Opinión
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Bolivia, tercer lugar regional

Aumentan precios energéticos

Bajan inflación y desocupación

D

esde que hace 12 años Evo Morales se instaló en el Palacio Quemado, Bolivia no sólo recuperó el control y usufructo de sus recursos naturales, sino que, por lo mismo, su economía comenzó a crecer de forma sostenida hasta formar parte de la privilegiada lista regional de naciones con mayores avances permanentes, con la repercusión social que ello implica.

En días recientes la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) divulgó su Actualización de proyecciones de crecimiento de América Latina y el Caribe en 2018, y estima que en ese año la economía boliviana ocupará la tercera posición regional, compartida con Paraguay, con un avance de 4 por ciento.

Al mismo tiempo, el organismo especializado de la ONU difundió su Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2017, y su lectura sobre la economía boliviana es la siguiente. Va, pues.

Durante el año pasado Bolivia creció 3.9 por ciento, lo que representa una leve desaceleración respecto de la expansión del año anterior (que fue de 4.3); a pesar de ello, se mantiene como una de las economías más dinámicas de la región. La demanda interna ha sido el motor de este crecimiento, como resultado de la puesta en marcha de una política fiscal que ha impulsado la inversión pública y una política monetaria expansiva.

Sin embargo, desde mediados de 2013, la baja de los precios de los hidrocarburos ha influido y se registró desaceleración en algunos otros sectores. Los menores precios de los principales productos de exportación, en especial del gas natural, que no sólo incide en el valor de las ventas al exterior, sino que también es una importante fuente de ingresos fiscales, se han traducido en altos déficits tanto en el balance del sector fiscal como en la cuenta corriente, que a fines de 2017 llegaron a niveles cercanos a 6 y 5.4 por ciento del PIB, respectivamente.

De forma conjunta, a octubre de 2017 se registra una pérdida de reservas de 35 por ciento con relación a los máximos alcanzados en 2014 y un aumento del endeudamiento externo, que de todas formas aún se mantiene bajo, cercano a 24 por ciento del PIB. No obstante, la economía cuenta con ahorros (equivalentes a 37 por ciento del PIB), que se generaron durante el superciclo de las materias primas y que han permitido financiar la inversión pública y mantener los programas de gasto social.

La demanda interna continúa actuando como motor de crecimiento de la economía boliviana. En el primer semestre de 2017, la formación bruta de capital fijo aumentó 48 por ciento, ritmo similar al que presentaron el consumo de los hogares y el consumo público. Por sectores institucionales, la formación bruta de capital fijo del sector privado creció 3.5 por ciento, mientras la del sector público aumentó 14.8, en línea con el papel central que le ha dado el gobierno a la inversión pública.

A nivel sectorial, la caída de 7.1 por ciento de la producción de hidrocarburos ha tenido una incidencia negativa en el PIB, como también ha ocurrido en el caso de la minería, cuya producción experimentó una disminución de 2.1 por ciento. Sin embargo, el sector agropecuario ha mostrado una recuperación de 7.6 por ciento, después de la grave sequía que afectó al país en 2016. Se han desacelerado sectores que antes habían sido dinámicos, como los servicios financieros, la industria manufacturera y la construcción.

En el primer semestre de 2017 el Banco Central de Bolivia sostuvo la orientación expansiva de la política monetaria iniciada a mediados de 2014, tratando de mantener alta la liquidez y bajas las tasas de interés. Sin embargo, durante el semestre, la liquidez de la economía disminuyó de forma drástica, principalmente debido a la compra de bonos soberanos por residentes. Para contrarrestar esta menor liquidez se introdujeron modificaciones que implicaron una disminución de las tasas de encaje de los depósitos. Por su parte, las tasas interbancarias, después de incrementarse hasta 5.13 por ciento, como resultado de la caída de la liquidez, se redujeron hasta llegar a 2 por ciento hacia finales de mayo; esto repercutió en aumentos de las tasas de interés del sistema financiero, que posteriormente se han ido moderando, con lo que se ha podidomantener la expansión de la cartera de créditos al sector privado.

El gobierno ha manifestado interés en reducir la tasa de desempleo, que se ubicaba en 4.5 por ciento de la población económicamente activa a finales de 2016, mediante programas de apoyo al empleo. Por su parte, las remuneraciones han aumentado en términos nominales alrededor de 7 por ciento, bajo la influencia del reajuste de 11 por ciento del salario mínimo decretado en mayo de 2017.

La autoridad monetaria ha mantenido una política cambiaria estable, lo que hapermitido fijar las expectativas del público sobre el valor del dólar, consolidar la moneda local y mantener la inflación baja. En octubre de 2017, la variación en 12 meses del índice de precios al consumidor alcanzó 3 por ciento, inferior en un punto porcentual al registrado el año anterior, y se espera que a finales de año se ubique cerca de 3.5. Durante los primeros nueve meses de 2017, las bajas tasas de inflación en Bolivia y las apreciaciones nominales de las monedas de sus socios se tradujeron en una depreciación real del boliviano de 3 por ciento. Sin embargo, el tipo de cambio real se ha apreciado 28 por ciento desde mediados de 2012.

En los primeros nueve meses de 2017 la recuperación de los precios de los hidrocarburos (26 por ciento) y los minerales (21 por ciento) compensó con creces la disminución de los volúmenes exportados, principalmente como resultado de una menor demanda de gas desde Brasil y la declinación de la producción de gas de los campos en operación, con lo que el valor de las exportaciones se ha incrementado 8.8 por ciento respecto del añoanterior.

Las importaciones también se recuperaron, acumulando un crecimiento de 9.5 por ciento en los primeros nueve meses de 2017; se registran aumentos de 16 por ciento en bienes de capital y 37 por ciento en combustibles, en este último caso debido a los mayores precios de los productos energéticos. La recuperación de los precios de los hidrocarburos ha implicado una mayor remisión de utilidades de las empresas que operan en este sector.

Las rebanadas del pastel

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