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Desde el otro lado

Nuevas formas de entender el tema migratorio

E

n medio de las controversiales decisiones en materia migratoria del gobierno de Estados Unidos y las aberrantes decisiones de algunos países como Italia, Hungría y Polonia, entre otros, recientemente apareció un sugerente artículo en la revista The New Yoker, en el que Masha Gessen, colaborador de esa revista, cita a dos autores ingleses cuya curiosa interpretación de estos asuntos pudieran dar la pauta para una nueva visión sobre la migración en el mundo.

Kieran Oberman, teórico en ciencia política de la Universidad de Edimburgo, para quien la migración debe ser una cuestión de derechos humanos universales. El ingreso a un país y pasar cierto tiempo en él, explica Oberman, deviene en forma natural de la declaración de derechos humanos con respecto a la libertad de movimiento, de asociación y de ocupación según se desee; en un mundo interconectado frecuentemente es necesario cruzar fronteras por razones personales, profesionales y políticas.

Sarah Fine es doctora en filosofía política en el prestigiado Kings’s College de Londres, y trabaja en un libro que es aún más provocativo, cuyo tema es el derecho a excluir o la facultad que los estados tienen de prohibir la entrada a ciudadanos de otras naciones. Si la democracia es un sistema que garantiza a los gobernados participar en el proceso de gobierno, indica Fine, entonces la democracia, al estar confinada a proteger las fronteras, tiene una contradicción interna: aquellos que están excluidos de entrar en un país son en efecto parte de los gobernados de ese país. Cita el caso de la madre centroamericana que fue separada de su hija por agentes de la patrulla fronteriza, pero que no tiene derecho a opinar sobre las normas del país o a elegir a quienes las hacen.

Tal vez sean casos extremos, sin embargo, la discusión que actualmente celebran los líderes de Alemania, Francia y España en torno a la forma en que se debiera entender y resolver el problema de los crecientes flujos migratorios pudiera atender a las ideas expresadas por ambos académicos. No estaría mal que quienes conducirán las relaciones exteriores de nuestro país también propusieran formas más actuales de entender el problema migratorio. Tal vez el presidente electo de México hizo lo propio en su reciente entrevista con las autoridades estadunidenses, pero en una extraña forma de entender la comunicación, ha preferido que sea Trump quien dé a conocer la propuesta mexicana al respecto.