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Corrupción con investidura de empresario: el diablo hablando de bondad

¿L

os empresarios son un sector homogéneo? ¡En lo absoluto! En este sector hay personas a quienes les gusta emprender un negocio con el que viven y reciben ingresos equivalentes al de un asalariado. También existen los empresarios que tienen una fábrica, una compañía de servicios o producen montos medianos en alguna zona agrícola, tienen algunos trabajadores y hacen de tripas corazón para cumplir con la nómina y con el temible Servicio de Administración Tributaria. De este tipo de empresas hay miles en México, y generan hasta 70 por ciento de los empleos en la iniciativa privada. Son muchos trabajos, pero sus ingresos son medios o abiertamente bajos. Los negocios nuevos tienen problemas de sobrevivencia: perviven sólo dos de cada 10 que inician.

Las empresas que tienen capital de muchos países y enormes plantas y cobertura internacional son otra cosa. Los empresarios de ese tipo adquieren fuerte poder político y hablan por celular con el presidente de la República. Entre estos empresarios hay un grupo muy selecto que hace negocios con las actividades del gobierno. En los tres sexenios recientes (18 años al menos) han hecho verdaderas fortunas. Y han gozado de privilegios zaristas. La continuidad del negocio depende de que tengan un buen gerente en Los Pinos. ¿Y si llega a la oficina presidencial un indeseable? ¡Pues a sacarlo de ahí!

La corrupción es una coordinación de dos lados: gobierno e iniciativa privada. Es un negocio redondo que se retroalimenta entre estímulos públicos y beneficios privados. La complicidad corrupta provoca que la economía general del país se estanque y, por tanto, que los miles de empresarios que se angustian y sudan la gota del trabajo verdadero pierdan sus negocios. No debe continuar esta situación. En Zacatecas ya hay saldos humanos graves: Salaverna y La Colorada. En los medios nacionales vemos a estos empresarios hablar de tolerancia, estado de derecho y libertad económica: el diablo hablando de bondad.