Opinión
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Ruta Sonora

Cirerol: disculpas, redes y doble moral

Beach House

Nani Guru

¿Q

ué tan válido es vetar el trabajo musical de un artista, tras cometer un error momentáneo en las redes, en realidad no tan grave, y dejar de lado el valor de su obra? Más allá del personaje, cabría preguntarse por qué la turba mediática disculpa a algunos artistas cuando han cometido actos de violencia, pero fustigan a quien emitió un dicho que en los hechos no afectó a nadie. Ejemplos: en diciembre pasado, Josh Homme, cantante de la banda Queens of the Stone Age, pateó en la cara a una fotógrafa intencionalmente durante un concierto en Los Ángeles, en octubre de 2016, la modelo Ximena Gama acusó públicamente al guitarrista de Los Explosivos, Sabu Avilés, de haberla golpeado brutalmente. Los Explosivos siguieron teniendo actuaciones sin represalias; Queens of the Stone Age también y en Vive Latino fueron aplaudidos como si nada.

En septiembre de 2017, el cantautor chicalense Juan Cirerol emitió en Twitter, desde Mexicali, con prisa, sin estar muy al tanto de lo que había ocurrido en Ciudad de México tras el terremoto del día 19, y tras tener una racha de descontento a razón de los desencuentros que tuvo con su ex manager Guillermo Fermoso, a quien constantemente acusaba de abusivo, un comentario: Debería darme tristeza el sismo del DF pero no. Como muchos, a sólo una hora del siniestro, no tenía clara la magnitud de los hechos, la cual se iría desvelando con las horas. En cuanto fue saliendo la información, Cirerol borró lo dicho e incluso ofreció hacer donaciones.

Sin embargo, para entonces, un tuit que pasó relativamente desapercibido, misteriosamente estaba siendo replicado con un mismo encabezado: Juan Cirerol se burla del sismo de CDMX en medios como SDP Noticias, Publímetro, El Universal, Reporte Índigo, lo cual resultaba incomprensible en momentos en que la atención estaba en atender la tragedia. ¿Qué medio periodísticamente responsable estaría al tanto de algo así? La viralización de tal noticia (que no lo era) sólo se entiende si alguien de forma directa lleva tal información (aparece igual escrita en todos los medios, como si hubieran redactado un boletín). ¿Quién pudo ser? Quizás alguien que se quedó sin poder pagar la renta de su oficina una vez que Cirerol renunció a sus servicios; alguien a quien le arruinaron el negocio explotador. Pero eso nadie lo cuestionó. El peligro de las redes es que basta con que salga algo publicado para que todo mundo lo acepte, sin cuestionar nada.

Si el tema es retomado por este espacio, es porque en abril, el músico que supo combinar la actitud punk con música norteña y poesía beat, alabado por Andrés Calamaro, Álvaro Henríquez, Emmanuel del Real entre muchos autores respetables más, reapareció en un video en el que pide disculpas: “Me pasé de la raya; mis comentarios no tienen justificación. Sin embargo, no habría hecho comentarios ofensivos si hubiera estado en mis cinco sentidos. Si me tardé en dar este mensaje, es porque estuve en un largo proceso para recuperarme del uso de sustancias. En esos días yo estaba pasando por momentos muy difíciles y no tenía el control de mi vida ni de mis pensamientos”.

Sus disculpas son legítimas y debieran ser tomadas en cuenta por muchos que quizá no comprenden lo difícil que es pasar por una enfermedad como lo es la codependencia a ciertas drogas, y que desde entonces lo vetaron en sus medios y como promotores de conciertos. En términos estrictos, Juan no golpeó a nadie ni se alegró por la muerte de nadie. Si bien en esos días sensibles, su falta de solidaridad fue lamentable, se trató de una tontera que recibió mucha más atención de la que debía. Con todo, la parte más atroz fue cuando se le linchó: el odio arrojado hacia él llegó a ser mucho más ruin y cruel que lo que él había hecho. Aquí es donde la doble moral sale a relucir: medios y público son capaces de disculpar una patada en la cara, o golpes a una mujer pero, ¿no son capaces de separar entre la obra musical y un tuit bobo? El mundo al revés. Está para meditarse y dar otra oportunidad al músico de Mexicali. Dejar de lado la doble moral y respetar la vigorosa obra de un artista que tiene el valor para dar la cara y disculparse.

Grandes actos dream-pop y psych-noise

Viernes 11- Beach House: hermosísimo, el dream-pop de este dueto de Baltimore. Presentan el álbum 7. De México, Big Big Love. Muy recomendable. Auditorio Blackberry (Insurgentes y Tlaxcala), 21 horas, $490 a $1124.

Domingo 13. El guitarrista japonés Kawabata Makoto, líder de la alucinante banda de psicodelia Acid Mothers Temple, viene con su proyecto Nani Guru, al lado del baterista Nani Satoshima; explorarán con sintetizadores y mucho noise. Abre Vía Láctea, banda experimental mexicana de los años 70, con Carlos Alvarado al frente. Indie Rocks! (Zacatecas 39, Roma). 18 horas, $420 (más conciertos).

Twitter: patipenaloza