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El París captado por Brassaï articula magna retrospectiva en Madrid

La Fundación Mapfre reúne unas 200 fotografías alusivas a la urbe fetiche del artista

Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 16 de junio de 2018, p. a10

Madrid

Brassaï es el fotógrafo de los adoquines parisinos cuyas sombras emulan a la melancolía de la noche. También el artista que en un juego de espejos y miradas lascivas captó a las prostitutas y las madames de los prostíbulos monásticos en mitad de la ciudad.

Y el noctámbulo bohemio que registró la noche y sus excesos del París de entreguerras, con sus cafés donde se reunían los aristócratas en decadencia o los bares donde bailaban y cantaban los obreros a la salida de las fábricas.

También fue el creador censurado por el fascismo que retrató a sus compañeros de generación artística, como Pablo Ruiz Picasso, Henri Matisse, Henry Miller y Anaïs Nin.

Para entender la obra de uno de los fotógrafos más relevantes del siglo XX, la Fundación Mapfre reúne 200 imágenes de las colecciones públicas y privadas más prestigiadas del mundo y articula una magna retrospectiva del artista.

Cómplice de las vanguardias

Brassaï es el seudónimo de Gyula Halász, quien nació en 1899 en un pueblo de Transilvania, entonces parte del Imperio Austro-húngaro, hoy Rumania. Murió en 1984, en un pueblo del sur de Francia, pero sus restos mortales fueron trasladados a su ciudad fetiche, París, y al cementerio del barrio que inmortalizó con sus instantáneas y que lo convirtió en figura mítica de la historia, Montparnasse.

Desde su irrupción en el mundo del arte y la fotografía –entonces ni siquiera considerada así–, Brassaï devino referente por su manera de captar la luz, sea de noche o de día, en paisajes a cielo abierto o en ciudad, en antros y bares o en lujosos salones de la alta burguesía.

Además, fue impulsor y cómplice de las vanguardias, compartiendo lecturas, discusiones y acalorados debates con los que después se convirtieron en genios artísticos del siglo XX: Picasso, Matisse, Dalí, Jean Genet, Lawrence Durrell, Mille Sabourdy y Eugëne Ionesco.

La muestra que organizó el Centro Georges Pompidou de París, en 2000, con 400 imágenes de sus trabajos más representativos situaron a Brassaï, donde según los teóricos e historiadores del arte tenía que estar: en lo más alto de la innovación, fulgor creativo y disciplina por perfeccionar su técnica. Desde entonces no se había presentado su trabajo de forma retrospectiva, como ahora en Madrid.

Foto
Chez Suzy (1931-1932), de Brasaï, seudónimo de Gyula Halász (1899-1984), copia sobre gelatina de plata incluida en la exposición madrileña.Foto © Estate Brassaï Succession, París

La exposición Brassaï se divide en 12 secciones: París de día, Minotaure, Grafitis, Sociedad, Personajes, Lugares y cosas, El sueño, París de noche, Placeres, Cuerpo de mujer, Retratos de artistas, escritores y amigos, y La calle.

Cuenta con el préstamo excepcional del Estate Brassaï Succession (París) y de otros fondos de algunas de las más importantes instituciones y colecciones particulares estadunidenses y europeas.

En la exposición, París es un paisaje recurrente. Los trabajos de Brassaï diseccionan una sociedad de entreguerras, en la que el hambre, la desesperación, la violencia y el miedo a la persecución se mezclan con la diversión, la pasión carnal, la poética del cuerpo, los entresijos de los burdeles y las pláticas en los cafés de época.

Se documenta el que quizá sea uno de los periodos más duros y oscuros de su vida, cuando el 12 de junio de 1940, dos días antes de que el ejército alemán entrara en París, Brassaï abandonó la ciudad, pero regresó en octubre y permaneció allí durante el resto de la ocupación. El hecho de negarse a colaborar con los alemanes le impidió fotografiar de manera abierta, así que el encargo de Picasso de fotografiar sus esculturas se convirtió en su única fuente de ingresos.

Peter Galassi, comisario de la muestra y ex conservador jefe del departamento de fotografía del MoMA de Nueva York, explicó que ‘‘la elocuencia ficcional de las fotografías de Brassaï es tan crucial en su arte como el implacable vocabulario factual a través del cual se expresa. Su apasionada exploración de los bajos fondos parisinos fue una aventura personal que implicaba un riesgo genuino. Pero desde el punto de vista artístico no era una incursión en terrenos inexplorados, y, por otro lado, las fotografías no constituyen un reportaje. El objetivo de Brassaï y su éxito perdurable consistió en reimaginar una mitología absorbente con un rico pasado en la literatura y las artes visuales, y trasponerla al medio descriptivo de la fotografía del modo más visceral e inmediato”.

(La magna exposición Brassaï, en la capital española, concluirá el 2 de septiembre.)