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Fue un comunista impecable y fiel a sus principios, sostiene Carlos González Lobo en el Palacio de Bellas Artes

Carlos Leduc, combatiente desde la soledad
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La realización de la mesa de reflexión Carlos Leduc Montaño: la otra modernidad, efectuada en el Palacio de Bellas Artes, se inscribe como actividad complementaria de la exposición con el mismo nombre montada en el Museo Nacional de Arquitectura. Arriba, el arquitecto en imagen tomada de Internet
 
Periódico La Jornada
Miércoles 28 de marzo de 2018, p. 3

El arquitecto Carlos Leduc, insólito combatiente arquitectónico, siempre creyó en que los hombres tienen el derecho a habitar la Tierra con una elevación de la calidad de vida para todos, refirió su amigo Carlos González Lobo, durante la mesa de reflexión Carlos Leduc Montaño: la otra modernidad, que se desarrolló el lunes en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

En el contexto de la exposición del mismo nombre montada en el Museo Nacional de Arquitectura, en el máximo recinto cultural del país, González Lobo dijo que Leduc (1909-2002) es un joven que vivió la gran ilusión (me refiero a la película de Jean Renoir): un trabajo durísimo, lejos de las perspectivas y los colores; un trabajo de aproximación a algo que de cumplirse, la arquitectura sería para todos.

Su forma de trabajar, continuó el ponente, era que un edificio se acomode como debe. Esta era la otra arquitectura. Ya lo olvidamos. Hoy todo lo hacemos usando un sistema ortogonal de grilla. Ellos dejaron que los edificios tomaran el mejor sol, se protegieran del peor, tomaran los vientos y los bebieran, o los frenaban para proteger la calidad de vida.

Carlos Leduc destaca porque hizo hallazgos y descubrimientos arquitectónicos que fundamentan su grandeza, pero tienen que ser arquitectónicos, porque combatientes hay muchos, pero un combatiente arquitectónico es algo insólito, es una singularidad.

Un ejemplo de aporte suyo es la noción del techo. Un espacio sombreado, a salvo de la lluvia y del recanijo sol. Sus escuelas, sus hospitales, tienen lugares de espera donde todos pueden gozar de la sombra. No había exclusiones. El paisaje como vista, sí, pero el paisaje como confort o alegría de la vida, dice Le Corbusier, tiene importancia.

Leduc creía en la disciplina científica. Y él, uno de ellos, como arquitecto asumió una soledad alborozada. Llevar las cuentas a 40 años de ciclones sólo puede ser en la soledad de una pequeña mesita en la que quepa un cuaderno y una voluntad de acero. Y un amor indescriptible porque quizá el producto de esa operación generará bienestar para todos.

Carlos González Lobo concluyó, emocionado casi al borde del llanto: Creo que con Leduc hay que empezar a hilar más fino. Comunista impecable, de una fidelidad a sus principios, necio, estricto, hasta el fondo, pero detrás de esto había una gran ternura.

Durante su intervención, Dolores Martínez Orralde, directora de Arquitectura y Conservación del Patrimonio Artístico Inmueble del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), dijo que lo expuesto en la mesa redonda es una síntesis de lo que vamos a encontrar en las obras de Leduc en la muestra vigente.

También destacó la congruencia que mantuvo en el oficio y que generosamente ahora lo podemos disfrutar, y ojalá podamos aprender un poco analizando cada plano, cada proyecto.

Militante vinculado a los problemas sociales

En su turno, Saúl Alcántara Onofre, coordinador del posgrado en Diseño, planificación y conservación de paisajes y jardines de la unidad Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana, hizo una revisión de los proyectos para escuelas y otros edificios públicos diseñados por Carlos Leduc en Colima, Nuevo Laredo, Veracruz, Yucatán, Chiapas, Guerrero y otros estados, en los que destacó el uso de elementos de jardinería, tomando en cuenta la climatología del lugar, para lograr una arquitectura vegetal.

Para concluir, Xavier Guzmán Urbiola, subdirector general de Patrimonio Artístico del INBA, aludió a la vinculación de la arquitectura con los derechos a la educación, salud y vivienda incluidos en la Constitución.

Destacó el comunismo de Leduc, quien fue integrante de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios. Esa militancia lo llevó a vincularse con los problema sociales, como tras el sismo de septiembre de 1985.

“Cuando escucha que la Universidad Nacional Autónoma de México solicita brigadistas para hacer levantamientos de los daños por el sismo y proyectar viviendas, ese jovencito, ese necio, ese militante, muy carismático y con esa gran ternura se presenta como un arquitecto con mucha experiencia, anónimo casi, y va con brigadistas de 20 años.

Ese viejo, tozudo, entrañable, necio, muy majadero y tan querido, esa parte de él hay que recuperar y es la que quisiéramos acercar a los jóvenes.