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Negocios y Empresas

Alfonso Romo, el soñador

A

lfonso Romo Garza es un soñador de grandes proyectos, con los pies bien puestos en la tierra. Lo conocí hace 30 años, cuando era dueño de Cigarrera La Moderna, Empaques Ponderosa y, posteriormente, Vector Casa de Bolsa y Seguros la Comercial, a los que integró Seguros América y Asemex.

Durante algunos años un grupo de columnistas nos reunimos con él para ver los resultados de sus empresas agrupadas en Pulsar y para conocer sus proyectos relacionados con la biotecnología, la economía y la educación. Ya para entonces había acumulado una de las mayores riquezas de México, pero no se conformaba con eso. Quería pasar de los negocios tradicionales a las nuevas tecnologías, principalmente ligadas al campo.

Cuando controlaba Cigarrera La Moderna revolucionó la producción de tabaco. En Nayarit organizó a los campesinos para que integraran sus tierras y aumentaran su productividad. Pequeñas unidades de dos o tres hectáreas se unieron para formar parcelas de decenas de hectáreas y mediante la mejora tecnológica y la asociación se incrementó sustancialmente la cantidad y calidad del tabaco en beneficio de la cigarrera y los campesinos.

Más adelante vendió Empresas La Moderna y Seguros Comercial América. Se concentró en Seminis, firma dedicada a la investigación y a la producción de semillas y vegetales mejorados.

La innovación es la base con que trabaja Alfonso Romo. En un centro de investigación que tiene en plena zona zapatista de Chiapas ha revolucionado la producción de cultivos tropicales y en otros centros trabaja en productos como cacao, agave, café y bosques tropicales. En el caso del café, por ejemplo, tiene una asociación con Nestlé. Mediante el cambio genético ha incrementado 350 por ciento el rendimiento por hectárea del producto. Ahora participa en Sintetic Genomics, empresa de códigos genéticos que desarrolla órganos para el cuerpo humano, como pulmones, en puercos.

En materia de educación e investigación también es innovador. Hace dos décadas formó un gran centro de estudios en Nuevo León, donde invitaba a personajes como Mijail Gorbachov, Ronald Reagan y a los políticos e investigadores más importantes de finales del siglo pasado para que presentaran sus vivencias.

Todo este conocimiento acumulado ahora lo pone Alfonso Romo al servicio de la política, tal como lo hizo su tío abuelo Francisco I. Madero.