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Desde el estigma de bandolero, perfila historiador un Villa humano

Jesús Vargas presenta su trabajo sobre el Centauro del Norte

 
Periódico La Jornada
Jueves 23 de agosto de 2018, p. 5

Comprender al Francisco Villa revolucionario se logrará mejor con la lectura de Villa bandolero, pues permitirá iniciar otras investigaciones que nos descubrirán mucho sobre el personaje, ‘‘pero más del pueblo que hizo una revolución hace 100 años”, refiere Jesús Vargas Valdés, autor de ese libro publicado por el sello Martínez Roca, que hoy será presentado en la Feria del Libro de la Alameda Central.

En entrevista con La Jornada, Vargas Valdés explica: ‘‘Villa estuvo representado durante 80 años en la leyenda. No se podía comprender así a un personaje de su dimensión. Cuando Friedrich Katz publica su Pancho Villa, empieza a surgir la realidad y comenzamos a conocer al líder militar como ser humano”.

La existencia de su figura histórica, continúa el especialista, ‘‘no es un acto de voluntarismo. Los personajes surgen hacia los más altos niveles cuando el pueblo los necesita y los asume. Villa es el personaje del norte de México que el pueblo necesitaba”.

Ese trabajo explica el contexto social en que los bandoleros del norte del país fueron una especie de opositores al porfirismo, desde Heraclio Bernal, quien postulaba ideas de rebelión contra el régimen del Porfirio Díaz.

‘‘Fue desde esta actividad, fuertemente influida por el aumento de la desigualdad y la concentración de la riqueza, que Francisco Villa y muchos otros de sus compañeros se incorporaron al movimiento revolucionario de 1910, un movimiento no en vano vinculado a la reivindicación de los desposeídos”, consigna la investigación de Vargas Valdés.

Quitar el aura de gran líder

El especialista en historiografía de la Revolución Mexicana afirma que su investigación está inspirada en la escritora Nellie Campobello. ‘‘Hice todo por mostrar al Villa humano, el ser de carne y hueso, desprenderlo del aura de gran líder y presentarlo con sus limitaciones, que tuvo hasta el final, una de las cuales fue el estigma de bandolero”, a lo que se dedicó desde que tenía 16 años.

‘‘Nunca se desprendió ante los grandes como Francisco I. Madero, Abraham González, Venustiano Carranza y Álvaro Obregón de ese complejo que lo persiguió desde el comienzo de la Revolución.”

Para este trabajo, Vargas Valdés investigó en archivos sobre el ‘‘Villa perseguido. Había muy pocos documentos. No había registros de Doroteo Arango como asaltacaminos y abigeo porque se ocultó usando otros nombres. Al menos encontré 10 referencias. Tenía otra estratagema: cuando necesitaba presentarse mandaba a otra persona. Era una doble falsa identidad: ni el nombre ni la persona”.

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▲ Jesús Vargas Valdés, con un ejemplar de su libro Villa bandolero, publicado por el sello Martínez Roca, durante la entrevista con La Jornada.Foto Luis Humberto González

Antes de la gesta revolucionaria, prosigue, al Centauro del Norte ‘‘lo apodaban El Gorragacha, pues se ocultaba en el sombrero y nunca se sabía quién era. Nellie Campobello utiliza este mote porque un tío le habló del Villa que él conocía así, que no se dejaba ver el rostro. No había una investigación que presentara documentos y propuestas de cómo fue la vida de Doroteo Arango de 1894 a 1910”, destaca.

Villa se relacionó con Ignacio Parra, discípulo de Heraclio Bernal. ‘‘Hay una conexión entre estos tres bandoleros muy clara. Si a Villa le hubiera tocado actuar con una banda de forajidos sin ningún elemento moral o de respeto quizá se hace otra persona. Con Parra, Villa aprendió del bandolerismo muchas cosas que después aplicó como jefe militar. Por ejemplo, que los mayores valores de un ser humano son la lealtad y la valentía. Principios que ejerció e impuso toda su vida”.

La incursión en la rebelión armada, refiere Vargas Valdés, ocurrió cuando en 1910 Villa es identificado en Chihuahua como abigeo y se pide su detención en ese estado y en Durango. A poco de iniciarse la Revolución se incorpora a ella como una oportunidad, junto con muchos de sus hombres. Así ‘‘entran en juego todas las cualidades que Villa fue acumulando durante 16 años en que anduvo proscrito”.

El revolucionario, añade el historiador, conjuntaba ‘‘una memoria privilegiada, casi fotográfica, y una inteligencia fuera de serie para asimilar rápidamente lo que él no había aprendido. La memoria la utiliza porque se aprende los caminos, las cuevas, atajos, trae un mapa en su cabeza, y aprende los personajes. Es muy difícil que se le engañe porque nunca olvida un rostro”.

El libro Villa bandolero, de Jesús Vargas, será presentado hoy a las 19 horas por el autor y el escritor Paco Ignacio Taibo II en la Feria del Libro de la Alameda Central.