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Penultimátum

Mujeres periodistas merecen más premios

E

l reconocimiento Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades lleva 38 ediciones y apenas tres corresponden a mujeres. En 1981, a María Zambrano (1904-1991), filósofa y ensayista española cuya extensa obra reconocieron tardíamente en su país, tras un largo exilio. En 2013 fue para la fotógrafa estadunidense Annie Leibovitz (1949), primera mujer en exponer su obra en la Galería Nacional de Retratos de Washington. Ahora le será entregado a Alma Guillermoprieto (Ciudad de México, 1949) ex bailarina y traductora que optó por el periodismo al cual se ha dedicado las recientes cuatro décadas, ofreciendo una descarnada visión de la compleja realidad de América Latina.

Sus reportajes sobre Cuba, Nicaragua, el Salvador, Colombia y México han sido publicados en importantes medios, como The Washington Post, The New Yorker, The Guardian y El País, así como en las revistas Gatopardo y Nexos. El jurado del Princesa de Asturias reconoció que Alma hace gala de una escritura clara, rotunda y comprometida, que representa los mejores valores del periodismo en la sociedad contemporánea.

Otras mujeres periodistas merecen recibir galardones por darnos una visión de lo que pasa en el mundo. Ahora que dos fanáticos (los señores Trump y Netanyahu) buscan desestabilizar más Medio Oriente al eliminar el convenio antinuclear de Irán, es oportuno mencionar los reportajes de Zahida Membradot sobre los problemas de ese país.

En uno de ellos se refiere a la drogadicción que allí existe pese al estricto control que el gobierno y los dirigentes religiosos ejercen sobre la sociedad. Zahida nos ilustra sobre lo que ocurre muy especialmente entre las mujeres, enganchadas desde jóvenes al consumo de metanfetaminas, opio y heroína, por ejemplo. De igual forma, sobre la rehabilitación terapéutica que realizan algunas instituciones con decenas de las adictas.

La drogadicción es un grave problema en Irán, afirma Zahida. Más de 3 millones de personas lo son a alguna sustancia. 800 mil son mujeres, especialmente de la clase media y alta y con estudios universitarios. La mayoría de las toxicómanas empezó a consumir metanfetaminas para adelgazar rápidamente y cayeron en la adicción en poco tiempo. En el Irán tradicional e islámico, donde no existe las discotecas y los bares, las drogas se consumen en el ámbito privado.

Aunque el tráfico de estupefacientes se castiga con la pena capital (70 por ciento de las sentencias de muerte ejecutadas cada año son por esa causa), el gobierno reconoce que es un creciente problema de salud y, como destaca Zahida, aceptación del fracaso de las medidas para promover la virtud y prevenir el vicio, en especial entre las mujeres. También muestra la necesidad de un régimen menos autoritario e intolerante.