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Infancia y Sociedad

Niñas pariendo niñas

A

diferencia de algunos países de Europa del Este, África y Asia, donde muchas niñas arriesgan su vida todos los días para ir a escuelas clandestinas y terminar sus estudios, en México muchas se embarazan para dejar de ir a la escuela.

Las niñas son el sector más vulnerable dentro de los grupos vulnerables. Desde su nacimiento tienen la estadística en contra: una de cada cuatro nacerá en la pobreza y un número similar no asistirá a la escuela porque los recursos familiares son insuficientes. Existe, además, la absurda creencia de que el hombre tiene más posibilidades de éxito cuando asiste al colegio.

Según datos del Banco Interamericano de Desarrollo en América Latina y el Caribe, la tasa de fecundidad entre chicas en esta región es mucho más elevada que el promedio mundial (80 nacimientos por cada mil adolescentes frente a 55 de media en el orbe).

Esta región es la única que ha sufrido un aumento de la fecundidad adolescente en los pasados 30 años. Se calcula que en esta década darán a luz a más de 20 millones de niños.

En ocasiones, el embarazo es una vía de escape para las adolescentes que consideran que la educación no va a mejorar su futuro, así que embarazarse y dejar la escuela tiene más sentido para ellas. A pesar de conocer métodos anticonceptivos e incluso haberlos usado alguna vez, la idea de tener un bebé se impone como salida a su insatisfacción.

Las jóvenes de familias desfavorecidas socioeconómicamente no ven la educación con entusiasmo. Quedan embarazadas a propósito porque se sienten solas y la escuela no les ofrece mucho, lo que les hace perder el interés por aprender.

Piensan que tener un bebé y dejar la escuela las convertirá en adultas, dejarán de estar solas, encontrarán estabilidad, se sentirán valoradas y darán sentido a su vida.

Por todo lo anterior, las políticas educativas no deben limitarse a informar sobre cómo no quedar embarazada y a dar acceso a los anticonceptivos.

En nuestro país, las adolescentes necesitan programas que les ayuden a mejorar su autoestima, a construir una identidad clara que fomente su interés por los estudios: por las mejoras que pueden traer a sus vidas.

Sólo las políticas educativas bien diseñadas y conectadas con la realidad y con las necesidades sociales podrán evitar que las niñas sigan convirtiéndose en madres precoces y pariendo bebés que difícilmente recibirán una buena crianza.