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Presentan Nunca antes de las cuatro, obra de Gabriela Torres

El tema del abuso sexual infantil cimbra ex convento
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Gabriela Torres Cuerva, en el ex convento Del Carmen, en Guadalajara, durante la presentación de su novela Nunca antes de las cuatro, publicada por el sello independiente Paraíso PerdidoFoto Arturo Campos Cedillo
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 2 de marzo de 2018, p. 7

Guadalajara, Jal.

El tema del abuso sexual infantil cimbró los ecos en la piedra rústica del ex convento Del Carmen, donde la escritora Gabriela Torres Cuerva presentó ante una abundante audiencia su primera novela, Nunca antes de las cuatro.

El claustro colonial de anchas paredes, ubicado en el centro de la capital jalisciense, dio más densidad al tema de esa obra y las repercusiones entre algunos de los que la leyeron y cuestionaron la narración alrededor de una tríada: un hombre adulto, una adolescente y una niña, donde éstas toda la vida siguen enamoradas de su abusador.

El solo hecho de adquirir el libro, ¿qué es lo que hace distinto bajar una foto de Internet de esa naturaleza (abuso infantil) a comprar la novela?, preguntó un hombre sentado en primera fila.

La Cuerva –así le puso de niña uno de sus hermanos por su capacidad para escabullirse– contestó, con paciencia, que no es lo mismo guardar imágenes reales en un dispositivo que evocarlas mediante la lectura, que una obra literaria es siempre un espejo.

Depende de quién lo lea; eso yo no lo puedo controlar, la humanidad es muy extensa. Si tomas un cuchillo, ¿qué haces con él, te ves reflejado o lo utilizas? Eso depende de ti, añadió la autora.

Acompañada por los escritores tapatíos Abril Posas y Cástulo Aceves, Gabriela Torres dijo que con su novela, publicada por el sello independiente Paraíso Perdido, denuncia hasta dónde puede llegar un niño solo, desamparado, pues aunque tenga padre y madre, es ignorado.

Aceves dijo que la novela de Torres Cuerva no es disfrutable para alguien que tenga la perversión de abusar de menores, porque está contada desde el punto de vista de quienes fueron abusados y a lo largo de la trama se ven las consecuencias en la vida de las víctimas.

No vemos una protagonista victimizada que dice horrores del hombre, sino a una mujer que se enamoró de su victimario y no se da cuenta de que le destrozó la vida. Sigue hablándole con amor: eso es lo más crudo de la novela.

La autora, quien en 2013 ganó el Premio Nacional de Cuento Agustín Yáñez por su libro Prisioneros, dijo que pensar que su novela pudiera generar perversiones es como suponer que leer novelas sobre crímenes o policiales serán semillero de asesinos.

“Si lo viéramos así, sólo escribiríamos cosas buenas, sobre redenciones. Pero la literatura no es así, habrá otro tipo libros que sí, pero la literatura no. Hay un fragmento del libro Instrucciones para subir una escalera, de Julio Cortázar, quien como siempre, lúdico y genial, dice: ‘hay que subir la escalera hacia atrás’.”

Al final un muchacho del público, ajeno al juicio moral, agradeció a la autora la manera en que cuentas una historia tan oscura, la cual recomendó leer en voz alta en provecho del ritmo narrativo.