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Alentar la creatividad de los niños, mi propósito en Tesoros: Novaro

El cine infantil hollywoodense puede ser bueno o malo, pero al final aturde al público, como si lo subieran a un tobogán, señala la realizadora, propuesta para encabezar Imcine

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▲ Fotograma de Tesoros. Filmar la vida de las personas en sus casas debe hacerse con mucho respeto, asegura Novaro.
 
Periódico La Jornada
Domingo 29 de julio de 2018, p. 5

El segundo semestre del año ha sido intenso para María Novaro. Apenas el 15 de julio, la próxima titular de la Secretaría de Cultura, Alejandra Frausto, informaba públicamente que Novaro había sido elegida para ocupar la dirección general del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), y ya el viernes 20 la realizadora estrenaba su sexto largometraje de ficción y su primera película infantil, Tesoros (2017), inspirada en el amor a sus hijos y a sus nietos.

Como abuela de Andrea, Dylan y Jacinta, María (Ciudad de México, 1950) ha visto casi todo el cine infantil de corte comercial, pues suele llevarlos a las salas con cierta frecuencia. Señala que la mayoría tiene un molde muy similar, y si bien existen buenas y malas películas, al final todas son un tanto estridentes, pues entretienen y aturden a los niños como si los subieran a una montaña rusa o un tobogán.

Así, planeó construir un relato para los niños mexicanos y sus familias con formas y maneras absolutamente diferentes de lo que establecen las normas del cine hollywoodense actual.

Yo buscaba otra cosa: ofrecerles un relato que los emocionara y los tocara más profundamente; les diera alas; incentivara su humor, su creatividad y su imaginación. Quería atraparlos en un juego, que es una valiosísima manera de aprehender el mundo; hacerlos volar por los aires, y sumergirse en el mar. Deseaba llenarlos de amor y de ternura; también darles placer y felicidad, y creo que lo logré, reflexiona la realizadora.

La película retrata el encuentro de un grupo de niños extranjeros rubios con infantes afromestizos que viven en Barra del Potosí, un pequeño poblado paradisiaco en las costas de Guerrero, cercano a Zihuatanejo, donde conviven con gran diversidad de especies y un ecosistema exuberante. Ahí, en la convivencia diaria, la pandilla irá dando forma a un plan aventurero propuesto por el más pequeño de todos –inspirado por un juego de su tableta electrónica–, que les parece natural: buscar el tesoro perdido del pirata inglés Francis Drake.

La fantasía del filme radica en el relato y, en este caso, también en la cabeza de los niños, más que en la acción, advierte la directora del clásico Danzón (México, 1991) –estrenado en Cannes, que le dio renombre internacional–. “Traté de que lo fantástico no se expresara de manera artificial o efectista. Los niños saben ver cosas que nosotros, los adultos, ya no sabemos ver. Ellos creen en lo fantástico, y tienen razón. En tesoros, el juego y el conocimiento se acompañan, la fantasía y la tecnología se complementan. Quería contarles todo eso. Tal vez era arriesgado en una película infantil, pero me da gusto haberlo intentado porque los niños –mexicanos y de todos los países donde se ha proyectado– siguen todas estas ideas perfectamente bien; incluso, los espectadores más pequeños”, comenta.

Si bien existe una aventura con códigos, claves, mapas, sirenas, corsarios y cuevas con forma de cráneo, en realidad la narrativa de la cinta está íntimamente relacionada con la diversidad y la convivencia comunitarias del México multicultural que somos, que para Novaro representa nuestra mayor riqueza, además de que el verdadero tesoro lo representan nuestros recursos naturales.

Era importante para mí hablarles a los niños del país que podemos ser, de este otro mundo posible que está en nosotros si así nos lo proponemos, resume.

Acercamiento con la comunidad, trabajo previo

Meses antes del rodaje, junto con la productora Pamela Guinea, María se acercó a la comunidad para establecer lazos y exponer el proyecto a toda la gente interesada. Al anunciar el casting, los niños de Barra del Potosí querían participar, así que acabó por hacerles pruebas de cámara a todos, complicando la elección de los actores principales debido a las abundantes opciones que cumplían con la única regla importante: no mirar nunca la cámara. Así, Novaro descubrió que Aranza Bañuelos, Michel Bañuelos, Julio Suástegui, Alondra Gómez y Ángel David Pérez resultaron actores fenomenales.

Tengo experiencia y disfruto mucho trabajar con actores naturales, y en esta película esa fue la apuesta, relata la cineasta egresada del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la Universidad Nacional Autónoma de México, la Eictv de Cuba, y del Instituto Sundance.

Novaro define Tesoros como una película familiar, y lo es en muchos sentidos. Primero, porque trabajó con sus tres nietos y con su trío de hijos: Mara, Santiago y Lucero; esta última, además de escribir e ilustrar Alejo el cangrejo, el cuento ecologista que detonó el filme, asistió en el cuidado diario y la preparación de todos los niños.

Otros miembros del equipo llevaron a sus familias.

No obstante, la comunidad de Barra de Potosí también participó en familia, con los niños y sus padres; con la escuela y los maestros; con la gente que los cuidó, hospedó, y alimentó. Fue, efectivamente, un rodaje muy afectuoso. No exento de problemas y dificultades, pero muy amoroso, sintetiza la ganadora del premio OCIC de la Berlinale por Lola (1989).

Igual que en su trabajo anterior, Las buenas hierbas (México, 2010), premiado en los festivales de Roma y Guadalajara, con el que ciertos guiños rememoraban la represión en San Salvador Atenco de 2006, en Tesoros se cita la desaparición forzada de los estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos en Iguala, en septiembre de 2014, pues los docentes de la entidad son egresados de esa escuela, incluidos los de Barra del Potosí.

Cuando filmamos, estaba en su apogeo toda la propaganda oficial de la llamada reforma educativa, que intentaba desprestigiar a los maestros y, además, era reciente la desaparición de los 43 normalistas; estuvieron (y están) siempre presentes en nuestros corazones.

Con música de la banda tapatía Ampersan y la voz de Zindu Cano –quien actúa como hermana mayor de la familia de la enramada–, interpretando temas como el son guerrerense Pajarillo jilguero o una canción propia, Colores, y números bailables como El sirenito, Tesoros aborda también una preocupación ecológica, pues en la localidad radican investigadores y biólogos especializados en ballenas, aves, tortugas, refugios naturales, y ayudaron mucho en la película.

La ética de trabajo que los años y la experiencia han dado a Novaro, le permitieron contar, desde el origen del proyecto, con principios muy claros y una ética por encima de todo que parece un decálogo (respeto absoluto por la gente y los lugares en los que se filma; incorporar tantos colaboradores locales como sea posible, o cuidar todos los espacios naturales en que se trabaja).

Existe un cine depredador y abusivo que no me parece aceptable. Ponerle la cámara a las personas, pedirles que interpreten personajes y situaciones, filmar sus casas, sus calles, sus vidas, debe hacerse siempre con respeto y agradecimiento. Esto es algo que no siempre supe hacer, pero que fui aprendiendo a lo largo de muchos años de trabajo, concluye la ganadora de las becas Guggenheim (2005), Gateways (2003) y Rockefeller-MacArthur (1992-93).

Tesoros es una producción de Cine Ermitaño, Foprocine y Ajenjo Cine. Se estrenó mundialmente en la Berlinale, en la sección Generation, en febrero de 2017, y ha obtenido los premios a mejor dirección en el 13 Festival de Cine para Niñas y Niños de China; el Coral a edición en el 34 de La Habana y la Competencia Internacional del Festival de Mujeres en el Cine de Brasil. Se exhibe en la sala 9 de la Cineteca Nacional, así como en La casa del cine mx.