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La artista fue reconocida con el Premio Nacional de Ciencias y Artes en 2012

Falleció Joy Laville; destaca por su total originalidad

Nos legó una obra llena de color, sutil y sugestiva, considera María Cristina García Cepeda, titular de la Secretaría de Cultura federal

Demuestra conocer muy bien la abstracción, pero elige una figuración muy tenue, sobria, colmada de silencios, define Lelia Driben, crítica de arte

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Joy Laville (1923-2018), en los años 90, en CuernavacaFoto Rogelio Cuéllar
 
Periódico La Jornada
Sábado 14 de abril de 2018, p. 2

La pintora y escultora Joy Laville falleció ayer en Cuernavaca, tras sufrir un derrame cerebral. Tenía 94 años.

Era reconocida por sus cuadros de sencillos escenarios, poblados por callados transeúntes o mudos personajes en reposo, según el crítico de arte Jorge Alberto Manrique,

María Cristina García Cepeda, titular de la Secretaría de Cultura federal, dijo en su cuenta de Twitter: Lamento profundamente la pérdida de Joy Laville, artista plástica extraordinaria que adoptó a México como su segunda patria. Nos legó una obra llena de color, sutil y sugestiva que tuvo su origen en los mares ingleses y su destino en la cultura mexicana. Mi pésame a sus deudos.

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en homenaje a la artista, transmitirá por TvUNAM el documental El universo pictórico de Joy Laville, de Paulina Lavista, hoy a las 16:30 horas

Enriqueció acervo de Pago en Especie de Hacienda

A su vez, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y la Oficialía Mayor, por conducto de la Dirección General de Promoción Cultural y Acervo Patrimonial, tuiteó: Lamentamos profundamente el fallecimiento de la artista Joy Laville quien con su obra plástica enriqueció la colección Pago en Especie, patrimonio de todos los mexicanos. Sin duda una gran pérdida para el mundo del arte y la cultura.

Helene Joy Laville Perren nació el 8 de septiembre de 1923 en la Isla de Wright, Gran Bretaña, radicaba aquí desde 1956 y se naturalizó mexicana en 1986.

La galardonada con el Premio Nacional de Ciencias y Artes en 2012 retrató en su obra pictórica el paisaje de su lugar natal mediante una paleta de colores pálidos y su referencia frecuente al mar. Interesada en el arte desde temprana edad, sus estudios se vieron interrumpidos por la Segunda Guerra Mundial.

A los 21 años contrajo matrimonio con Kenneth Rowe, artillero de la Fuerza Aérea Canadiense, con quien se fue a vivir a Canadá durante nueve años, y padre de su único hijo: Trevor Rowe.

Laville y Trevor se trasladaron en 1956 a México, a San Miguel de Allende, donde se convirtió en pintora. Comencé a pintar en serio en México, entonces soy una pintora mexicana, dijo Laville en entrevista con La Jornada, cuando recibió la medalla Bellas Artes en 2012.

En esa ocasión la crítica de arte Lelia Driben, encargada del texto de presentación, destacó la total originalidad de la obra de Laville, quien no es deudora de nadie, de ningún otro pintor salvo una leve, levísima influencia de quien en una época temprana fue su maestro en México. Me refiero a Roger von Gunten.

Sin embargo, mientras este último superpone figuras, naturaleza y manchas, y está muy cerca de la abstracción, Joy, por el contrario, demuestra conocer muy bien la abstracción pero elige una figuración muy tenue, sobria, colmada de silencios.

Joy Laville conoció a Jorge Ibargüengoitia, quien fue su esposo, en una librería donde ella trabajaba: Ese fue el inicio de los 20 años más felices de su vida. Con él compartió viajes, lecturas, amigos, y como creadores mantuvieron siempre una actitud crítica en relación con la obra de arte, escribió Beatriz Mackenzie en 1987 con motivo de una exposición de la pintora en el Instituto Cultural de Tabasco.

Tras años de vivir juntos, se casaron en 1973. Ante una muestra en 1967, en la Galería de Arte Mexicano, Ibargüengoitia escribió: “Desde hace un año vivo con una mujer lila. Cuando abro los ojos, cada mañana, la veo en su postura habitual: está de pie, en medio de una habitación verde, junto a dos sillas disparejas y un foco eléctrico apagado; desnuda, con los brazos un poco echados hacia atrás, como esperando a que alguien le tome una fotografía. Por la ventana que está a su espalda se ve la noche de luna, o, mejor dicho, la luz de la luna que ilumina unos muros con enredaderas y un árbol. Entre el follaje del árbol hay una pequeña, misteriosa y brillante luz anaranjada.

La otra ventana de la habitación da a otra noche, mucho más oscura. A veces, me acerco y busco a la mujer, y allí está siempre, esperando. Otras veces busco la pequeña luz anaranjada que brilla entre el follaje del árbol; siempre la encuentro y siempre me da gusto encontrarla. La mujer, la luz, el árbol y la noche están en un cuadro de Joy Laville.

Ibargüengoitia falleció en un accidente aéreo cerca de Madrid el 27 de noviembre de 1983. Según Driben, Joy, quien se había quedado en París, perdió su brújula, pero no su arte. Al año regresó a México y se fue a vivir al campo, a Jiutepec, Morelos.

En esa entrevista, Laville habló de la influencia de México en su pintura. El paisaje, los colores, muchas cosas, pero especialmente el paisaje.

Para Driben al ver en conjunto la producción de Joy nos damos cuenta de que es una obra atemporal, inserta en la modernidad.