Opinión
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TLCAN: urgencias vs posibilidades

Gracias a China, Trump recularía

Lozano: gato, perro y huachicolero

L

os delegados peñanietistas en eso de la modernización del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) están locos de contentos, porque, dicen, muy cerca estamos de firmar el acuerdo respectivo, aunque para ello hayan cedido en prácticamente todas las exigencias del salvaje de la Casa Blanca, mismas que, dicho sean de paso, originalmente se habían negado a aceptar.

Dichos delegados creen que su dedicación y sobriedad a la hora de negociar con su contraparte estadunidense han rendido frutos, cuando en realidad la supuesta reconsideración de algunas posiciones por parte de la Casa Blanca son producto del gratuito enfrentamiento comercial iniciado por el envalentonado Trump contra China. Y en el mismo tenor estaría su eventual retorno al TPP (Acuerdo de Asociación Transpacífico, ahora de 11 naciones), cuya motivación original (y firma, en tiempos de Obama) no fue otra que intentar restar influencia y poderío al gran dragón asiático.

Gracias a nosotros, dicen los orondos, delegados mexicanos, cuando en realidad deberían reconocer que ha sido la respuesta china a las bravuconerías de Trump la que ha obligado a un cambio en la estrategia del mandatario gringo, quien ya no sabe cómo salir de la ratonera en que se metió, aunque en vía de mientras cree que algunas de las rendijas que tiene a la mano serían el propio TLCAN y el regreso del hijo predilecto al TPP (no quiero regresar a ese mecanismo comercial, pero si nos ofrecen un buen acuerdo al que no me pueda rehusar a nombre de Estados Unidos, lo haría).

Mientras tanto, los heroicos delegados mexicanos y los representantes canadienses comen ansias por los supuestos avances, por mucho que una tras otra se les apesta la fecha que anotan, presumen y promocionan como la posible para firmar el nuevo TLCAN.

Por ejemplo, se les apestó el anuncio –con fanfarrias de por medio– que harían durante la reciente Cumbre de las Américas, celebrada en Lima, Perú. Lástima, Margarito, pero no se arredran, porque ahora hablan –en Los Pinos y los voceros de Justin Trudeau– de que podría alcanzarse un acuerdo en el transcurso de las próximas tres semanas, toda vez que se lograron buenos progresos en las conversaciones con Estados Unidos (versión de la agencia Reuters).

Lo cierto es que son mayores las urgencias (ya vienen las elecciones) que las posibilidades reales –cuando menos inmediatas– de aterrizar la modernización del TLCAN, aunque de cualquier suerte el futuro del acuerdo aún trilateral dependerá de las necesidades geoestratégicas y geoeconómicas del salvaje de la Casa Blanca. Y los delegados agachaditos, en espera de instrucciones.

En vía de mientras, los analistas del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados recuerdan que la antesala a la formalización de los trabajos de renegociación del TLCAN se dio bajo consultas públicas convocadas por el gobierno federal con cámaras y asociaciones empresariales del país, donde se identificaron los temas de mayor interés para los sectores productivos y de la sociedad civil, como el acceso a mercados, reglas de origen, comercio electrónico, comercio de servicios, solución de controversias, propiedad intelectual, laboral, medio ambiente, y pequeñas y medianas empresas, lo que dio pauta al establecimiento de ciertas prioridades iniciales en el contexto de la negociación del tratado.

De acuerdo con lo estipulado por la Secretaría de Economía, señalan, las prioridades de México en dicha negociación se enfocan a fortalecer la competitividad de América del Norte, mantener el acceso preferencial para bienes y servicios mexicanos en los mercados de los países del TLCAN, en particular, facilitando el acceso de productos agropecuarios mediante reglas claras, procedimientos expeditos y eliminación de barreras al comercio. Además, propiciar que el comercio de bienes entre los países del acuerdo sea más predecible, ágil y transparente, procurando mejores procedimientos aduaneros, así como fomentar medidas que eviten que las normas, reglamentos y regulaciones constituyan barreras injustificadas u obstáculos encubiertos al libre comercio, y promover buenas prácticas en el proceso de planeación, emisión, implementación y revisión de regulaciones.

De igual forma, mantener un trato no discriminatorio y de conformidad con estándares internacionales para los inversionistas mexicanos. Ampliar las categorías para la entrada temporal de personas de negocios, mejorar los tiempos, transparencia y procesos para su ingreso, y buscar mecanismos innovadores de movilidad laboral. Establecer mecanismos de cooperación regional que promuevan el diseño e implementación de programas de desarrollo de competencias laborales y nuevos modelos educativos, para facilitar la adaptación de los trabajadores a los nuevos requerimientos del mercado laboral.

Paralelamente, el discurso original planteaba la necesidad de avanzar hacia un comercio regional inclusivo y responsable, que genere mecanismos de cooperación regional que fomenten una mayor participación de las PYMES en las cadenas de proveeduría regionales. Fortalecer el cumplimiento de las disposiciones nacionales y los compromisos internacionales en materia laboral. Establecer medidas contra los actos de corrupción que afecten el comercio y las inversiones. Fortalecer la cooperación y el diálogo entre los países del TLCAN en materia de comercio y medio ambiente, y buscar mejorar la infraestructura fronteriza. Incorporar la perspectiva de género en algunas disposiciones del tratado.

Y de allí para el real, pero a estas alturas nadie sabe en qué quedó la carta a Santa Claus escrita por el gobierno peñanietista, pero eso sí, sus delegados están locos de contentos.

Las rebanadas del pastel

Gato al servicio del mejor postor (uno de ellos Germán Larrea) y perro bravo de quien le aviente el mejor hueso, el execrable Javier Lozano Alarcón fue agarrado con los dedos en la puerta y papando moscas. Resulta que el diputado panista Jorge López (documentos y fotografías en mano) lo acusó de recibir regalos (tremenda camioneta millonaria) de los capos huachicoleros poblanos, entre ellos Othón Muñoz, El Cachetes. La imputación, en vivo y a todo color, se dio en el programa de Joaquín López Dóriga en Televisa, y mientras el teleauditorio constataba cómo iba palideciendo el ahora vocero mordelón de José Antonio Meade, ¡Zas!, que se va la luz y, por tanto, la transmisión del programa. Casualidades de los medios electrónicos. Así se las gastan.

Twitter: @cafevega