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La revista Luna Córnea reúne el quehacer del fotógrafo Marco Antonio Cruz

Es la publicación más completa sobre su trabajo en la prensa, define su colega Fabrizio León

Foto
▲ Pies de Tomás Alvarado Cedillo, representando el papel de Judas Iscariote en la escena de su ahorcamiento. Iztapalapa, Ciudad de México, 28 de marzo de 1986, fotografía de Marco Antonio Cruz, publicada originalmente en La Jornada, incluida en el número 36 de la revista Luna Córnea
 
Periódico La Jornada
Sábado 1º de septiembre de 2018, p. 4

La revista Luna Córnea ‘‘es para Alfonso Morales lo que fue el Inventario para José Emilio Pacheco”, y Marco Antonio Cruz ‘‘es el fotógrafo de prensa mejor formado de mi generación”, sostuvo Fabrizio León, director de La Jornada Maya, en la presentación del número 36 dedicado íntegramente al fotorreportero Cruz. Esta publicación cumple 25 años de vida.

Para León, también fotógrafo, el ejemplar es el trabajo más completo sobre la vida profesional de Cruz, de título Relatos y posicionamientos/1997-2017; ‘‘es una muestra singular de cómo concibe la memoria Alfonso Morales. En los recuerdos (relatos) del fotoperiodista existen las partículas necesarias que estallan en las obsesiones del editor. El periodismo diario, la fotonoticia, la ocurrencia, repetición, su secuencia, el click a la distancia, los retratos y particularmente en el trabajo que hoy nos ocupa, la posición ideológica y un trabajo político”.

Luna Córnea, añadió, ‘‘es la publicación de publicaciones, como una ciudad de ciudades. Es una revista que honra a la imagen a partir de la palabra. Es la mejor escritura que hay sobre el trabajo de prensa y sin duda el mejor ensayo de instantes y recuerdos que ha traspasado varias administraciones de la cultura gubernamental. Es la bandera del Centro de la Imagen –lugar de la presentación– y merece que se triplique su presupuesto, pues es de las pocas publicaciones que tiene una extraordinaria función: es nuestra memoria”.

Imágenes de un país extraño

Compañeros de trabajo en la agencia Imagenlatina y en los primeros dos años del periódico La Jornada, León dijo que es hasta ahora, 35 años después, que va a conocer en un compendio la vida, trabajo, obsesiones y posicionamientos de Cruz, claro, cuando termine de leer las 500 páginas de este libro sobre sus fotos.

El ejemplar es ‘‘testimonio de mi compromiso ante la sociedad, es constancia de la cobertura periodística de momentos históricos y de la situación política y social en México. Es testimonio de mi pasión por la fotografía, al retratar intensamente por 40 años. Con una profunda investigación se publican documentos públicos y profesionales en orden cronológico. Es mosaico que registra la historia de mi vida mediante imágenes, reportajes y ensayos fotográficos”, explicó Cruz.

Añadió que en 2017 se montó una exposición del mismo nombre que el del presente número de Luna Córnea, investigación que fue base para seguir explorando el archivo documental que arrojó materiales relevantes que por primera vez se publican. Con su presentación concluye un esfuerzo de cerca de dos años y ‘‘una etapa de mi vida profesional para iniciar otra”.

Según Rodrigo Moya, la fotografía mexicana es una especie de enorme tapiz que se hace con el tiempo. Un tapiz hecho con fragmentos de tiempo fotográfico que tejen una cantidad diversa de tejedores en distintas épocas y lugares del país. Uno de los tapiceros ‘‘más relevantes y de más finas agujas es Marco Antonio Cruz”. Es un trabajo sin fin, sin embargo, las imágenes ‘‘nos dan una idea muy clara de quiénes somos, cómo nos comportamos, cómo es este país tan conflictivo, tan extraño”.

Moya relató que su encuentro con Luna Córnea hace unos lustros lo impactó tanto –en la portada del número ocho había una fotografía muy parecida a una que él había tomado– que lo volvió de nuevo a esta disciplina.

En un país desmemoriado, ‘‘quizá como todos”, las imágenes testimoniales de Cruz ‘‘informan, dan cuenta y salvaguardan acontecimientos”, apuntó José Woldenberg.

Articulan ‘‘una especie de mural, si se quiere inarmónico, de una época de ambiciones y agendas de ese movimiento heterogéneo y evocaciones contradictorias al que por facilidad de lenguaje llamamos de izquierda. Son un testimonio y un alegato, una invocación y una exposición de un pasado que, como todos, se diluye todos los días”.