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Se inicia temporada de la obra de teatro Bye bye bird, dirigida por Alejandro Ricaño

Cómo se pierden infancia e ingenuidad
 
Periódico La Jornada
Jueves 8 de marzo de 2018, p. 5

La obra de teatro Bye bye bird, que hoy comienza temporada en la sala Xavier Villaurrutia del Centro Cultural del Bosque, es una inmersión a los barrios bajos de la Ciudad de México.

Escrita por José Manuel Hidalgo, esta pieza ganadora del Premio Nacional de Dramaturgia Joven Gerardo Mancebo del Castillo 2016, aborda la pobreza y la delincuencia desde la inocencia, la nostalgia y el humor.

Es una comedia de humor bastante negro, ácido, políticamente incorrecto, y construye un universo ficticio. Aunque el autor la sitúa en Azcapotzalco, no existe allí una unidad habitacional como ésta, es una exageración, explica Alejandro Ricaño, director del montaje.

Habla de cómo los integrantes de una pequeña pandilla que vive en esa unidad van creciendo y normalizando la violencia, sin darse cuenta del mundo tan salvaje y atroz que los rodea. La trama consiste en cómo esos personajes van perdiendo su infancia e inocencia.

Para el creador escénico, aunque se explora un tema complejo, doloroso y vigente en el país, recurrir al humor permite al espectador digerirlo de una manera más amable. La comedia es infalible en esta capacidad que tiene de desarmarnos para escuchar cosas que generalmente no quisiéramos oír. De pronto uno está sentado y riendo de situaciones que de otra forma son terribles.

Lejos de una visión clasista

Bye bye bird relata la historia de tres jóvenes que viven en una unidad habitacional de la Ciudad de México, los cuales se dedican a robar, asaltar, desbloquear celulares y dar de comer a secuestrados. Un día conocen a un afroestadunidense apodado el Bye bye bird que evoca a Sonny Boy Williamson, bluesman y genio de la armónica.

Este singular personaje les predicará su doctrina de vida entre sexo sin condón, amor por las esposas de los habitantes del edificio, malas palabras en inglés, música de Bob Dylan y, por supuesto, su armónica.

Aunque es una historia ficticia, Ricaño reconoce que en la urbe y otros puntos del país hay universos reales con más violencia, pues en situaciones como la de la obra los más vulnerables son los chavitos que crecen en ese tipo de lugares y ven a ése como un mundo real y cotidiano.

Allí está la denuncia, finalmente: la inocencia con que se les inserta en un mundo que no debería ser así. Entonces, ellos lo van normalizando; hay como una ingenuidad dentro de lo que está pasando.

Es importante, afirma Ricaño, considerar que la delincuencia no siempre es producto de la desigualdad social, pues no todos los que roban lo hacen para alimentar a ocho hijos; por ejemplo mencionó que una vez fue asaltado por una persona que bajó de un auto lujoso y que hay quienes clonan tarjetas de crédito para suscribirse a Netflix.

Destaca que el equipo creativo del montaje evitó incurrir en una visión clasista del tema, que no fueran “güeyes fresas” que vienen a burlarse a un teatro del INBA de las personas de barrio.

Hubo mucho cuidado en entender cuál es esta cultura que queríamos retratar.

Sara Pinet, Luis Eduardo Yee y Ricardo Rodríguez integran el elenco y el diseño de escenografía es de Jesús Hernández.

Las funciones son jueves y viernes a las 20 horas, sábados a las 19 y domingos a las 18 horas en la sala Villaurrutia (Reforma y Campo Marte). La temporada concluirá el 15 de abril.