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El arroyo: bach
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Periódico La Jornada
Sábado 16 de junio de 2018, p. a16

Un hombre solo. Sentado. Medita.

Bien temperado.

Discurre el arroyo, levita el polen, azulea el cielo la líquida superficie, pátina, velo, manto protector. Fluye. Agüita limpia, mi alma. Arroyo en alemán se escribe bach.

Es la música de Bach que nos cobija.

El hombre sentado responde entre el sueño sumergido donde flota: cuatro preludios y una fuga de entre los 48 preludios y fugas de El Clave Bien Temperado, la obra mayor de Johann Sebastian Bach.

Brad Mehldau. Así se llama el hombre sedente.

A partir de esos cuatro preludios y fuga, escribió secuelas serpentinas, espuelas vespertinas, verbos sibilinos y a ese ejercicio denominó after Bach (después de Bach, a partir de Bach, inspirado en Bach, en pos de Bach – flotando, fluyendo en el arroyo).

After Bach (Nonesuch Records) es la joya discográfica que ahora nos induce al sueño.

Soñar, escribe Brad Mehldau, ‘‘es una actividad que nos ilumina; es una experiencia espiritual”, y recurre a Descartes: ‘‘elijo entender los sueños en términos más ‘racionales’, por tanto, puedo decir: soy un soñador”, alguien que sueña y entiende sus sueños.

Los comparte. Brad pone su sueño al alcance de todos mediante el sonido de su piano y la música de Bach. Brad, Bach.

‘‘El sueño es un don”, es un regalo. Un premio. En resonancia. En la superficie del arroyo podemos ver/oír lo que Brad Mehldau soñó y está en este momento haciendo sonar, sentado, frente al piano, desde el teclado: las distintas capas, velos, pátinas ‘‘entre mi sentido cotidiano del Yo” y el misterioso numen, el misterio, la inspiración nacida en el sueño, en los lugares protegidos por la divinidad.

La divinidad.

Suena la divinidad. Eso es la música de Bach. El sonido de la divinidad. El arroyo divino.

Suenan las distintas capas que distingue en su sueño Brad Mehldau: ‘‘entre mi sentido cotidiano del Yo y el ente numinoso que me induce al sueño”.

El misterioso numen. El numinoso misterio. La luz de la vida, mi alma.

El disco titulado After Bach está compuesto en 12 episodios; el inicial, bautizado adecuadamente así: ‘‘Before Bach: Benediction”: es decir, saludo al recinto donde desarrollaré mi meditación.

El disco After Bach es una meditación.

Una vez pedido el permiso, track inicial, Brad Mehldau concede vida, desde el sueño, al Preludio número 3 de El Clave Bien Temperado, track 2.

Los sueños se suceden en arroyo, cambiamos de escenario, tiempo, espacio sin espacio ni lugar, porque todo sucede en la mente, donde está sonando Bach.

Y entre un sueño y el siguiente ocurren intersticios. Aprovechemos una de esas pausas brevísimas para decir que no espere el lector que ya sabe que los discos de Brad Mehldau están ubicados en los estantes donde dice ‘‘jazz”, no espere, digo, versiones de ‘‘Bach en jazz”.

Seguimos en el intersticio: no tiene nada que ver/oír este disco con temas a lo Jacques Loussier ni el Modern Jazz Quartet. No es Bach con síncopa. Aquí no hay copas, aunque todo tintinea.

Ubiquemos, aprovechando la elasticidad de los intersticios inter-sueños, la genealogía de Brad Mehldau. Personifica el último eslabón en la línea del tiempo de la historia de la música trazada así:

Bill Evans – Paul Bley – Keith Jarrett – Brad Mehldau

La punta de esa lanza está sentado ahora frente al piano. Y medita.

Responde, en medio de su sueño, de su soñar, de su sonar, con un Rondó, en el primer episodio de sus sueños titulados After Back en el track listing de este álbum que, ya lo estamos viendo/viviendo/soñando todos: es un sueño.

Al escuchar este sueño, es decir al escuchar este disco, los críticos europeos respondieron complacidos, entre la cavilación y el gozo. Niklas Pashburg, por ejemplo, escribió en The Guardian: ‘‘headscratching album of harmonic adventures”.

‘‘Headscratching album”. Cierto, hay pasajes del disco cuya complejidad produce uno de esos mohines pelirrojos tan plenos de encanto, mi alma: rascarse la cabeza frente al asombro, la concentración, la charla, el embrujo, la magia. El estremecimiento.

Convertir lo complejo en simple es la naturaleza del arte, especialidad de Bach, cuya música siempre se escucha ligera, alegre, optimista. Transparente.

El after Bach de Mehldau hace honor a esa sutileza de una manera drástica: eleva el grado de complejidad, es decir, voltea el espejo para convertir en juego de modelo de Escher lo que escuchamos.

Disquisiciones a la luz de la inteligencia, pasajes tórridos, paisajes sinuosos, flujo acuático movido por la mano que mece la ola, que anida en su cuenco gotas de lluvia, agüita limpia.

Los pasajes plenos de complejidad se vuelcan así campos de trigo, criba de semillas, siembra seminal, sombra germinal. Brad Mehldau cierra los ojos y el mundo se ilumina. Oprime teclas y el alma se desguanza, se acurruca, se tiende, se arrebulla, la cabeza de ella, la belleza, en el pecho de él, la confianza. Fluye el arroyo, bach.

En la música de Bach escuchamos el arroyo, el polen, la líquida superficie, la pátina, el velo, el manto protector. La lógica matemática de su música, sus proporciones áureas, sus modelos anteriores a Fibonacci, siguen siempre el misterio de la naturaleza.

Siempre.

La naturaleza de los elementos. Y la naturaleza humana.

Suena a flores, risas, saltitos de alegría, juegos infantiles, sonrisas. El track 9 se titula Dream. Y es que todo esto que suena sueña, sucede en el numen del sueño, cada escena iluminada por luciérnagas, cada sueño soñado canta, danza, susurra, canturrea.

El concepto improvisación es a la argumentación filosófica lo que la sucesión de notas musicales al arroyo.

Es una forma de conocimiento.

Una manera de iluminar el camino.

En la dinastía Bill Evans-Paul Bley-Keith Jarrett-Brad Mehldau, la improvisación es una manera de escribir poesía. No es repentismo. No es lluvia de ideas. Sí es un súbito estremecimiento, un suave meneo de arroyo.

Meneo, oscilación, los cuerpos acompasados, amoldados de manera natural, como las páginas de un libro, las hojas de un árbol, las gotas del arroyo, el gotear de los episodios del sueño, plin plin plin, plinplinábuli.

Discurre el arroyo, levita el polen, azulea el cielo la líquida superficie, pátina, velo, manto protector.

After Bach, after bach, antes y después del arroyo.

Suena sucesión de notas tenues, suaves, delicadas, piel color de rosa, mejillas color piñón, la belleza del amor.

La música de Bach es un gran homenaje a la belleza. Por eso fluye el arroyo, bach.

After Bach, el nuevo disco de Brad Mehldau, no solamente es un gran homenaje a la belleza. Es la belleza.

Es un hermoso sueño.

Vuelto realidad.

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