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No sólo de pan...

De autogestión y cogobierno

S

e elevó la voz que nos dice ¡hala! y no pudieron impedirlo. Millones abrimos la puerta de par en par, ya no pudieron correr la tranca dispuesta para cerrarle el paso. Aceptamos el compromiso con la voz que se comprometió con nosotros. La apatía tiró la capa y acabamos con el tiempo de la esperanza. Empezó el de la acción colectiva, la autogestión y el cogobierno. Terminó la espera interminable para obtener un gesto de generosidad de autoridades corruptas o indiferentes ante nuestros derechos. Derechos que pocos conocen o no creen merecerlos o tienen que arrebatarlos por la transa. ¡Es hoy, no mañana! el tiempo de organizarnos en colectivos alrededor de demandas justificadas y con sus soluciones. De revisar la eventual caducidad, inoperancia o ineficacia hasta el absurdo, de normas que inmovilizan ciudadanos o los extorsionan, porque si unos legisladores las hicieron, otros pueden cambiarlas para el bien común. Se acabó el pedir para dejar paso al negociar y exigir, somos parte de la transformación y tenemos la obligación de transformarnos. Como dijo el presidente electo, esta es una revolución de las conciencias, y decimos: cada quien es responsable de la suya. Pero en una revolución nadie va solo ni cada uno por su lado: se aprende a ir juntos, con tolerancia y apertura, se aprende a debatir y ponerse de acuerdo sobre el objetivo común. La autogestión se aprende, para ofrecer cogobierno a quien nos lo ofreció a cambio de nuestro voto. Apenas empieza nuestra lucha para organizar, por ejemplo, cooperativas de producción y de consumo sin fines lucrativos, sin que tengamos que enfrentarnos a la tortura de los callejones burocráticos que alegan normas (¿?) para fiscalizar a los campesinos productores de alimentos y a quienes nos organizamos para consumir estos directamente. Máxime si condonan impuestos a las grandes empresas. No permitamos nunca más que revienten las iniciativas del pueblo y rompan su solidaridad. Nuestro deber, ahora, es organizarnos en colectivos, plantear problemas y sus soluciones. Y llevarlos ¿a dónde? Ése es el deber del gobierno en transición y sobre todo a partir de diciembre: construir instancias expeditas para recibir y estudiar proyectos realizables de interés general, propuestos por el cogobierno ciudadano. Y cumplirnos.