólares (más de un billón 520 mil millones de pesos, un monto equivalente a cerca de 30 por ciento del Presupuesto de Egresos de la Federación para el presente año).

Con esos dineros, fácilmente se construirían varias refinerías de muy buen tamaño para garantizar el consumo interno, pero los gobiernos neoliberales no construyeron una sola porque, decían, no es negocio. Pues bien, alguien en el extranjero se quedó con 80 mil millones de dólares por venta de gasolina a México y dirá que sí es negocio, y de qué proporción.

Por lo que toca a las reservas de hidrocarburos (petróleo crudo equivalente) la situación es verdaderamente delicada. En este renglón, la citada estadística reconoce un desplome de 43 por ciento sólo en el sexenio de Peña Nieto. Las probadas cayeron cerca de 40 por ciento, las probables 38 por ciento y las posibles alrededor de 50 por ciento.

Todo se desplomó, menos el endeudamiento de Pemex que alcanza niveles insostenibles. Pero dijeron que con la reforma energética todo sería felicidad.

Las rebanadas del pastel

Morena se hizo de otra empresa privada de cascajo –autodenominada Partido Verde–, la cual, generosa y desinteresadamente, ofreció cinco diputados para que el primero tuviera mayoría absoluta en San Lázaro, a cambio de que –en segunda votación; la primera fue en sentido contrario– el Senado le concediera licencia al papirrín Manuel Velasco para que regresara a concluir su gestión como gobernador chiapaneco. Qué cosa. Antes, los cochupos eran del PRI y PAN. No vaya a ser que a los morenos se les haga costumbre.

Twitter: @cafevega