Sociedad y Justicia
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Se debe tener en cuenta a los sectores menos favorecidos, afirma el nuevo rector

Actualizar planes de carreras, principal trabajo en la UAM-A: Roberto Gutiérrez

Esa unidad atiende 15 mil estudiantes de licenciatura y posgrado; podría aumentar la matrícula

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Roberto Javier Gutiérrez López, a quien la Junta Directiva de la Universidad Autónoma Metropolitana nombró rector de la unidad Azcapotzalco por los siguientes cuatro años, buscará el diálogo entre la comunidad de ese centro de estudios para recuperar la confianzaFoto Luis Humberto González
 
Periódico La Jornada
Lunes 7 de mayo de 2018, p. 40

Las instituciones públicas de educación superior deben repensarse y tener presente a los sectores más desfavorecidos por el modelo de desarrollo fallido que ha generado enormes desigualdades sociales, provocado depredación de la naturaleza y quiebra del estado de derecho, planteó el nuevo rector de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) unidad Azcapotzalco, Roberto Javier Gutiérrez López.

Recién elegido rector de una de las tres unidades históricas que integran la institución luego de un conflictivo y largo proceso que llevó nueve meses, el académico reconoce que la recomposición del tejido universitario todavía tomará algún tiempo, pues el desgaste de la comunidad fue mucho, y aunque hay un litigio no resuelto en los órganos jurisdiccionales, el camino de la institucionalidad ya está encauzado.

En entrevista con La Jornada, el doctor en sociología, egresado de esa misma unidad, señala que el plantel enfrenta una larga lista de retos, entre los cuales está la necesaria actualización y revisión de sus planes y programas de estudio, mejorar la eficacia terminal, mayor eficiencia y articulación de la investigación con la problemática social y hasta el tema de la seguridad en las inmediaciones del campus, cuya matrícula es de 15 mil estudiantes, entre alumnos de licenciatura y posgrado.

–El largo proceso de su elección generó una crisis inédita en la unidad y para toda la UAM. ¿Está ya resuelta?

–Estamos en un proceso; sin duda nos tomará algún tiempo, porque se generaron fracturas de consideración dentro del tejido universitario. El desgaste al que se vio sometida la comunidad durante prácticamente nueve meses fue mucho y por lo tanto el proceso de reversión de los daños avanzará gradualmente. No podrá ser resuelto por un acto discrecional, ni tampoco será un acto mágico que nos devuelva a la situación de normalidad; se requiere dialogar mucho, escuchar, ir recuperando un clima de confianza.

–¿Se ha podido iniciar este proceso de diálogo con los sectores que quedaron dañados?

–Sí, y por fortuna he encontrado receptividad en términos que cada quien, sin renunciar al juicio que haya tenido o tenga hasta hoy sobre la legalidad del proceso y que desembocó en mi nombramiento, pueda de todas maneras darse la oportunidad de tener un trato institucional. Esto implica una especie de reconocimiento recíproco. Además, en esta tarea la función y la importancia del Consejo Académico de la unidad y de los otros órganos colegiados son fundamentales.

–Pero todavía hay un juicio que impugna la legalidad de la decisión de la Junta Directiva por haberlo nombrado.

–Digamos que son dos niveles, en el interno tiene un punto de cierre en el momento en que la institucionalidad universitaria toma una decisión definitiva sobre cómo resolver este proceso de sucesión en la rectoría. Ese proceso concluyó con el nombramiento que recibí el 9 de abril pasado. Esto no quiere decir, sin embargo, que una vez que hay una decisión institucional haya ya un consenso pleno en torno a la legalidad de esa decisión. Esto requiere un proceso de diálogo continuo y de acercamiento de posiciones. Y en lo externo, aún no podemos decir que el conflicto esté terminado en todas sus aristas, pero sí podemos decir que ya está encauzado institucionalmente y que ya se están tomando las medidas necesarias para que a la brevedad poder tener una situación de normalidad. También, le digo que yo me allanaré a lo que digan en su momento estas instancias, pero mientras tanto la universidad no puede quedar detenida.

Un modelo de desarrollo fallido, el responsable de desigualdades

Para Gutiérrez López debe haber un reconocimiento sobre la importancia estratégica que tiene la educación en nuestro país, aunque hay sectores que han cuestionado a la universidad pública.

–Desde su visión, ¿cuál es el papel que debe jugar?

–Primero debe repensarse, teniendo presente a quienes hoy son los más desfavorecidos por un modelo de desarrollo fallido, que ha producido enorme brecha de desigualdades. Debe ser vista con una importancia estratégica, como una actividad sustantiva y transversal a todos los registros del desarrollo nacional. Si el país no tiene esta potencia profesional, educativa, cultural, creativa, será muy difícil que salgamos de esta situación de atraso que nos define en muchos rubros. Y esto pasa por el reconocimiento del propio Estado acerca de la importancia estratégica de la educación, y que se refleje efectivamente en el financiamiento adecuado. Hasta ahora, hacemos lo que podemos con los escasos recursos con los que contamos y no ha sido del todo comprendido por las instancias que toman las decisiones presupuestales correspondientes.

–La eficiencia terminal es uno de los graves problemas de la educación pública superior y donde la UAM no es la excepción.

–Sí, es un problema muy fuerte, que nos afecta sobre todo en el primer año, donde tenemos tasas importantes de deserción escolar que pueden superar 20 por ciento en el primer año, que aunque disminuye paulatinamente en los siguientes ciclos, es alarmante. Sin duda este es uno de nuestros retos principales; revisaremos cuellos de botella que hay en los distintos planes de estudio, que tienen que ver mucho con seriaciones excesivas en algunas materias, hasta las modalidades de titulación. Otro reto es acortar el tiempo de estancia de nuestros alumnos, que deben concluir en 12 trimestres, pero un porcentaje importante requiere hasta 17 trimestres.

–También los planes y programas de estudio tardan muchos años en revisarse.

–Vivimos una etapa de evolución acelerada de la sociedad en todos los sentidos, cambios vertiginosos, y la universidad tiene necesariamente que estar en sintonía con esos cambios. Actualmente casi 80 por ciento de nuestras licenciaturas están acreditadas y certificadas por diversos organismos externos, pero eso no es suficiente para la UAM.

–En los años recientes sólo uno de cada nueve aspirantes a ingresar a la UAM logró hacerlo. ¿En Azcapotzalco se puede dar algún aumento en la matrícula?

–Es un tema donde confluyen varias líneas; la primera, la óptima utilización de la infraestructura física, en la que creo que haciendo una revisión exhaustiva se pueden ampliar algunas licenciaturas al horario vespertino y entonces incrementar la matrícula. Pero otro lado, tiene que ver con la educación virtual, con una ilimitada ventana de oportunidades. Creo que podríamos tener un incremento de un 10 por ciento de la matrícula, aunque habría que hacer una revisión puntual.