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Cada presidente la adaptó a su modo

La idea romántica de austeridad en Los Pinos culminará con su cierre tras 84 años
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▲ Dos aspectos diferentes de la residencia: reporteros en recorrido al inicio de la presidencia de Vicente Fox, y mujeres tras el encuentro México Indígena, en 2009.Foto Notimex y Francisco Olvera
 
Periódico La Jornada
Martes 17 de julio de 2018, p. 10

Elegida como casa presidencial hace más de ocho décadas por una convicción de austeridad, la misma razón podría llevar a la desaparición de Los Pinos como residencia oficial del jefe del Ejecutivo mexicano a partir de diciembre.

Se trata quizá de la única casa en Ciudad de México que puede darse el lujo de no tener un número exterior, porque todo mundo la identifica desde hace 84 años como el lugar donde vive el presidente.

Andrés Manuel López Obrador, ganador de la contienda presidencial, ha ratificado en estos días su determinación de no vivir en esa construcción enclavada en el bosque de Chapultepec y con dirección oficial en la calzada Molino del Rey.

No será, sin embargo, el primero que renuncie a esa casa desde que en 1934 fue elegida por el general Lázaro Cárdenas del Río, a punto de convertirse en jefe del Ejecutivo, ya que se negó a ocupar el Castillo de Chapultepec –hasta entonces morada oficial de los presidentes– por considerarlo un lugar ostentoso.

Con 39 años cuando fue electo presidente, eligió vivir en el rancho La Hormiga (también en el bosque de Chapultepec) y por evocaciones románticas lo rebautizó como Los Pinos: así se llamaba la hacienda donde conoció a su esposa Amalia Solórzano, en Tacámbaro.

Más tarde, Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958) luego de asumir la Presidencia, permaneció más de un año en su casa de José María Ibarrarán 187, en la colonia San José Insurgentes. Una vez en Los Pinos ordenó construir una nueva casa, la cual actualmente lleva su nombre.

Fue Adolfo López Mateos (1958-1964) quien no dejó su casa en la avenida San Jerónimo, si bien nunca –que se sepa– tuvo la intención de darle otro uso a la residencia.

Hoy, la que ha sido vivienda de 13 presidentes –con excepción de López Mateos– está en vías de tener una radical modificación en su uso. Se cerrará, por lo menos en los próximos seis años, un libro con miles de páginas de la historia nacional y en el cual literalmente todos han dejado su impronta. La última quizá, en el sexenio de Enrique Peña Nieto, con la construcción de un nuevo edificio para oficinas.

No sólo eso. Hasta finales del siglo pasado Los Pinos era un espacio relativamente abierto, que acabó cuando Ernesto Zedillo instaló la gran reja verde de hierro fundido sobre el acceso de la avenida Parque Lira. Esta sólo se abre ahora para dar paso al convoy presidencial.

Una fortaleza inexpugnable

Podría decirse que el cerco de protección cada vez más cerrado en torno al jefe del Ejecutivo por parte del Estado Mayor Presidencial (EMP), ha ido en paralelo con las crecientes medidas de seguridad y vigilancia en Los Pinos.

La creciente y sofisticada tecnología de resguardo y vigilancia, así como los militares destinados por el EMP con Felipe Calderón y Enrique Peña, han hecho de la residencia un sitio impenetrable al cual hoy sólo se puede acceder si se es previamente invitado, si algún servicio es requerido o si se labora ahí.

Controles vehiculares con plumas y dispositivos automáticos para reventar neumáticos, cámaras de videovigilancia, arcos detectores para metales, escáner de rayos X, puertas de acceso controlado a oficinas, revisión de gafetes e identificaciones representan apenas algunas medidas con tecnología de punta utilizadas para la seguridad en esta residencia.

Así, actualmente la restricción peatonal va desde la estación del metro Constituyentes y sobre avenida Fernando de Alencastre.

Mucho más estrictos son las medidas para cuando se anuncia alguna marcha de protesta con intenciones de llegar a Los Pinos. En esos casos se despliegan policías capitalinos, granaderos y guardias presidenciales; además, se instalan vallas metálicas en la avenida Chivatito, a la altura de la estación del Metro Auditorio.

Dentro de sus muros, esta residencia ha vivido toda suerte de ampliaciones, nuevas construcciones, adecuaciones remodelaciones y la decoración ha variado según el gusto y necesidades planteadas por sus habitantes.

Mientras con Cárdenas apenas se hicieron algunas reformas a la casa ya existente en 1935, Manuel Ávila Camacho adecuó un chalet tipo inglés, hoy llamado residencia Lázaro Cárdenas. En la casa dispuesta por Ruiz Cortines (hoy lleva su nombre) se encuentran los salones Los Presidentes y Venustiano Carranza.

Miguel Alemán (1946-1952) mandó a construir otra casa de mayores dimensiones y ha sido usada de forma alterna como vivienda y también oficinas.

En los gobiernos de López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) y Luis Echeverría (1970-1976) se hicieron sólo remodelaciones. José López Portillo (1976-1982) ordenó construir la calzada de Los Presidentes, una enorme biblioteca –la cual desmontó al finalizar su sexenio para llevarla a su residencia particular– y las cabañas a las cuales –previa costosa remodelación– llegó a vivir años después Vicente Fox Quesada.

Miguel de la Madrid (1982-1988) cambió la distribución y uso de los espacios, separó el área de trabajo de la destinada para residencia familiar e instaló su despacho en la casa Lázaro Cárdenas y es el artífice de la fachada blanca que hasta la fecha distingue a la mansión.

Para su sucesor, Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), la prioridad fue encabezar en la propia residencia sus actos públicos oficiales. Por eso ordenó la construcción de los salones Adolfo López Mateos y Manuel Ávila Camacho.

El presidente Ernesto Zedillo prácticamente no hizo modificaciones, pero sí ordenó construir un área de juegos para sus hijos en el sótano de la casa Alemán.

En 2007, el presidente Felipe Calderón Hinojosa ordenó remodelar esa área, pero se desconocen sus características y contenido porque bajo reserva de ley los planos de la obra se mantendrán en secreto hasta julio de 2019. Todo apunta, sin embargo, a que se trata de una suerte de búnker con instrumentos de inteligencia, pues así lo sugirió el ex mandatario en una entrevista concedida a la televisión estadunidense en 2010.

En el sexenio que está por concluir, por 78 millones de pesos ingenieros militares construyeron un edificio de 5 mil 310 metros cuadrados para las oficinas del jefe de la Oficina de la Presidencia y de Comunicación Social.