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El gobernador de Veracruz, problema para Anaya
L

uego de declarar su compromiso de terminar con la corrupción, en caso de triunfar en las próximas elecciones, el candidato del PAN a la Presidencia de la República, arropado también por el PRD y el PMC, visitó Veracruz durante la celebración del carnaval para cerrar su precampaña, desconociendo seguramente que en esos mismos días, el gobernador de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Linares, que fuera postulado también por el PAN y el PRD estaba envuelto en un escándalo de corrupción relacionado con la distribución de miles de despensas con alimentos descompuestos en el municipio de Minatitlán, las cuales habían sido entregadas a las familias que habían perdido sus viviendas por el sismo de septiembre pasado, siendo ya del conocimiento público que el gobernador las había comprado con sobreprecio a una empresa fichada ya por fraudes anteriores.

Para la mayor parte de la población de Veracruz, el actual gobernador veracruzano es un personaje que lejos de cumplir con sus compromisos de campaña, ha llegado a un nivel de descredito similar al de Javier Duarte, en virtud de su comportamiento autoritario, siendo incapaz no sólo de acabar con los niveles de inseguridad y violencia que han afectado seriamente a miles de familias, sino de impedir que estos problemas sigan en aumento, comenzando con el de las desapariciones forzadas.

¿Cuánto tiempo más durará esta situación de violencia e inseguridad? Nadie lo sabe. La opinión del gobernador y de su hijo, ahora candidato del PAN a la próxima gubernatura, es que se trata de una visión equivocada y exagerada de la sociedad veracruzana, no obstante que las estadísticas de desapariciones, de crímenes contra periodistas y de continuos actos de violencia, tanto en la capital del estado como en el puerto de Veracruz y en las regiones del norte y sur del estado continúan haciendo que la entidad se encuentre entre las más peligrosas del país.

En este sentido, las apariciones de Anaya, acompañado por el hijo de Yunes, a quien dio su apoyo como candidato a la gubernatura de Veracruz, resultó ser una incongruencia y un grave error para quien habla de luchar contra la corrupción. Veracruz es la tercera entidad del país que genera más votos y en las elecciones de 2012, su candidata Josefina Vázquez Mota obtuvo 1 millón 181 mil 140 votos contra 1 millón 14 mil 83 de López Obrador y menos de 1,000 votos por debajo de Peña Nieto. Está equivocado Anaya si piensa que al dar su aval al actual gobernador de Veracruz, ello le redituará votos en las elecciones, razones existen, y muchas, para que suceda lo contrario en Veracruz, con repercusiones también en otras entidades.

La falta de respeto a las leyes por parte de Miguel Ángel Yunes, quien afirma que él no va a pagar deudas contraídas por el PRI –como si se tratase de sus recursos personales, ignorando que tales recursos no pueden ser manejados de acuerdo con sus deseo, conveniencia o capricho, sino de acuerdo con las leyes y compromisos contractuales establecidos– revelan su escaso interés por el bienestar y el futuro del estado que gobierna, en virtud de que el pago de esas deudas significaría una derrama económica importante para la economía estatal. Además, el dinero que debe a las empresas, éstas lo adeudan a sus empleados y acreedores que, a su vez, mantienen deudas con terceros, formando una cadena sin fin que ha venido afectando a todo el estado.

Ciertamente, Miguel Ángel Yunes ha actuado en repetidas ocasiones como un golpeador lanzado contra López Obrador, aunque esto no lo ha hecho buscando apoyar a Anaya y mucho menos logrando algún resultado que melle la imagen de aquél; por el contrario, sus puyas sólo han dado como resultado quedar como un buscapleitos más al servicio de Meade y Peña Nieto, a cambio de lograr mediante un pacto, su propia impunidad ante los desacatos a las leyes, al negarse a pagar a los cientos de acreedores del gobierno, repitiendo las mismas prácticas de Javier Duarte, incrementadas con su propia inventiva, a partir de la cual ha podido quitarle a los cómplices del ex gobernador encarcelado una buen parte de los robos, desvíos y operaciones ilegales hechas por ellos, seguramente siguiendo la famosa frase de ladrón que roba a ladrón.

Desde luego, esto ya de nada sirve, ni al Presidente ni a su candidato, dados los bajísimos niveles de credibilidad y simpatía que les quedan, pero sí tendrá un efecto negativo importante para el PAN y su candidato a la Presidencia, al presentarse éste como aval de un acto político que no tiene precedente en la historia de nuestro país: el que un gobernante pretenda utilizar todos los recursos, tanto legales como ilegales, para imponer a su hijo como sucesor, como si se tratara de una dinastía.

Ciertamente, el precandidato Miguel Ángel Yunes Márquez no tiene los antecedentes de corrupción de su padre, pero su discurso político en los eventos en que apareció con Ricardo Anaya dieron muestra de sus limitaciones y concepciones políticas, al tratar de señalar las ventajas del candidato del PAN sobre AMLO, en virtud de sus logros. ¿? Y del hecho de tener una mejor preparación porque habla inglés, resultando igualmente absurda su crítica a los alcaldes de Morena por su falta de resultados, a escasos 40 días de haber tomado sus cargos, cuando su padre, Miguel Ángel Yunes Linares lleva 13 meses en el gobierno del estado, sin haber logrado superar ninguno de los problemas heredados de su antecesor.

Bien haría Miguel Ángel Yunes Linares en solventar los problemas que tiene pendientes, que son muchos e importantes, para responder a la confianza que en él depósito un amplio número de veracruzanos con sus votos, comenzando por transparentar el uso de los recursos públicos, pagar a quienes de buena fe trabajaron para el gobierno de Veracruz, acabar con la nueva modalidad de corrupción mediante la utilización de empresas fantasma, acatar las leyes en lugar de seguir pensando que él está por arriba de éstas, dando el ejemplo a los secretarios y funcionarios de su gobierno, con objeto de eliminar la prepotencia con la cual éstos vienen actuando. Quizá sea tiempo de enmendar su conducta.