Opinión
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México SA

Peñalandia, ¿irritada?

¿Y dónde están los logros?

Trepa déficit petrolero

A

escasos meses de que concluya su administración, el actual inquilino de Los Pinos se muestra fúrico porque nadie reconoce sus logros, entre ellos los laborales y económicos. Algo similar sucedió con sus dos antecesores (Fox y Calderón), quienes no perdieron oportunidad –y si no la había, la inventaban– para cacarear inexistentes avances y grandes resultados durante sus respectivas estancias en la residencia oficial.

Así, en el juego de los egos Peñalandia nada tiene que envidiarle a Calderolandia y Foxilandia, porque el país se mantiene estancado en no pocos renglones, mientras en otros el descenso es más que notorio y constante. De cualquier suerte, apartado de la realidad nacional, el mandatario exige reconocimiento, porque a los mexicanos no hay chile que les embone.

Pero la realidad suele ser más cabrona que bonita, y en materia económica el sexenio de EPN destaca, sí, pero por contarse entre los de peores resultados desde la instauración del neoliberalismo en el país, mientras que en materia laboral si bien las plazas acumuladas (más de 3 millones) resulta atractiva, lo cierto es que la mayoría de ellas no son de nueva creación, sino mera formalización de empleos informales, al tiempo que la tendencia salarial de las misma es descendente (las de mayores salarios han ido desapareciendo a lo largo del sexenio).

Así, con una economía que nunca brilló por su avance (de hecho va a la baja) y un mercado laboral con buen resultado cuantitativo, pero desastroso en lo cualitativo, no habría motivo para aplaudir como el susodicho exige.

De hecho, como en su más reciente análisis lo advierte el Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Instituto Tecnológico de Monterrey, campus estado de México (del que se toman los siguientes pasajes), los meses finales de 2017 se vieron marcados por un ritmo de crecimiento económico inferior al observado en por lo menos el bienio previo. Sin embargo, un comportamiento distinto se presentó en la tasa de desocupación nacional, ya que se registró uno de los niveles más bajos de los pasados 14 años. De esta forma, se podría inferir que los empleos generados en los periodos recientes no están aportando el valor agregado suficiente para detonar un mayor ritmo de crecimiento económico.

En noviembre pasado el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) exhibió un crecimiento anualizado de 1.5 por ciento, impulsado por los incrementos reportados en las actividades primarias (8.9) y terciarias (2.6). Por su parte, las secundarias se ubicaron nuevamente en terreno negativo (-1.5) acumulando con ello seis meses consecutivos con caídas anualizadas. Si bien el desempeño del sector terciario ha mantenido al IGAE con una evolución moderada, su ritmo de crecimiento ha comenzado a moderarse debido a los resultados recientes de la actividad comercial. Sin duda, los altos índices inflacionarios registrados durante 2017 tuvieron un impacto importante en la evolución del comercio al por menor.

Aun cuando el ritmo de crecimiento se vio mermado por las cifras negativas de las actividades secundarias y la moderación en el desempeño de las actividades terciarias, la tasa de desocupación nacional continuó disminuyendo. Los datos de diciembre mostraron una tasa de 3.1 por ciento, de tal forma que en este renglón el promedio durante 2017 fue de 3.4. Sin embargo, al analizar la estructura del personal desocupado se observa que los empleos no han aportado una cantidad importante de valor agregado a la economía nacional.

Del total de la población desocupada, 42.3 por ciento cuenta con un grado de estudios de por lo menos nivel superior. Adicionalmente, 90.5 por ciento de los desocupados posee algún grado de experiencia profesional previa. Lo anterior sugiere que las fuentes de trabajo que se están ofertando no requieren de una alta especialización, es decir, para cubrir dichas plazas no es necesario tener conocimientos académicos avanzados o incluso competencias profesionales adquiridas con anterioridad, lo que podría explicar la precarización salarial y la falta de una mayor producción de valor agregado.

Este escenario implica a su vez que los salarios de las fuentes de trabajo no tiendan a ser competitivos, e incluso resultan insuficientes para satisfacer las necesidades básicas de los trabajadores. Prueba de ello se presenta en el comportamiento de la tasa de subocupación, la cual durante diciembre pasado se ubicó en 7.2 por ciento, superior al 6.9 reportado en igual mes de 2016.

Para que la evolución de la actividad económica sea mayor se requiere de una creciente generación de valor agregado. La creación de puestos de trabajo que no aportan un beneficio adicional y solamente tiene como objetivo ensamblar componentes o vender mercancía extranjera sin incorporar contenido nacional, no sólo merman el ritmo de crecimiento de la economía. La calidad de vida de los trabajadores también se ve afectada.

En lo que respecta a las tendencias, se aprecia que la trayectoria de la desocupación total ha comenzado a estancarse, de tal suerte que dicho comportamiento podría implicar que los niveles de desocupación no presentarán un cambio significativo en los meses por venir en comparación con los niveles alcanzados en los periodos recientes.

A nivel estatal, el comportamiento de la desocupación luce heterogéneo ya que fueron 17 las entidades que registraron una tasa por encima de la obtenida a escala nacional. La más alta en el país se ubicó en Tabasco (7.1 por ciento), seguido por la Ciudad de México (5.2) y Baja California Sur (4.4); a diferencia de Guerrero (1.5), Oaxaca (2.1) e Hidalgo (2.3), estados con la desocupación más baja.

En donde no han ocurrido cambios significativos es en la estructura de la población desocupada. En cuanto al nivel de instrucción, los niveles de estudios medio superior y superior son los de mayor vigencia en los desocupados con 42.3 por ciento del total, seguidos por 37.5 de aquellos con secundaria completa. En contraste, los de un nivel educativo que no rebasa la primaria apenas representan 6.6 por ciento del total.

Las rebanadas del pastel

La buena noticia es que en 2017 las exportaciones petroleras mexicanas sumaron 23 mil 600 millones de dólares, 25.5 por ciento más que en 2016; la mala, que las importaciones petroleras treparon a 42 mil millones, 33.1 por ciento mayores a las del año previo. Así, el déficit de la respectiva balanza comercial sumó 18 mil 400 millones de billetes verdes.

Twitter: @cafevega