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Nosotros Ya No Somos Los Mismos

De debates y fórmulas sobadas

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▲ El Gran Museo del Mundo Maya, ubicado en la ciudad de Mérida, Yucatán, donde el martes 12 de junio se llevará a cabo el tercer y último debate entre presidenciables.Foto Luis Boffil
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entro de 48 horas se llevará a cabo el tercer y último debate entre los candidatos a la Presidencia de la República.

Los temas seleccionados son: 1. Crecimiento económico; 2. pobreza y desigualdad, y 3. educación, ciencia y tecnología. Los conductores asignados: Carlos Puig, Gabriela Warkentin y Leonardo Curzio. La sede será el Gran Museo de la Cultura Maya de la bella ciudad de Mérida (el calificativo tiene una descarada provocación para que una magistrada oriunda de la capital de esa república hermana me convoque a una sopa de lima).

Hasta la fecha, en los encuentros anteriores los participantes, ante mi sorpresa, han cumplido a satisfacción los acuerdos contraídos por sus representantes: bien que mal, abordan los temas seleccionados que, por otra parte, son tan abstractos y generales que me resulta más difícil encontrar un motivo de disenso a fondo entre un grupo de monjes cartujos (esos maravillosos religiosos que sólo se atreven al uso de la palabra cuando un árbitro alemán marca a un jugador francés algún castigo pleno de creelesco sospechosismo). Por ejemplo: todos están de acuerdo en que los pobres no lo sean tanto (si no, ¿para qué nos sirven?) y los ricos lo sean nada más lo suficiente para asegurar que su actual patrimonio, sin tener ya ningún esfuerzo que realizar y dedicados sólo al ocio y a la contemplación, les alcance para sus descendientes allá por los albores del año del Señor del 4026. (Así sean éstos, como está siendo costumbre cada vez más frecuentemente, unos “buenos pa’nada”, generación tras generación.)

Todos juraron que, frente al trumpismo, por encima de mezquinas diferencias formarían un verdadero FF, o sea un frente sin fisuras. ¡Sí, Chucha! En las juntas de consejo cuentan las acciones, no la credencial de elector. La nacionalidad es una categoría jurídica; el nacionalismo es un hervor interno que diferenció a la mayoría de los mexicanos desde los inicios de esta nuestra inconclusa nación. No hay credenciales con fotografía que garanticen nada más allá que el o la de foto es quien puede votar en esa casilla.

Sobre los desaparecidos, todos coinciden en afirmar que son un titipuchal, pero ninguno se atrevió a señalar responsables concretos y fijar fechas límite para rendimiento de cuentas. También contra los violadores y los desaparecedores de seres humanos se levantó un unánime rechazo, aunque surgió el alegato de que ya hay nueva carrera registrada en la Dirección de Profesiones. Hubo pequeñas diferencias en este asunto, pues alguien solicitaba que al violador, de manera automática, se le reconocieran algunas atenuantes si comprobaba ser militante de alguna orden religiosa y estaba cumpliendo una labor de apostolado.

Pero seamos claros y prontos: los debates están, desde el principio, mal concebidos, planteados e imaginados. La razón esencial es que los consejeros no tienen ni idea de lo que un acto así exige. En primer lugar, cuál es el objetivo central a conseguir y, luego obviamente, cómo operarlo. Ellos consideraron que encontrar fórmulas, por demás sobadas, para convencer al mundo de que la llamada opinión pública, la sociedad civil, participaba, involucraba y comprometía, era tan sencillo como que un extra cinematográfico, a cuadro, escogiera un detergente en lugar del de la competencia.

Quería intentar, sin que sea costumbre de la columneta, algunos pronósticos del comportamiento de estos tres mosqueteros y D’Artagnan. Veamos hasta dónde llego:

1. Calderón: o sigue envuelto en la bandera nacional y se proclama el precursor del federalismo de estos tiempos o, con los pies en la tierra, canjea su aceptación y regresa al gobierno de Nuevo León. Su desempeño en el debate será el indicado para conseguir sus fines. Eso lo sabe hacer como ninguno.

2. Anaya: Ya quemó sus naves, al margen de que las naves industriales lo incriminen o no, ya no tiene vuelta atrás y, si lo intentara, sería su temprano harakiri. No le queda sino el heroísmo hasta el final (además le gusta). La crucifixión y la esperanza de resucitar en tres sexenios es lo suyo.

3. Pueden creerlo o no, pero don José Antonio y don Andrés ya no me cupieron en esta entrega. Sólo aventuro: los temas son del dominio de Meade. Es su oportunidad de lucirse, pero si continúa con el síndrome Lozano… adiós, Nicanor. ¿Por qué insistir en transformar a un hombre sano en un enfermo como Hulk Lozano? Diga lo que diga, una galletita china ya decidió su destino (a 20 días cantados). Tuvo ligera oportunidad cuando Jorgito Castañeda se decidió a acabar con Anaya, pero así son estas cosas del abarrote.

4. Don Andrés: sereno, moreno.

Twitter: @ortiztejeda