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México SA

BdeM: ceguera electoral

Benigno vs maligno

Raquitismo económico

P

arece que los genios del Banco de México no tienen considerada la posibilidad de que una fuerza política distinta a la prianista gane las elecciones del próximo primero de julio, y que, por lo mismo, eventualmente la rígida política económica a la que el país está atornillado desde hace más de tres décadas dé un giro.

Si bien en su más reciente informe trimestral sobre la inflación advierte que entre los riesgos a la baja para la actividad económica aparece (tercer lugar) la volatilidad en los mercados financieros nacionales asociada al proceso electoral, el Banco de México no le da mayor importancia al resultado de los comicios, porque sus estimaciones sobre lo que denomina crecimiento económico no se modifican un milímetro para 2018 y 2019 (en el supuesto que nada cambiará), las cuales, en ambos casos, fluctúan entre 2 y 3 por ciento, con ganas de que la primera de esas raquíticas proporciones sea la buena para el periodo citado.

Así, los años pasan, los sexenios se suceden, las promesas incumplidas se acumulan, el deterioro avanza y no se altera el histérico discurso sobre lo impúdico que resultaría un eventual cambio de rumbo, porque sería contrario al interés nacional. Así, para efectos de los analistas del Banco de México el raquitismo mexicano en materia de crecimiento económico no sólo debe mantenerse, sino que lo reclama el bien del país.

A lo largo de los pasados 35 años (periodo que involucra a seis gobiernos: de Miguel de la Madrid a Peña Nieto) la economía mexicana no ha pasado de promediar un crecimiento de 2 por ciento anual, en vías de empeorar, mientras los jilgueros del régimen no se cansan de repetir que volver al pasado sería dañino para México; retomar el populismo sería sacrificar el futuro de la nación.

Pues bien, en el pasado dañino (jilgueros dixit) la economía mexicana crecía tres veces más que ahora, a una tasa superior a 6 por ciento anual como promedio. Ahora, con el presente benigno (los mismos pajaritos), dicha tasa a duras penas alcanza 2 por ciento, y para el presente año (cierre del sexenio peñanietista) y 2019 (primer año del nuevo gobierno) la receta es más de lo mismo, porque cambiar es peligroso.

Sirva de comparativo lo siguiente: en 35 años del pasado maligno (de Miguel Alemán a José López Portillo) la economía mexicana creció de forma acumulada 225 por ciento. Sin embargo, en 35 años de presente benigno (de Miguel de la Madrid a Enrique Peña Nieto) el crecimiento acumulado a duras penas sumó 70 por ciento. Dicen los voceros oficiales y los oficiosos que en el pasado los gobernantes eran corruptos e hicieron mal las cosas. Se agradece la advertencia, pero ¿qué ha pasado en el presente benigno? Entonces, nada mal haría el Banco de México en levantar un poco la mirada y enterarse de cuál es la situación política, económica y social del México real.

En vía de mientras, el Banco de México deja muy atrás el riesgo electoral, y para él las prioridades son las siguientes (siempre ponderando el efecto negativo para la economía nacional): que se postergue la renegociación del TLCAN, o bien que ésta no resulte favorable para el sector productivo mexicano; que se observen episodios de volatilidad en los mercados financieros internacionales derivados del proceso de normalización de la política monetaria en Estados Unidos, o de otros factores que pudieran reducir las fuentes de financiamiento; volatilidad en los mercados financieros nacionales (léase fuga de capitales) asociada al proceso electoral en México; y que la competitividad de la economía mexicana se vea afectada por diversos factores, externos o internos, como son la reducción tributaria a empresas en Estados Unidos y los problemas de inseguridad pública en nuestro país.

En su informe el Banco de México señala que los pronósticos de crecimiento económico de México para 2018 y 2019 permanecen sin cambio con respecto a los publicados en el reporte anterior. Se continúa anticipando que la tasa de crecimiento del PIB en 2018 se ubique entre 2 y 3 por ciento y que en 2019 se observe una expansión de la economía de entre 2.2 y 3.2 por ciento. Estas previsiones consideran que si bien la demanda externa que enfrenta el país podría verse favorecida por las mejores expectativas de crecimiento, tanto de la producción industrial de Estados Unidos, como del comercio global, el entorno de incertidumbre que prevalece, especialmente respecto de los términos que regirán la relación comercial de México en Norteamérica, podría seguir influyendo adversamente en la evolución de la inversión en el país.

Las condiciones de holgura en la economía han venido estrechándose, lo cual ha sido especialmente notorio en el mercado laboral, si bien recientemente parecen haber comenzado a ceder moderadamente. En este contexto, y tomando en cuenta que se espera un crecimiento de la economía cercano a su potencial, se estima que las condiciones cíclicas de la economía permanecerán en niveles similares a los actuales.

De manera congruente con la evolución reciente de la economía y las previsiones para el crecimiento, los pronósticos para el número de puestos de trabajo registrados en el IMSS para 2018 y 2019 se mantienen sin cambio con respecto del informe previo. Así, para 2018 se prevé que se observe un aumento de entre 680 y 780 mil empleos, mientras para 2019 se espera un incremento de entre 690 y 790 mil plazas.

El Banco de México cree que la implementación de las reformas estructurales producirá resultados superiores a los esperados. Ya se han observado algunos avances, como los resultados favorables de las rondas de licitación de las áreas de exploración y extracción de hidrocarburos, los cuales se espera redunden en una mayor inversión en los próximos años y en incrementos en la producción en el mediano plazo. Al respecto, si bien el balance de riesgos para el crecimiento ha mejorado ligeramente como reflejo de la moderación de algunos de los riesgos más adversos y de la reactivación de la economía observada en el último trimestre de 2017, éste sigue sesgado a la baja.

Las rebanadas del pastel

Por cierto, va para 18 años que la economía mexicana no registra una tasa anual de crecimiento superior a 6 por ciento. La última fue en 2000 (cierre del zedillato), cuando el registro oficial marcó 6.64. Con base en ello, ahora la economía mexicana tarda más de tres años en crecer lo que antes se avanzaba en uno. Pero insisten: no hay que cambiar, porque es peligroso.

Twitter: @cafevega