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Nosotros Ya No Somos Los Mismos

La postura ante la primera gran derrota // Frase sin pago de copyright para candidatos perdidosos

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▲ A Luis Donaldo Colosio le tocó reconocer la primera gran derrota del PRI.Foto Archivo La Jornada
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uedamos en continuar con la azarosa vida que le fue impuesta a don José Antonio Meade los primeros meses de este año. Pero antes de hacerlo me tomo unos párrafos para reivindicar la expresión a que hice mención la semana pasada y por la que, debido a mi involucramiento personal, tenía grandes reservas para su relato, pero me ganó el protagonismo y brevemente la platico:

Algún día a mediados de julio de 1989 (el día primero del mes se habían efectuado las elecciones para gobernador en el estado de Baja California: Ernesto Ruffo, PAN, vs. Margarita Ortega, PRI) sonó el teléfono de mi oficina y una voz golpeadita, sonorense, pero ya totalmente abarrocada por una diaria práctica chilanga me dijo: MAestrooo, aquí su servidor Alfonso Durazo, molestándolo como siempre con una petición de su amigo el presidente: por mi conducto le solicita que sea tan amable de prepararle una declaración que fije la postura oficial del partido sobre el resultado de los pasados procesos electorales. Por supuesto, señor secretario. (Espero que la capacidad de prospectiva que al doctor Durazo lo ha distinguido desde prescolar a la fecha, le haya permitido captar que lo de secretario no me refería al puesto de toda confianza que el licenciado Colosio le había confiado, sino al que empezará a ejercer dentro de unos meses y que este servidor ya vislumbraba desde endenantes.)

Colgué y me empaniqué. ¿Cómo puedo escribir la posición oficial del partido si no la sé? Afortunadamente, a los cinco minutos Colosio directamente me urgía: ¿Ya tienes algo? –estupor y balbuceo de mi parte–. Voy a trabajarlo toda la noche y mañana lo llevo a tu casa. Ahora el estupor saltó al otro lado de la línea: “Carlos –las palabras salían raspadas de lo intrincado que tenía las mandíbulas– es hoy que debo definir la postura del partido en el estudio de 24 Horas, con Zabludovsky.”

Subí al comedor y me topé con un Colosio totalmente desconocido. El joven siempre brioso, permanentemente echado pa’delante y con un optimismo que lo rebasaba, sencillamente no existía. Nunca antes lo había visto en ese estado, ni lo vi después: abatido, ensimismado, como quien está frente a un acontecimiento inexorable que no logra descifrar, pero ante el que no tiene alegato posible. Me explicó lo que necesitaba: una declaración que dejara clara la decisión del PRI de acatar el fallo de las autoridades electorales, pues con la misma determinación que defendía sus triunfos sabía respetar los de la oposición: esa era la base de la democracia que el partido pregonaba en su lema. Era necesario actuar cuanto antes para abortar la agitación que el PAN pretendía extender al país y provocar un efecto dominó. Recuérdese que se trataba de la primera gubernatura que Acción Nacional ganaba en su historia y, por si fuera poco, en un estado fronterizo, que según una leyenda partidaria, jamás se le permitiría gobernar a una derecha históricamente proclive a uncir el futuro del país a la metrópoli hegemónica del momento.

Para ese momento ya Luis Donaldo conocía perfectamente que los importantes personeros de la plutocracia peninsular (que ciertamente no pertenecían al PRI, sino a la viceversa: el PRI era de su propiedad) y que estaban convencidos de que uno de ellos sería el elegido, al conocer directamente del presidente nacional del PRI que la designada era una modesta militante de base del partido, no sólo jamás la apoyaron sino que nunca le brindaron la menor simpatía. En sus casas, clubes, empresas, no le dieron cabida: Margarita era una outsider.

Le dábamos vuelta una y otra vez al asunto y ningún planteamiento era satisfactorio: la palabra final no estaba dicha, pero nosotros teníamos que dejar claro que aceptaríamos un fallo ajustado a derecho, aunque defenderíamos con la misma fuerza lo que el voto popular nos había otorgado.

De pronto la puerta se abrió y unas inmensas volutas de humo invadieron el despacho. Segundos después, Eduardo Robledo, para mí el amigo y consejero de mayor confianza de Colosio, se abría paso entre la deliciosa humareda de su enorme puro y nos dijo: Están planteando el asunto al revés: como partido ganamos en varias entidades (yo no recuerdo más que a Michoacán). Así díganlo y verán que el impacto nacional de Baja California se dimensiona en su real importancia.

Sus palabras abrieron una rendija en mi mente y escribí algo parecido a lo siguiente (después de un cálido reconocimiento a nuestra candidata, dirigencia, cuadros, representantes): Debemos reconocer que, hasta este momento, las tendencias electorales no nos favorecen.

Esta expresión, repetida hasta el cansancio y sin pago de copyright, por todos los candidatos perdidosos, trajo en su estreno importantes consecuencias. Preguntaré si es de interés conocerlas. En caso afirmativo, las platicaré.

Twitter: @ortiztejeda